Frente a la idea de cruzarte con un Pokémon con forma de dragón gigante o hacerlo ante uno pequeñito con aspecto de un simpático helado, sería fácil adivinar que en cualquier ocasión escogieses el segundo. El primero es lo suficientemente grande y aparentemente agresivo como para convertirte en su merienda si el universo de Nintendo permitiese ese escenario (lo siento, me temo que sí lo contempla) El otro, ya sea en forma de postre o de un entrañable niguiri de sushi, resulta a todas luces mucho más inofensivo, ¿verdad? Error.
La clave está en que, si en una voltereta de esas que tanto nos gustan mezclamos la ciencia ficción de algo como Pokémon con el mundo real, lo que arrojan esos animalejos es un peligro mucho mayor que cualquier otra bestia. Si a las grandes y agresivas es fácil verlas venir, los Pokémon con aspecto que recuerda a elementos de la vida cotidiana pueden resultar mucho más peligrosos. Es lo que la ciencia ha dado a conocer como food mimicry.
Estos Pokémon no son lo que parecen
Volvamos al mundo real y detengámonos un segundo ante algo tan bonito como una mariposa. En concreto, echemos un vistazo a lo que hacen los licénidos, una familia de unas 6.000 especies a las que se conoce comúnmente como mariposas sedosas. Una de sus principales fuentes de alimentación cuando aún están en la etapa de larva consiste en emitir unas feromonas que las hormigas obreras captan como dos elementos esenciales para su supervivencia.
Por un lado creen que estas pequeñas larvas son de hormiga y deben cuidarlas. Por el otro, emiten una secreción azucarada que, en caso de no convencer a la hormiga con el otro truco, hará irresistible que la arrastren hasta su hormiguero. Allí, sus padres adoptivos se encargarán de alimentarlas y, si en algún momento necesitan llenarse más el estómago, lo harán a base de comer larvas de hormiga.
Como una suerte de señuelo alimentario, hay animales que han desarrollado una capacidad asombrosa para engañar a otras especies haciéndoles creer que son parte de su cadena alimenticia. Arañas que tejen redes en forma de flores para atraer a las abejas, serpientes con colas que simulan ser una araña para cazar a los depredadores que acudan a comerlas, tortugas con una lengua inmensa que mueven como si fuese un gusano para zamparse a los peces que acuden a por él…
Ahora pensemos en ese Pokémon con pinta de helado o el que parece una pieza de sushi y extrapolemos ese mismo mecanismo de caza. Mírame, soy un simpático postre de aspecto inofensivo y entrañable, acércate a mí. Puede que a la hora de crearlos sus diseñadores estuviesen más cerca de la imagen simpática con la que rellenar cartas coleccionables que en sus homólogos del mundo real, pero seguro que después de conocer el food mimicry nunca volverás a verlos de la misma forma.
En 3DJuegos | El Modo Avión no se utiliza para garantizar la seguridad del vuelo. La clave está en todo lo que hay por debajo
Entrar y enviar un comentario