Tras aterrizar el pasado 2 de junio en la cara oculta de la Luna, China acaba de completar el siguiente paso de su complejo desafío espacial. El pasado 25 de junio la sonda china Chang’e-6 aterrizó en la Tierra con un preciado tesoro entre sus muestras recogidas: los primeros restos del satélite del lado que no es visible desde nuestro planeta.
China se apunta con ello no sólo el tanto de ser el primer país en pisar la cara oculta de la Luna, sino también el logro de haber conseguido suficientes muestras para que la CNSA pueda estudiar toda la información posible de cara a futuras misiones. Y lo cierto es que lo van a necesitar, porque sus planes son de lo más ambiciosos.
El reto, un desafío especialmente difícil en nuestra particular conquista espacial por el hecho de enfrentarse a problemas de comunicación y una zona de la Luna difícil de monitorizar, se completaba con éxito con el regreso y la recolección de los materiales que portaban tras aterrizar la sonda en la región de Mongolia.
Los planes de China en la Luna
Gracias a dichos materiales ahora los científicos chinos podrán analizar mejor la estructura de la Luna, su evolución y, por descontado, también ofrecer información de primera mano que sirva a sus futuras misiones al satélite y los planes que China tiene para su investigación en suelo lunar. El más ambicioso de todos, el que pretende construir una base en la Luna, está planeado para el 2030.
Imagen | Valys en Midjourney
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