La maldición de la momia no era sólo ciencia ficción, lo ocurrido en la tumba de Tutankamón nos hizo creer en ella durante años

La maldición de la momia no era sólo ciencia ficción, lo ocurrido en la tumba de Tutankamón nos hizo creer en ella durante años

  • En su interior se encontraron más de 5.000 artefactos que ahora descansan en museos

  • En 1973 se descubrió qué se escondía detrás de la supuesta maldición

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La Momia

Pese a que la pasión por todo lo que rodea a Egipto, sus pirámides y sus míticos faraones llevaba años alimentando la curiosidad de la gente, en 1922 ocurrió un hecho sin precedentes que no sólo catapultó la pasión por la egiptología, sino que también impulsó una espectacular corriente artística que tiene en el Art Deco su mayor exponente. En cierto sentido, la culpa de que el Empire State sea como es se la debemos al descubrimiento de la tumba de Tutankamón y la momia que allí descansaba.

Fallecido con apenas 18 años por causas que aún a día de hoy son motivo de debate entre la comunidad científica, el mausoleo en el que debía descansar no terminó de construirse a tiempo y hubo que reubicarlo en una tumba menor que se convirtió en una suerte de Santo Grial de la arqueología egipcia. Cuando la expedición del egiptólogo Howard Carter encontró la tumba, su momia, y los más de 5.000 tesoros que allí se encontraban, la noticia dio la vuelta al mundo.

El descubrimiento de la tumba de Tutankamón

La máscara de Tutankamón, probablemente el objeto egipcio más famoso de toda la historia sin contar las pirámides, se convirtió en símbolo de la egiptología e impulsó una pasión por la arqueología y el misticismo al que sólo le faltó una pequeña chispa para hacer crecer aún más esa explosión, las noticias de la maldición de la momia que había provocado la muerte de varios de los exploradores que entraron en aquella tumba.

Descubierta en el Valle de los Reyes en noviembre de 1922, el primer caso relacionado con la maldición de la momia lo recogía The New York Times al afirmar que una cobra, que simboliza el poder de los reyes egipcios y aparece coronando la máscara de Tutankamón, había entrado en casa de uno de los miembros del equipo de Carter y se había comido a su canario el mismo día que se abrió la tumba.

Pocos meses después del incidente se anunciaba que George Herbert, el aristócrata que había financiado la excavación y que se encontraba allí el día que se descubrió el lugar de reposo de Tutankamón, moría por culpa de una picadura de mosquito que aparentemente se había infectado afectando a su sangre. A ella se sumaron otras siete muertes que se relacionaron de forma directa con la maldición de Tutankamón en un circo mediático en el que durante meses no se hablaba de otra cosa.

Tumba Tutankamon

Se comentó que encontraron un libro oscuro que alertaba de quienes osasen abrir la tumba, que uno de los exploradores rompió a reír tras la entrada de la primera persona a la tumba afirmando “le doy seis semanas de vida”, y ante el anuncio de que el miedo a una maldición había hecho que Mussolini se deshiciese de una momia egipcia que se le había regalado terminó de redondear la conspiración. Para quienes vivieron aquella época, la maldición de la momia había arrojado pruebas necesarias para tomarse en serio el mensaje.

La respuesta científica a la maldición de la momia

Sin embargo, de ser así no resultó ser tan poderosa como debía porque incluso el propio Howard Carter, más otras 50 personas que estaban allí el día de la excavación, vivieron su vida sin problemas, e incluso fallecieron de causas naturales y en absoluto extrañas muchos años después. Sólo un mensaje de Carter, que escribió en su diario cómo en 1926 se cruzó con un chacal que le recordó al dios Anubis, pese a no haber visto nunca uno tras 35 años trabajando en el desierto, ayudó a reavivar esa llama.

Por lo demás, ni Carter ni el equipo creyeron nunca en la maldición de la momia y se mostraron escépticos ante un problema, el de arqueólogos falleciendo en extrañas circunstancias tras abrir una tumba, que no se frenó tras el descubrimiento de la momia de Tutankamón. El caso más sonado, y el que ayudó a aportar cierta explicación a aquellos casos aislados, ocurrió en 1973 al abrir la tumba de Casimir IV Jagiellon en Polonia. Fue entonces cuando, del equipo de 12 personas que llevaron a cabo la apertura, 10 de ellos murieron de forma prematura.

La explicación que encontraron entonces, y la que han terminado atando a casos similares ocurridos alrededor del globo, está en el Aspergillus flavus, un tipo de hongo que fue encontrado en la tumba y que produce unas esporas tóxicas para los mamíferos, principalmente afectando al hígado y provocando un inusual riesgo de proliferación de células cancerígenas.

Pese a que no toda la comunidad científica está de acuerdo en atar ese caso al de la tumba de Tutankamón, bien podría ser la explicación más sensata, junto a la del sensacionalismo, que podríamos llegar a extraer de toda esta historia. En cualquier caso, aquello llegó demasiado tarde porque, en plena fiebre de la egiptología, Universal dio forma a la película de La Momia en 1932, y a otras cuatro secuelas que continuaron avivando el mito del monstruo hasta su retorno, por todo lo alto y entre aplausos de los amantes de los monstruos y la aventura, de la mano de Brendan Fraser y Rachel Weisz en La momia de 1999 y sus secuelas.

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