Cómo una pelea en el Japón del siglo XV terminó con Norman Reedus transportando cajas en el Death Stranding de Hideo Kojima

  • El juego de Hideo Kojima para PS5 se basa en un dicho popular japonés

  • Las batallas de Kawanakajima se convirtieron en un símbolo de nobleza y conexión

Es probable que, si has seguido la actualidad de Death Stranding 2, hace meses te topases con lo que para Occidente fue todo un descubrimiento sobre los porteadores de la aventura de Hideo Kojima. Convertido en viral gracias a un tuit que daba a conocer fuera de Japón la profesión de los bokka, fue entonces cuando muchos conocimos el papel de estos repartidores que llevan suministros a casas remotas de la montaña. Sin embargo, es menos probable que conozcas el origen de esta curiosa y sorprendente práctica.

La clave está en lo que hoy en día es ya una tradición en Japón de la mano del concepto "Kawanakajima no Seijitsu" derivado de las crueles batallas del mismo nombre. Una suerte de lema que, traducido a nuestro idioma, se convertiría en algo similar a "la lealtad de Kawanakajima", una forma de entender el respeto entre los japoneses que varios siglos después terminaría convirtiéndose en la inspiración de Death Stranding y sus porteadores.

Las batallas de Kawanakajima del Japón Feudal

Durante los siglos XV y XVI, Japón estaba sumido en un periodo de guerras entre diferentes grupos de daimyos, los señores feudales que luchaban entre ellos por hacerse con regiones capaces de ampliar tanto su extensión de territorio como la economía de sus clanes. De entre todos ellos, hubo dos grupos que se enzarzaron en una serie de batallas que, pese a provocar numerosas bajas, vivieron un giro inesperado que terminaría provocando un cambio cultural entre los japoneses.

Los damyos protagonistas de aquél conflicto eran Uesugi Kenshin, señor de la provincia de Echigo, y Takeda Shingen, que dominaba con firmeza las regiones de Shinano y Kai. A través de cinco enfrentamientos que se dieron a conocer como las batallas de Kawanakajima, por la llanura estratégica que se encontraba en lo que hoy en día es Nagano y que estaba separada por dos ríos, ambos clanes se enfrentaron por el control del terreno sin un vencedor claro.

El problema era que, por la lucha por el control del periodo entre clanes, la región montañosa de Takeda Shingen se vio asediada por otros grupos rivales. Buscando minar las fuerzas de un clan que se valía de la altura y difícil acceso de sus montañas para hacerse fuerte, la estrategia para frenar su avance por parte de otros damyos se concentró en frenar su acceso a la sal mediante bloqueos.

Tan útil para la vida cotidiana como para la conservación de los alimentos, en aquél período la sal era un bien imprescindible para la supervivencia, pero sin tener acceso directo al mar para poder extraerla, las posibilidades de Takeda Shingen en aquellos enfrentamientos se vieron profundamente mermadas. Sin embargo, la jugada de Uesugi Kenshin cambió aquella situación por completo modificando la mentalidad japonesa. Un noble giro que, siglos después, Hideo Kojima terminaría elevando aún más con Death Stranding y su secuela.

El origen de los porteadores de Death Stranding

La región de Uesugi Kenshin sí tenía acceso al mar y gozaba de una gran abundancia de sal, pero el damyo también tenía un gran sentido de la justicia que le impedía mantenerse de brazos cruzados pese a la ventaja que aquella situación ofrecía sobre su archienemigo. En un sorprendente acto de nobleza, decidió suministrar él mismo la sal que le habían privado a Takeda Shingen el resto de clanes.

Mediante una carta que rezaba "un embargo de sal es cobarde e injusto. Te lucharé con arcos y flechas, no con arroz y sal. Te ruego que de ahora en adelante obtengas sal de mi tierra…", los dos clanes dieron forma a lo que desde entonces se dio a conocer como la Carretera de la Sal. Un camino de seis días de marcha a través de las montañas que, a diferencia de las rutas comerciales convencionales de Japón, no tenían a nadie que las recorriese.

Es a partir de entonces cuando, de la mano de granjeros y sus mujeres, la idea de los bokka y sus particulares mochilas cargadas de recursos como medicinas, algodón, soja y, por supuesto, grandes cajas de sal que llegaban a pesar hasta 47 kg, empezaron a recorrer la ruta intercambiando bienes entre los pueblos de la región montañosa. Una tarea que, por lo complicado del terreno, sólo en parte podía hacerse ayudados por caballos y bueyes.

Con el tiempo el camino empezó a inundarse de templos y santuarios que daban descanso y fuerza a los bokka mientras, con su generoso acto, entre la cultura popular japonesa crecía la expresión "enviar sal a tu enemigo" como metáfora para no aprovecharte de sus desventajas para enfrentarte a él. Los 120 kilómetros de la Carretera de la Sal, aún a día de hoy recorribles y frecuentados por los bokka, se tradujeron en la necesidad de conectar al mundo pese a las adversidades que dio sentido a Death Stranding y sus peculiares caminatas a lo bokka.

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