Esta película de Disney se convirtió en su joya de la corona por pura casualidad. Gracias a ella nació un parque que gana más que Disneyland París

  • En 1997 Disney compró una isla privada que dominaban los piratas en el siglo XVIII

  • Hoy es uno de los negocios Disney que más millones genera

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Hace mucho que Disney dejó de ser una compañía orientada principalmente a las películas, al menos a nivel empresarial. La muestra está en que su apuesta por los parques de atracciones cada vez es más agresiva, con expansiones como la de Disneyland París o la apertura de nuevas zonas y experiencias en sus parques más famosos. Sin embargo, hay un negocio de la compañía de Mickey Mouse del que se habla menos de lo que se debería.

Tal y como recogía Forbes recientemente, Disney ha obtenido la jugosa cantidad de 220 millones de dólares en dividendos de un único parque, y a diferencia de Disneyland, este no tiene ni atracciones ni grandes montajes, se trata de una isla privada perdida en medio de las Bahamas. Y la clave detrás del negocio está en una película de Tom Hanks de principios de los 80 que muchos recuerdan con cariño.

La película de Tom Hanks de la que nació un parque Disney

A principios de los 80, en plena explosión del éxito de Tom Hanks, el actor se une a otra estrella del momento, Daryl Hannah, para dar forma a una historia de amor en la que una sirena se enamora de un hombre y va en su búsqueda hasta Nueva York.

Por ser la típica historia de amor de aquella época, pero también porque la sirena aparecía desnuda cada vez que salía del agua y su cola se convertía en piernas (en su llegada a Disney+ se censuró una de sus escenas, pero la polémica hizo que se replanteasen la jugada), la película Splash -conocida por estos lares como 1, 2, 3… Splash por alguna extraña razón- se convirtió en todo un éxito.

Lo que realmente nos interesa de ella, en cualquier caso, es que al grabar en la playa en la que Tom Hanks se encuentra con la sirena en dos ocasiones, los directivos de Disney se percataron de una peculiaridad de la isla en la que se realizó la filmación. Su costa era lo suficientemente profunda para que grandes barcos pudiesen atracar en ella.

Cuando en 1996 Disney inauguró su compañía de cruceros para sumarla al negocio de sus parques de atracciones, sabía perfectamente cómo sumar la guinda perfecta a su prometedor pastel. Aquella isla, conocida hasta entonces como Gorda Cay, pasó a convertirse en propiedad de Disney en 1997 mediante un acuerdo con el gobierno de las Bahamas que le permitía explotarla de forma privada bajo un contrato de 99 años.

La isla de Gorda Cay que había sido custodiada por piratas en el siglo XVIII, y que se había convertido en la introducción de Splash, pasaba a llamarse ahora Castaway Cay, convirtiéndose así en el puerto de atraque de los cruceros Disney gracias a que sus enormes trasatlánticos podían amarrar en su puerto sin necesidad de lidiar con botes que llevasen a los viajeros desde el barco hasta tierra firme.

Plagada de restaurantes, tiendas, preciosas playas, y unas cabañas que se alquilan por 880 dólares la noche, Castaway Cay es hoy uno de los negocios más prolíficos, tranquilos y exclusivos de Disney, y también la razón por la que gran parte del negocio de la compañía se está orientando en ese sentido con nuevos cruceros y la adquisición de nuevas islas en las Bahamas.

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