Los vídeos en los que se muestra la realidad detrás de las idílicas imágenes de los influencers en destinos vacacionales normalmente nos llevan a Venecia o Santorini, pero no son ni de lejos los únicos casos en los que su fama a nivel turístico se ha convertido en una pesadilla no sólo para quienes viajan hasta allí pensando que van a cruzarse con un lugar paradisíaco, también para sus habitantes. Hallstatt, el pueblo austríaco que inspiró Frozen, lleva mucho tiempo intentando ponerle freno.
Convertida en Patrimonio de la Humanidad no sólo por su belleza, sino también por cómo su historia se remonta hasta la Edad de Bronce, el pueblito austríaco de menos de 1.000 habitantes ha visto cómo se llenaba de turistas hasta alcanzar la friolera de 10.000 visitantes por día en una extensión de terreno que apenas alcanza para un paseo de menos de media hora.
La lucha del pueblo de Frozen contra el turismo
Tal y como ocurría con el Monte Fuji, los habitantes del pueblo empezaron a tapar las vistas con palets para que sus jardines y vida privada no se convirtiesen en parte del foco de unas cámaras que en realidad apuntan al paisaje, y tal y como ha ocurrido con Venecia, la comunidad de Hallstatt incluso se planteó cobrar una entrada para controlar la afluencia.
Por ahora, conscientes de la necesidad de seguir exprimiendo esa fuente de ingresos mientras lidian con el flujo de turistas, a lo único que se han limitado es a intentar poner el freno reduciendo las plazas de aparcamiento y cobrando cerca de 10 euros por aparcar 3 horas en sus alrededores. En cualquier caso, si este verano lo has marcado como un sitio a visitar, ten muy en cuenta que será difícil que puedas recorrerlo con relativa tranquilidad.
Imagen | Theo Crazzolara
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