La operación ayudó a atrapar a 800 sospechosos e incautar más de 48 millones de dólares
Funcionó tan bien que provocaron una escasez de móviles Google Pixel
Cuando la plataforma encriptada EncroChat quedó comprometida por las autoridades europeas, los criminales encontraron la alternativa perfecta en una compañía que estaba vendiendo teléfonos seguros entre redes clandestinas para garantizar su seguridad. La había creado el FBI.
Aquellos teléfonos no podían realizar llamadas o acceder a internet, y lo único que funcionaba en ellos era una aplicación de mensajería cifrada llamada ANOM que, por ser ultraseguros, rápidamente se extendieron por el mundo gracias al boca a oreja llegando a más de 100 países de la mano de más de 12.000 dispositivos. Aquello fue el inicio de uno de los mayores engaños del sector de la ciberseguridad.
El engaño de la startup del FBI
Esta peculiar startup del mundo criminal ofrecía todo lo que una organización de este estilo podía desear. Sus teléfonos estaban protegidos con cifrado de extremo a extremo, los servidores estaban alojados en países donde las leyes sobre este tipo de comunicaciones no podían ser perseguidas, y sus redes de distribución estaban ligadas a distintos grupos criminales de Australia, Europa y Estados Unidos.
Lo que no sabían todos ellos era que, gracias a una puerta trasera implementada en la propia aplicación, los mensajes enviados a través de la plataforma eran copiados y enviados directamente al FBI y a otras autoridades, donde los mensajes cifrados aprovechaban esa vulnerabilidad para volverse visibles a ojos de la policía.
La popularidad de estos dispositivos hizo que el FBI tuviese que colaborar con Google para el envío masivo de bolsas llenas de teléfonos Google Pixel a Europa porque, debido a la operación detrás de la modificación de estos terminales, se estaban agotando. Miles de teléfonos que luego eran repartidos entre las autoridades para que equipos infiltrados en dichas organizaciones y redes de distribución siguieran haciendo girar la rueda.
Tras años acumulando mensajes, y antes de que las organizaciones criminales empezasen a sospechar, la operación se detuvo y distintas agencias alrededor del globo se organizaron para coordinar operaciones masivas en todo el mundo. El resultado fue el arresto de 800 sospechosos y la incautación de toneladas de sustancias ilegales, armas y más de 48 millones de dólares en distintas monedas y criptomonedas. Con ello, el caso de ANOM se convirtió en uno de los mayores logros en la historia de la ciberseguridad.
Imagen | Al Elmes
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