Que el género del True Crime está en auge es algo fácil de apreciar a poco que te pasees por la portada de Netflix o tu aplicación de podcast favorita. Que hay una forma de retorcer esa fiebre hasta convertirla en un negocio a través de YouTube de la forma más cuestionable posible es algo que, pese a difícil de sorprender a estas alturas, no deja de resultar impactante.
Henry Larson, creador de unos canales de YouTube de True Crime que más visitas y seguidores acumulaba desde hace años, alcanzó la audiencia suficiente para dedicarse plenamente a su canal, donde a través de sus vídeos relataba algunos de los casos más escabrosos que nos ha dado el género. Ahora Google le ha cerrado el canal tras descubrir que detrás de ellos había gato encerrado.
Éxitos con más de 2 millones de visualizaciones
La liebre sobre su caso saltó a finales del año pasado de la mano de uno de sus vídeos más exitosos. Pese a contar con más de 150 vídeos similares había uno en concreto que, sumando más de 2 millones de visualizaciones, no terminó en llamar la atención de la gente. En él se explicaba el caso de un crimen ocurrido en la ciudad de Littleton, en Colorado, que arrastró suficiente fama como para que el público quisiera saber más sobre él.
Lamentablemente, al buscar información en medios locales nadie conseguía profundizar más allá de lo que explicaba el vídeo. Parecía que alguien había querido enterrar el caso y, en ese particular caldo de cultivo de conspiraciones que a menudo es internet, la gente empezó a contactar con una periodista de la zona para averiguar qué diantres había pasado allí y descubrir por qué no se había hecho eco la prensa.
Cautivada por la historia y el misterio que había detrás, la periodista empezó a indagar contactando con el departamento de policía buscando pistas sobre ello, pero las imágenes del pueblo que aparecían en el vídeo no se parecían en absoluto a la ciudad de Littleton, y cada hilo del que tiraba era un absoluto callejón sin salida.
Tal y como ocurría con todos aquellos vídeos, lo que se relataba en ellos seguía a pies juntillas el decálogo de cómo hacer un buen True Crime a nivel de ritmo, formato y, por descontado, morbosidad, pero el problema era que ninguno de ellos era cierto. Más que una recopilación de vídeos True Crime, aquello era un ChatGPT Crime.
No lo llames True Crime, llámalo ChatGPT Crime
Tras conseguir contactar con el youtuber en mitad del escándalo, 404 Media confirmó por boca del propio creador de contenido que ninguno de los crímenes que había dado a conocer en su canal eran ciertos. Todos se habían creado de la mano de ChatGPT y generadores de imágenes con inteligencia artificial en base a los detalles que Larson introducía. Tras ello, en apenas dos horas montaba un nuevo vídeo y los publicaba a un ritmo de dos casos por semana.
Según el creador, no cree que estuviese haciendo nada malo y, de hecho, se defendía asegurando que lo hacía por una razón: "Debe llamarse True Crime porque el True Crime es un género. Quería que la audiencia se parase a pensar en por qué les importa tanto que sea verdadero, por qué les importa tanto que personas reales estén siendo asesinadas. Estoy tratando de sobrecargar al espectador a base de sensacionalismo, para tratar de enfrentarlos al hecho de que estén tan interesados en todo lo sensacionalista. Las vidas secretas de las personas, sus asuntos secretos que son tabú".
Cuenta que, aunque en sus primeros vídeos decía claramente que detrás de la creación había una historia generada por inteligencia artificial, el mero hecho de enfrentarse a la palabra IA hacía que la gente desconfiase de ellos. Cuando dejó de hacerlo, el éxito de sus vídeos empezó a subir como la espuma y decidió dedicarse plenamente a ello.
Preguntados por las razones que les han llevado a cerrar el canal, desde YouTube aseguran que han "eliminado el canal en cuestión por múltiples violaciones de nuestras Normas de la Comunidad, incluidas nuestras políticas de seguridad infantil que prohíben la sexualización de menores". Sobre el cuestionable fraude detrás de intentar colar historias falsas como reales, en cambio, no han mencionado nada.
Imagen | Campbell Jensen
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