Una de las principales preocupaciones de los usuarios a raíz del aumento de popularidad de la inteligencia artificial es la hipotética pérdida de trabajo que esto implica. Aunque Sam Altman (CEO de OpenAI) reveló una extensa lista con los puestos de trabajo que no corren este riesgo, muchas personas han visto cómo una IA ha tomado su lugar en los últimos meses. Y eso, en esencia, es lo que le sucedió a Emily Hanley, una escritora y humorista freelance que, después de escribir textos para varias empresas, se topó con que estas optaron por exprimir las bondades de ChatGPT en lugar de sus capacidades como autora.
Como señaló en una entrevista concedida a Business Insider, esta situación no fue flor de un día. Durante años, Hanley se ganó la vida redactando artículos para sitios web, posts para redes sociales y campañas de marketing por correo electrónico. Gracias a ello, la escritora había conseguido un gran número de clientes con los que trabajaba mes tras mes. Sin embargo, a raíz del incremento de popularidad de ChatGPT, comprobó que el número de pedidos comenzaba a reducirse. De esta forma, pasó de 10 semanales a 5, una cifra que luego bajó a 3 y, por último, a solo 1 a la semana. Y, para su desgracia, ChatGPT es el principal culpable.
Tardó varios meses en encontrar un nuevo trabajo
Al preguntarle a su jefe qué sucedía, este le señaló que los clientes preferían una opción más barata que, además, era más inmediata. A diferencia de un humano, ChatGPT puede escribir las 24 horas del día sin exigir remuneración a cambio, un factor que algunas empresas comienzan a valorar en exceso. Para desgracia de Hanley, este fue el comienzo de su calvario, ya que señala que durante tres meses no paró de “solicitar trabajos de redacción de contenidos”, una situación que llevó a aumentar su desesperación como “una madre con un hijo tímido”.
Durante dicho periplo, Hanley rechazó un trabajo bien remunerado que tenía relación directa con la IA. En esencia, su labor consistiría en entrenar a un modelo de lenguaje para que alcanzase el punto de eficiencia máxima, una situación que se traduciría en un despido una vez llegase este punto. En la actualidad, Hanley se convirtió en embajadora de marca y ofrece muestras de agua mineral a los clientes que frecuentan distintas tiendas. Y, por desgracia, su historia es una de esas que se ven marcadas por el crecimiento de la inteligencia artificial.
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