Rubén Márquez
Editor - TriviaTendemos a pensar que el avance de la tecnología es clave para nuestro futuro, que cada nuevo invento que mejora al anterior es más que suficiente para decidirnos a dar el paso y dejar atrás lo que hasta ahora dábamos como única alternativa viable. El caso de Malasia y su revolucionario uso de pintura que brilla en la oscuridad para pintar carreteras es, probablemente, el mejor ejemplo de hasta qué punto estamos equivocados.
Tal y como recogía The Straits Time, el innovador proyecto piloto se utilizó para marcar las líneas de separación de un tramo de 245 metros en el distrito malayo de Hulu Langat. De la mano de una pintura fotoluminiscente, el proyecto pretendía que las líneas de la calzada de una carretera sin alumbrado público facilitasen el uso de la misma no sólo de noche, sino también ante condiciones climatológicas adversas.
Cuando la innovación palidece ante lo convencional
El sistema fue todo un éxito, ofreciendo un brillo constante durante la noche que fácilmente podría convertirse en una solución revolucionaria para aquellas vías que, por pertenecer a zonas sin acceso a iluminación pública por estar situadas en zonas rurales o remotas, solventaba así un gran obstáculo mientras garantizaba la seguridad de los conductores que tuviesen que enfrentarse a ellas.
Sin embargo, tal y como recogía el Ministerio de Obras Públicas de Malasia, al exitoso proyecto en el tramo de 245 metros con esta pintura que brilla en la oscuridad no se sumará ningún otro. La razón detrás de la decisión es que, por muy avanzado que sea el invento, esta tecnología es 20 veces más cara que el de la pintura convencional.
Según apuntaban el coste por metro cuadrado equivale a 749 ringgits malayos, que en el cambio a euros serían unos 161,56 euros. Alumbrar esa carretera con la pintura fotoluminiscente habría ascendido a un total de 1.310.750 ringgits malayos, o lo que es lo mismo, alrededor de 283.000 euros. En cambio, pintarla con pintura convencional se habría quedado en unos 70.000 ringgits malayos, algo más de 15.000 euros al cambio según los precios compartidos por el gobierno de Malasia.
El caso de la pintura que brilla en la oscuridad es uno de esos claros ejemplos del mundo de la tecnología que entra en la complicada situación del pez que se muerde la cola. De apostarse más por ese tipo de prácticas, la tecnología e innovación crecería lo suficiente como para convertir esa solución en una medida mucho más barata y, al no hacerlo, el resultado es un estancamiento que deja la premisa colgada en el limbo sin que nadie se interese por ella porque, simple y llanamente, no sale a cuenta.
El 98% de innovaciones tecnológicas fracasan
Aunque en el caso de España los precios por pintar carreteras no alcanzan esas cifras, con un cálculo aproximado de unos 0,34 euros por metro de carretera pintada con pintura convencional, el avance del alumbrado público, la competencia dentro del sector, y las múltiples soluciones que hay a día de hoy en ese sentido, dejarían el coste muy por debajo de lo gastado por Malasia a base de pintura fotoluminescente.
Las alrededor de siete farolas necesarias para alumbrar un tramo de 250 metros supondrían un coste de unos 3.700 euros con instalación incluida, y su coste anual de electricidad se limitaría a poco más de 53 euros al año. Razón más que suficiente para abandonar la idea en favor de soluciones más convencionales.
Tal y como recogía un estudio realizado por Kapersky, el 98% de los responsables de innovaciones tecnológicas que se realizaban terminaban siendo un fracaso por no gozar del apoyo necesario para seguir invirtiendo en ellas y mejorar sus procesos. De hecho, cerca del 48% de esas mismas innovaciones ni siquiera conseguían superar su fase de desarrollo.
Es una máxima que nos vale para carreteras igual que podría hacerlo para la IA. Probablemente el negocio más boyante de la industria tecnológica actual se encuentra en un punto en el que se pronostica que casi el 30% de todos los avances y proyectos que se están realizando ahora mismo serán abandonados antes de convertirse en un modelo viable. Tendemos a pensar que la innovación es la que marca el mercado cuando, en realidad, muy pocas de ellas llegan si quiera a ver la luz.
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jjnavas
La gran incógnita de si la IA terminará siendo puro hype.