Allá por 2014 se viralizó en redes el llamado "criptograma del vestido de seda", una nota escondida dentro de un vestido de la época victoriana que resultó tan indescifrable que se convirtió en uno de los mayores enigmas del mundo de la criptografía reciente. De la mano de un analista informático obsesionado por el misterio, ahora ya sabemos qué decía el mensaje.
La arqueóloga y coleccionista de vestidos Sara Rivers-Cofield adquiría en 2013 un vestido de mediados de 1880 en una tienda de antigüedades. Al revisarlo, descubrió en el interior del busto un pequeño bolsillo oculto que, por lo inaccesible del mismo de forma cómoda, rápidamente entendió como una forma de esconder algo. Al mirar en su interior, encontró dos hojas cuidadosamente dobladas.
Un misterioso código escondido en un vestido
En cada una de ellas había 12 líneas con frases escritas en inglés, pero lejos de resultar algo comprensible, era como si alguien hubiese escrito palabras completamente aleatorias dando forma a secuencias sin sentido. Como suele ocurrir en estos casos, acudió a internet para ver si algún fan de los criptogramas y los mensajes ocultos era capaz de descubrir qué se decía realmente en las notas.
Durante casi 10 años el mensaje permaneció sin resolver a la espera de dar con la clave del enigma, probablemente utilizando algún libro antiguo de códigos que pudiese servir de guía para descifrarlo. Fue entonces cuando el analista de datos de la Universidad de Manitoba, Wayne Chan, encontró la llave para resolver el misterio.
Por aquella época enviar telegramas era demasiado caro para hacerlo de forma habitual, así que los meteorólogos utilizaban códigos que permitiesen hacer saber en la otra punta del país qué tiempo hacía con el menor número de palabras posibles. Buscando entre libros de códigos telegráficos, finalmente dio con el adecuado, un apartado dentro de un libro de señas utilizado por el ejército de los Estados Unidos.
Aquellas enigmáticas palabras en realidad eran códigos que las estaciones de meteorología de Canadá y los Estados Unidos utilizaban para informar de forma rápida y fiable a sus vecinos para que pudiesen prever hasta qué punto podría llegar a cambiar el tiempo en los próximos días. Una muestra de cómo debían ingeniárselas ciertos grupos de científicos en aquella época para comunicarse entre ellos.
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