Que Elon Musk tenga la cabeza en el espacio (muy en el espacio) no necesariamente significa que siempre esté equivocado. Con su último comentario sobre la escala de Kardashev, y sin que sirva de precedente dado su historial de burradas y más que cuestionables decisiones, en esta ocasión tiene algo de razón.
Archiconocida entre los círculos obsesionados con la conquista del espacio y la búsqueda de vida extraterrestre, la escala Kardashev a la que aludía recientemente Elon Musk es una forma tan simple como sofisticada de plantear en qué punto se encuentra nuestra civilización y que deberíamos hacer para poder avanzar.
Elon Musk, la escala Kardashev y la energía solar
En la escala Kardashev, las civilizaciones de Tipo 1 son aquellas que son capaces de aprovechar al máximo la energía de su estrella más cercana. Dicho de otra forma es como si toda la energía que utilizamos durante un día cualquiera en la Tierra procediera del Sol.
En el caso de las civilizaciones de Tipo 2, la clave está en que tienen la tecnología suficiente como para aprovechar toda la energía de esa misma estrella. Es decir, que mediante una tecnología como las de las Esferas Dyson, puedan rodear el sol para aprovechar toda su energía.
Por último están las civilizaciones de Tipo 3, aquellas capaces de aprovechar la energía de todos los soles de su galaxia. Es justo en este punto en el que introducimos a todas esas especies extraterrestres capaces de viajar por el espacio y aprovechar todos los recursos que el espacio pone a su disposición. Pese a que este último se nos queda muy en el ámbito de la ciencia ficción, en realidad los otros dos puntos no son objetivos tan descabellados.
El primero, al que hace alusión Elon Musk al decir que "basta con hacer los cálculos para la energía solar en la Tierra y pronto te das cuenta cuenta de que un rincón relativamente pequeño de Texas o Nuevo México puede suministrar fácilmente toda la electricidad de Estados Unidos", en realidad sería tan fácil como cubrir de placas solares una zona de apenas 2,5 kilómetros cuadrados en la Tierra para recibir 2,5 GW de energía solar.
Aunque hasta hace relativamente poco la idea de nutrirnos únicamente del Sol para satisfacer nuestras necesidades energéticas parecía una locura, inventos como el de las células de perovskita, para recubrir edificios como si fuesen una placa solar gigante, hacen que resulte un objetivo mucho más asequible.
Por otro lado, el principal problema al que se enfrentaba la energía solar era que, por la intermitencia de la energía solar provocada por la meteorología o los ciclos de día y noche, el almacenamiento de toda esa energía se nos escapaba entre los dedos. Ahora, gracias a innovaciones y alternativas, como la liberación de energía mediante ascensores, hace que soñar con la idea de convertirnos en una civilización de Tipo 1 sea una realidad mucho más cercana que hace apenas una década.
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