A finales de la década de 1880 se encontró en el río Sena de París el cuerpo de una joven que se había ahogado en extrañas circunstancias. Nadie sabía quién era o qué le había ocurrido, pero por cuestiones históricas difíciles de entender a día de hoy, la mujer se hizo famosa entre la población parisina en una historia que salta de una voltereta de guión a otra hasta resultar surrealista.
El caso es que en aquella época, cuando ocurría algo así y no conseguían identificar el cuerpo, lo colocaban en una habitación refrigerada para que la gente acudiese allí y reconociese a algún familiar desaparecido. El caso se dio a conocer como L’Inconnue de la Seine, traducido como la mujer desconocida del Sena, y por alguna extraña y turbia razón se convirtió en la típica atracción de la época que todo el mundo iba a visitar como si aquella sala fuese un inexplicable entretenimiento. El hecho ya de por sí resulta lo suficientemente extraño como para sorprender, pero en realidad no ha hecho más que empezar.
Una cara que ha salvado a más de 2,5 millones de personas
Tras pasar un tiempo prudencial, el cuerpo de la joven terminó enterrándose en una fosa común, pero antes de que aquello ocurriese, un perturbado que trabajaba en la morgue y que aseguraba estar fascinado por la belleza de la joven, hizo un molde de su cara. De la noche a la mañana, las máscaras de L’Inconnue de la Seine se convirtieron en el objeto de moda entre la sociedad parisina. Con el tiempo la moda pasó y la historia pasó a convertirse en otro episodio oscuro más de nuestra, más a menudo de lo que nos gustaría reconocer, turbia civilización.
La casualidad quiso que, casi 100 años después, el hijo de 2 años de un juguetero llamado Asmind S. Laerdal, estuviese a punto de perder la vida por un ahogamiento. Fue eso lo que le empujó a colaborar con el Doctor Peter Safar cuando, tras inventar el método de reanimación CPR, este último acudió al juguetero para que le ayudase a dar forma a un muñeco mediante el que poder enseñar al mundo cómo funcionaba el método del boca a boca y la reanimación cardiopulmonar.
De entre todas las máscaras que Laerdal tenía para dar forma a sus muñecos, eligieron el de la joven parisina para crear el Resusci Anne, el maniquí que desde entonces se utiliza para enseñar CPR en facultades de medicina, cursos de reanimación cardiopulmonar, e incluso colegios e institutos. Del maniquí se dice que es la cara más besada de la historia y, pese a lo macabro de su pasado, la mujer desconocida del Sena ha ayudado a salvar la vida de más de 2,5 millones de personas en todo el mundo.
Imagen | Leslieroo en Midjourney
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