No os miento cuando digo que solo con estar pensando en El Hoyo se me pone un mal cuerpo increíble. Me pasa similar con OldBoy o con Réquiem por un sueño: me parecen películas increíbles que hay que ver, pero me dejan tan hecha polvo que no sé ni cómo sentirme. En este caso no es porque su dramatismo me conmueva, al revés, es por lo explícita que consigue ser con su mensaje, haciendo tanto con tan poco. ¿Recordáis cuando os contaba que por culpa de Elfen Lied había estado meses sin comer jamón? Pues por la de esta película voy a tener que esperar un buen rato para acercarme a la comida. Eso sí, que no os desaliente mi experiencia. Es una película impactante que podemos ver a través de Netflix y que recomiendo hacerlo al menos una vez si os gustan las historias reflexivas.
Una sociedad distópica no muy alentadora
Dirigida por Galder Gaztelu-Urrutia y con un elenco de actores entre los que destacan Iván Massagué o Antonia San Juan, nos encontramos con una sociedad distópica y futurista con la acción centrada en una cárcel. Sin embargo, esta no es una prisión cualquiera y es que está configurada como una estructura vertical por pisos numerados. Así, los de los pisos superiores gozan de la posibilidad de acceder a todos los recursos que bajan por una plataforma, dejando de manifiesto cómo los más privilegiados se aprovechan de ello.
Dentro de este contexto, Goreng entra en la prisión de forma voluntaria con el objetivo de obtener una titulación al cabo de los 6 meses. La disposición de los presos en los pisos es aleatoria y cambia una vez al mes. En esta ocasión, despierta en el nivel 48 junto a un hombre llamado Trimagasi, quien le explica el funcionamiento del lugar. Sin embargo, cada mes cambia la situación, encontrando toda clase de personajes y situaciones aterradoras.
Lo interesante de El Hoyo es que cuando empiezas a verla realmente crees que estás ante una película de intriga al estilo El Experimento o algo así, pero cuanto más avanza más te das cuenta de que su narrativa empieza a ser mucho más onírica y subjetiva con el espectador. Intentas seguir la coherencia de los hechos y no siempre encuentras explicación a lo que ves hasta que te das cuenta de que lo estás haciendo mal. El componente crítico a la sociedad está presente desde un primer momento, es cierto. El Hoyo no deja de ser una representación de una sociedad capitalista agresiva en la que los más ricos tienen los recursos, pero no es eso lo que hace especial a la cinta, puesto que películas así hay a montones. Lo que realmente distingue a esta obra es su tono frío e irónico de la situación para con el espectador y la capacidad de ponerle delante toda clase de situaciones reconocibles.
Eso sí, lo hace desde una representación cruda y a veces demasiado retorcida que conseguirá ponerte el cuerpo del revés. Por ejemplo, uno de los temas que se tratan es cómo los mayores se aprovechan de los jóvenes y, a su vez, estos de ellos. Los mayores buscan en los jóvenes la fuerza y los recursos que ellos ya no pueden obtener, pero teniendo en cuenta la situación social, ¿cuántas familias conocemos que han tenido que hacer uso de las pensiones de sus abuelos para pasar el mes? Sin embargo, la película no hace uso de unos simples diálogos para presentar esta problemática, sino que prefiere mostrar cómo el anciano trata de matar al joven y cómo el joven se acaba comiendo el cadáver del mayor. Os digo ya que tengo pesadillas con esa parte de la cinta y así con más situaciones sociales.
El significado de El Hoyo
Al final lo interesante de El Hoyo es el valor que tiene a la hora de plasmar una problemática en la que todo el mundo está inmerso y dar una clara solución que todos sabemos que nunca ocurrirá. ¿Qué hubiera pasado si la comida se hubiera repartido de una forma equitativa? ¿Hubieran pasado hambre los de los pisos de más abajo? La forma que tiene esta película de representar el comportamiento humano, así como los matices de la verdad y la maldad es simplemente magnífica. También se muestran rasgos como la avaricia, el conformismo, la suerte o el amor de una forma mucho más directa a lo que estamos acostumbrados, de manera que mientras ves la cinta te preguntas cómo nadie actúa para bien sin ser consciente de que estás viviendo lo mismo, pero con otra máscara distinta.
Con todo ello, la película no deja de ser una representación, al igual que V de Vendetta era una crítica al autoritarismo. Cuando digo que te deja mal cuerpo es literal por las escenas tan gráficas que ves, no porque tenga una historia que te vaya a dejar llorando semanas. Así pues, en el caso de que os gusten los misterios, la ficción y la crítica social, yo os recomiendo echarle un vistazo ahora que podemos acceder a ella de forma muy sencilla a través de Netflix.
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