La contaminación acústica no es algo que nos moleste sólo en la calle. Casi sin darnos cuenta, el ruido es un problema que se ha hecho un hueco en el lugar de trabajo y que, pese a afectar a casi todos por igual, ha demostrado tener una brecha generacional en la que la Generación Z es la que más lo está sufriendo.
Convertido en "el flagelo oculto de la vida profesional" por boca del experto en temas de calidad de vida en el trabajo, Romain Bendavid, pese a que gozamos de soluciones que los eviten dentro del mundo de la construcción, hace mucho que dejó de ser una prioridad a la hora de dar forma a los edificios de oficinas.
Según un estudio realizado por Ifop, "la reducción del ruido en el trabajo debe convertirse en un enfoque importante" y, aunque podría parecer que el teletrabajo soluciona en gran medida este inconveniente, lo cierto es que las estadísticas no muestran un gran salto entre una opción de trabajo y otra. Mientras que el presencial es una fuente de incomodidad entre el 63% de los encuestados, el trabajo en remoto no se queda atrás con un 56%.
Convertido en una fuente de fatiga, cansancio y estrés que puede llegar a afectar en forma de trastornos del sueño, quienes más parecen verse afectados son los miembros de la Generación Z con un 64%, mientras que la cifra se va reduciendo al saltar de una generación a otra hasta llegar a unos Boomer que, en el rango de los trabajadores de más de 50 años, se ven afectados por la contaminación acústica en un 59%.
Separado en distintos sectores por el diario Les Echos, quienes trabajan en un espacio abierto son las principales víctimas con un 74% de los empleados. Los que se llevan la peor parte son, como era de esperar, quienes trabajan en la construcción con un 83%, por delante de agricultura e industria en un 72%, administración en un 62%, sector de servicios con un 58% y, por último, el comercio con un 55%.
Un problema subestimado
Con las organizaciones de salud situando el riesgo en la audición a partir de 80 decibelios, la exposición prolongada al ruido, incluso a niveles medios, puede terminar provocando una fatiga, estrés y ansiedad que, tal vez, no estemos teniendo en cuenta a la hora de enfocar nuestra jornada laboral de la mejor forma posible.
Imagen | Steinar Engeland
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