Internet está plagado de influencers de productividad diciendo que te duches con agua fría. Un estudio certifica que puedes dejar de hacerlo

No importa si es a través de los reels de Instagram o de los shorts de YouTube, si en algún momento has caído en tus redes sociales en un vídeo relacionado con la productividad laboral o el ejercicio físico en forma de sets de ejercicio, la posibilidad de que termine saltando algún vídeo con un señor recomendándote que te levantes a las 5 de la mañana y te des una ducha de agua fría para mejorar tu bienestar y reducir tu estrés es enorme.

Los influencers de TikTok recomendando la moda del agua fría se han convertido en legión, apuntando a cómo la práctica era la clave para reducir el estrés antes de enfrentarte a la jornada laboral o incluso reforzar tu sistema inmunológico. Las pruebas casi siempre se agarran a beneficios propios o lo que han dicho otros gurús de la productividad, así que la Universidad del Sur de Australia se animó a investigar la práctica para intentar comprender qué había de cierto detrás de ella.

Puedes dejar de seguir a los influencers que recomiendan duchas de agua fría

Los investigadores organizaron 11 estudios globales con la intención de revisar hasta qué punto los baños en agua helada reflejaban esos supuestos beneficios y, a diferencia de la verdad absoluta que defendían los gurús de redes sociales, lo cierto es que no encontraron evidencias suficientes que sustenten la práctica.

Los grupos de control se enfrentaron a inmersiones y duchas de agua fría con temperaturas que iban desde los 7 hasta los 15 grados en sesiones que se movían entre los 30 segundos y las dos horas. Para sorpresa de casi nadie que se haya tenido que enfrentar a esa tortura, la inmediatez en la reducción de los niveles de estrés no aparecía en ningún momento y, como mucho, lo hacían levemente durante las 12 horas posteriores a la exposición a agua fría.

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En aquellos casos en los que los participantes aseguraban que su calidad de vida era ligeramente más alta tras duchas de agua fría de entre 20 y 90 segundos, los efectos habían desaparecido tras tres meses experimentando con esa práctica. Con las mejoras en la calidad del sueño, la productividad y el sistema inmunitario, ocurrió exactamente lo mismo. El estudio terminó certificando que la exposición a agua helada sí podía llegar a manifestar algunos de esos efectos, pero ni tenían una eficacia generalizada ni se mantenían en el tiempo.

El único grupo que se vio afectado positivamente por la práctica fueron los atletas de élite que, de forma similar a lo que ocurre con las agujetas, demostraron experimentar un aumento significativo en la inflamación de los músculos, lo que derivaba en el daño muscular que los fortalece tal y como ocurre cuando hacemos ejercicio intenso. Así que si tu objetivo con las duchas frías no está relacionado con correr una maratón o muscular de forma más eficiente tras acudir al gimnasio, si sólo lo haces con la intención de sentirte mejor o aumentar tu productividad en el trabajo, la ducha calentita es bastante más apetecible e igual de útil.

Imagen | Jorge Fernández

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