Los bongos de Donkey Kong no fueron los primeros, 30 años antes el creador de Game Boy ya demostró que Nintendo se atreve con todo

Los bongos de Donkey Kong no fueron los primeros, 30 años antes el creador de Game Boy ya demostró que Nintendo se atreve con todo

Ele-Conga, una abreviación de Electronic Conga, se vendió allá por 1972 como un instrumento/juguete diseñado por Gunpei Yokoi

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Donkey Konga

Antes de explorar el mundo de los videojuegos para convertirse en uno de los grandes titanes del sector, Nintendo estuvo experimentando con múltiples ámbitos que se podían beneficiar de la electrónica. Es por ello que, más allá de sus consolas y videojuegos, la historia indica que la Gran N también estuvo fabricando productos tecnológicos tan curiosos como el Ele-Conga; un aparato musical que, similar a los DK Bongos lanzados posteriormente para GameCube, ofrecía la posibilidad de jugar con el ritmo y la música.

Porque, como ya te imaginarás por su propio concepto, Ele-Conga se presentaba como un bongó electrónico/juguete para practicar y disfrutar de melodías propias de la percusión. Y lo más curioso es que este periférico lanzado allá por 1972 (recordemos que la mítica NES llegó al mercado japonés en 1983) fue diseñado por el mismísimo Gunpei Yokoi; inventor de la legendaria Game Boy y las Game & Watch. Lo que, sin duda, convierte este instrumento musical en uno de los aparatos más curiosos de la historia de Nintendo.

Cuando Nintendo no tenía nada que ver con videojuegos

Al contrario de lo que sucedía con los ya mencionados DK Bongos, el periférico imprescindible para disfrutar de la saga Donkey Konga, este Ele-Conga no tenía nada que ver con videojuegos. Simplemente, y como recuerdan desde el blog Beforemario, se trataba de un bongó con cinco botones situados en su parte superior que ofrecían una experiencia similar (al menos, en la medida de lo posible) a las sensaciones de tocar un instrumento real. De este modo, el usuario no necesitaba complementos extra para disfrutar de sus ritmos musicales, al contrario de lo que sucede con el periférico oficial de GameCube.

Ele Conga

¿Y cómo funcionaba exactamente? Pues, siguiendo con los botones mencionados en el párrafo anterior, la idea de Nintendo era que el usuario pudiera hacer sonar sonidos totalmente diferentes (pero, claro está, dentro de la familia de los instrumentos de percusión) con cada una de las cinco teclas del Ele-Conga. En este sentido, el aparato era capaz de reproducir los ruidos propios de la caja, las maracas, las palmadas, las congas altas y las bajas. Además, la Gran N facilitaba los primeros pasos de los clientes introduciendo unas partituras físicas con guías para tocar ritmos como el Mambo o el Chachachá.

Con Ele-Conga, los usuarios podían crear ritmos basados en instrumentos de percusión como el Mambo o el Chachachá.

En resumidas cuentas, hablamos de un producto dirigido exclusivamente a quienes quisieran iniciarse en el mundo de la música a través de un juguete sencillo de usar. De hecho, su precio no alcanzaba cifras desorbitadas: en Japón, Ele-Conga se distribuyó con un precio de 9.800 yenes (equivalente a algo más de 58 euros). Y, por si esto fuera poco, Nintendo redobló su apuesta por este instrumento/juguete lanzando un extra para quien buscara la experiencia completa.

Un periférico para que empiece la fiesta

Hablamos de Autoplayer, un aparato adicional que se vendía por 1.200 yenes (poco más de 7 euros) cuya función se centraba exclusivamente en reproducir ritmos concretos de danzas populares. Adaptándose a un Ele-Conga original a través de sus puertos de conexión, este periférico destacaba tanto por las posibilidades ya comentadas como por su funcionamiento interno, que consistía básicamente en seguir los patrones de discos personalizables.

Porque Autoplayer no integraba los ritmos de la Samba, la Rumba, el Rock y otras opciones musicales en su sistema interno, sino que se limitaba a funcionar como un altavoz para una combinación instrumental pre-programada en discos de papel plagados de agujeros; formato que permitía su lectura y reproducción. Poniendo cada muestra en el aparato, que actuaba de forma similar a un tocadiscos, el usuario podía girar una manivela para hacer sonar un bucle melódico. Al manipular la manivela con más rapidez, el sonido salía del dispositivo con mayor velocidad, y viceversa.

Y el jugador tenía la oportunidad de crear sus propios discos de ritmos. Además de incluir ocho discos programados previamente, el pack de Autoplayer también contaba con diez discos "vírgenes" y una herramienta para hacer agujeros en sus superficies de papel. De este modo, el jugador podía elaborar una melodía única y reproducirla en bucle a través de este periférico. Huelga decir que, pese a lo curioso de la idea, Nintendo no decidió explorar a fondo el mundo de los instrumentos electrónicos. Al menos, sabemos que el mítico Yokoi llevó su talento al mundo de los videojuegos para darnos experiencias únicas tanto en términos de hardware como con las sagas Metroid y Kid Icarus; todo esto, teniendo el particular Ele-Conga apuntado en su extenso currículum.

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