Una exdirectiva de Facebook ha publicado un libro que Mark Zuckerberg no quiere que leas: expone las supuestas prácticas de la cúpula de Meta

Su nombre es Sarah Wynn-Williams y, desde la publicación de su libro con sus memorias, se ha convertido en el enemigo número uno de Mark Zuckerberg y los abogados de Meta. La razón es que en Careless People, esta exempleada de Facebook destapa algunas de las mayores vergüenzas de la cúpula directiva de la compañía que, según explica, vivió en primera persona.

La pasada semana los abogados de Meta emprendieron acciones legales contra Wynn-Williams, aunque no contra la editora, empujando a la exempleada a dejar de promocionar el libro. Según comentan, como empleada de Facebook firmó un acuerdo de no menosprecio que queda en entredicho con lo expuesto en el libro, pero eso no ha impedido que hable largo y tendido de todo lo que vivió en los seis años que pasó junto a Zuckerberg y compañía.

Las mayores vergüenzas de Mark Zuckerberg y Meta

El alegato de Wynn-Williams parece residir en que, pese a ser despedida por lo que desde Meta se anunció como "descenso del rendimiento y comportamiento tóxico", la exempleada cree que todo se redujo a un castigo por reportar a recursos humanos varios casos de acoso que la compañía quiso opacar. En el libro, de hecho, asegura contar algunos de ellos.

Sarah Wynn-Williams trabajó como Directora de Políticas Públicas Globales en Facebook de 2011 a 2017, y según comenta en el libro, durante ese tiempo vivió situaciones como ver a Sheryl Sandberg, antiguo COO de Facebook, pedirle a su asistente que comprara prendas de lencería por valor de 13.000 dólares que luego le invitó a probarse en un avión.

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Cuenta también que, tras su embarazo, Joel Kaplan, vicepresidente de políticas globales y jefe de Wynn-Williams, tuvo comentarios inapropiados con ella como decir que se veía "sensual" y realizó preguntas profundamente inadecuadas sobre el estado de su cuerpo tras el posparto. Tras la denuncia de la exempleada, Meta realizó una investigación en la que, tras entrevistar a 17 testigos, declaró a favor de Kaplan.

La colección de historias se completa con varios dardos a Mark Zuckerberg entre los que se cuenta "su creencia de que Andrew Jackson fue el mejor presidente estadounidense, su interés en coleccionar vino de la época de Jackson en la década de 1830, su deseo de tener una "tribu" de niños y su ignorancia profesada de que los empleados de Facebook le estaban dejando ganar en el juego de mesa Colonos de Catán". Por aportar contexto, el presidente Jackson es famoso, entre otras cosas, por el genocidio de varias poblaciones nativas de Estados Unidos.

Cómo Facebook intentó entra en China, según Wynn-Williams

Pese a la suma de anécdotas y casos comentados por Wynn-Williams en su libro, la mayoría centrados en la cultura de acoso que según la exempleada se vivía en Facebook, y cómo el propio Zuckerberg gestionó las muchas crisis internas de la plataforma de una forma que ella tilda de infantil y poco profesional, lo que más debate ha generado ha sido su historia sobre cómo el CEO de Meta quiso abrirse hueco en el mercado chino.

Según Wynn-Williams, Zuckerberg quería entrar en China a cualquier coste, e incluso se ofreció a colaborar con el Partido Comunista con acciones que el fundador de Facebook posteriormente evitó contar cuando tuvo que enfrentarse al Congreso de los Estados Unidos. En el libro detalla hasta qué punto abrirse a los millones de potenciales usuarios del país suponía ofrecerle a China un cheque en blanco de opciones.

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Se habla de compartir datos de usuarios, de crear herramientas de censura que estuviesen alineadas con la política del país, de monitorizar los mensajes sobre el gobierno chino para tumbarlos y, en definitiva, cualquier movimiento que pudiese permitir que las autoridades encargadas de regular la censura de China fuesen lo más favorables a la llegada de Facebook al país.

Tras ver cómo sus esfuerzos no llegaron a ningún sitio, Mark Zuckerberg aseguraba que: "Quería nuestros servicios en China porque creo en conectar a todo el mundo y pensé que podríamos ayudar a crear una sociedad más abierta. Trabajé duro para que esto sucediera. Pero nunca pudimos llegar a un acuerdo sobre lo que se necesitaría para que operásemos allí, y nunca nos dejaron entrar. Y ahora tenemos más libertad para hablar y defender los valores en los que creemos y luchar por la libertad de expresión en todo el mundo". Un discurso que, según el libro de Wynn-Williams, difiere bastante de lo que el CEO realmente pensaba.

Imagen | Unbiskanz en Midjourney

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