Desde que la humanidad entendió el coste que implicaba generar energía, tanto a nivel monetario como de explotación de recursos -y las consecuencias detrás de ello-, la búsqueda de una energía limpia, segura e ilimitada se ha convertido en un objetivo primordial. El proyecto ITER, el desafío de crear un Sol en la Tierra para aprovechar su energía como si fuese una batería casi infinita, es lo más cerca que hemos estado de llegar al final de ese camino.
Llamado así por las siglas de Reactor Termonuclear Experimental Internacional, el proyecto ITER es una colaboración entre más de 30 países y aún más empresas de alta tecnología que se está construyendo en Francia para demostrar que la fusión nuclear, el proceso que utiliza el Sol como fuente de energía, es una alternativa viable para generar energía.
A diferencia de lo que ocurre con la fisión nuclear de las plantas nucleares, donde lo que se persigue es separar átomos, aquí el proceso consiste en combinar dos núcleos atómicos para dar forma a uno más grande. Una mezcla de presión y calor en la que, al fusionarse los núcleos, se genera una explosión de energía que podríamos convertir en una fuente de energía segura, sostenible y casi ilimitada.
El siguiente paso del proyecto ITER
El hito conseguido por el proyecto ITER ha sido terminar de dar forma al Tokamak, la máquina con forma de donut que utilizará campos magnéticos para ofrecer las condiciones necesarias para mantener la fusión. A partir de ahora empieza la siguiente parte del reto, que implica no sólo poner a funcionar la máquina, sino también alcanzar un punto en el que la energía generada termine siendo mayor que la que consume para poder funcionar.
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