La Generación Z está tratando a sus superiores sin respeto: según sus jefes los jóvenes han perdido las formas, pero es más complicado que eso

La Generación Z está tratando a sus superiores sin respeto: según sus jefes los jóvenes han perdido las formas, pero es más complicado que eso

  • Las reglas del mundo laboral están cambiando para los jóvenes de la Gen Z

  • Las otras generaciones no ven con buenos ojos lo que consideran una falta de respeto

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Generacion Z Jefes
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Rubén Márquez

Editor - Trivia
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Rubén Márquez

Editor - Trivia

Cada vez resulta más evidente que la Generación Z trae un cambio bajo el brazo. Lo hace a nivel social, a nivel económico y, por descontado, también a nivel laboral. Es fácil que quienes se han criado en base a unas reglas terminen siendo fieles a ellas, y mientras que anteriores generaciones se agarran a lo tradicional y el respeto para marcar sus pasos, la Generación Z lo hace en base un mundo digital que hace mucho demostró ser el Salvaje Oeste.

Para muchos de sus superiores, el hecho de que la Generación Z se niegue a llamarles jefes es una cuestión de respeto: "es la forma informal con la que aborda el trabajo... Es el hecho de que me habla como si estuviera charlando con sus amigos el fin de semana". La realidad, sin embargo, es que los jóvenes no llaman jefe a sus superiores por ser irrespetuosos. Es bastante más complicado que eso.

La Generación Z no quiere llamarte Jefe

Las declaraciones, recogidas por Selena Rezvani al dirigir una sesión de coach con una directora que compartía su frustración con la Generación Z, son el ejemplo perfecto de cómo gran parte de la población no ha visto venir ese cambio de paradigma hasta que no lo ha tenido encima. Equivocarse en la valoración de esa presunta falta de respeto es sólo una pequeña parte de un problema mucho mayor: cómo esas reglas están cambiando.

A raíz de su afirmación, la autora y conferenciante habitual de las charlas TED destacaba qué otros aspectos están llevando a los jóvenes de la Generación Z a tener esa actitud respecto a sus jefes, recogiendo a su vez consejos sobre cómo reconducir la situación en vez de hacer de ello un conflicto que, aparentemente, no se va a solucionar de la noche a la mañana.

Rezvani habla de cómo los empleados de la Generación Z buscan un ambiente laboral colaborativo en el que todos remen en la misma dirección, cómo valoran a los jefes que sean transparentes y sepan reconocer sus errores, cómo chocan con la jerarquía porque buscan esa misma transparencia en sus comunicaciones y, sobre todo, por qué llamar jefe a un superior supone rendirse a tener que reconocerle unos méritos que tal vez no tenga. En resumen, cómo el liderazgo se gana porque el movimiento se demuestra andando, y no porque alguien lo diga o lo tenga escrito en una plaquita en la puerta.

No puede decirse que sea un enfoque incorrecto, francamente, y aunque opiniones aquí puede haber de todos los gustos, hay cierta lógica en lo que los Gen Z dan por hecho del mundo laboral frente al tradicionalismo autoimpuesto por otras generaciones. Pero, por encima de todo, lo más importante es que es consecuente. Basta con echar un vistazo a cómo se han criado para entender por qué actúan así ahora en el mercado laboral.

Un cambio en las reglas laborales motivado por las digitales

Es fácil ver un paralelismo entre lo que la Generación Z parece demandar a sus jefes y lo que innegablemente ha mamado al criarse en un entorno mayoritariamente digital. Desde los trabajos en Google Docs durante la pandemia hasta sus conversaciones en redes, de la transparencia demandada a sus ídolos a la búsqueda de segundas opiniones al valorar por encima de todo los comentarios en las tiendas digitales.

Punto por punto, esos cambios en las reglas laborales tienen sentido en base a las expectativas de la Generación Z. Esos trabajos colaborativos mano a mano son los que ahora chocan con la idea de enfrentarse a un jefe que no se arremangue por el bien común, sus conversaciones en redes se traducen en querer y poder decir lo que crean conveniente en un espacio abierto a todos por igual, la valoración frente a alguien que reconoce sus errores es lo que puede cambiar por completo el debate sobre el influencer de turno, y su foco en escuchar opiniones lo más diversas posibles se transforma en que, cuando llega una voz superior remarcando que algo debe hacerse así, y punto, les resulta inevitable arquear una ceja.

No es una cuestión de falta de respeto, sino la demanda de un respeto transversal. Una realidad laboral muy diferente a la que la Generación Z se está encontrando en el trabajo y que, como consecuencia, está generando más fricciones de las que sus superiores tienen tiempo para contar, desde escaquearse al trabajar hasta dejar a sus futuros jefes en espera tras una entrevista que aparentemente había ido bien.

Viendo que el mundo digital les ha enseñado a hablar de forma transparente y sin rodeos, que valoran la colaboración y el feedback constante tanto como la autonomía, y que para ellos la jerarquía es algo que debes ganarte a pulso y no dar nunca nada por sentado, tal vez ese cambio de reglas no resulte tan descabellado como podría parecer. Al fin y al cabo, el mundo digital también ha terminado devorando todo lo demás. Por algo será.

Imagen | Dariop en Midjourney

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