Japón tuvo que enfrentarse al mayor reptil que vive en la Tierra y salió perdiendo
Estudios recientes aseguran que la historia sólo es cierta a medias
Estamos a principios de 1945 y Japón es ya muy consciente de las consecuencias provocadas por su ataque a Pearl Harbor. Sin embargo, el avance del ejército imperial ha favorecido alguna que otra victoria y sus soldados le han pasado la mano por la cara a los británicos haciéndose con algunas de sus colonias más celebradas en Asia como Malasia y Singapur. Pero muy cerca de allí, en la isla birmana de Ramree, las tropas inglesas están a punto de apuntarse una cruel victoria con un inesperado aliado, los cocodrilos.
Convertida en una guerra de guerrillas en plena selva, el asalto inglés a Ramree no tardó en romper la defensa japonesa separando a su ejército en dos grupos, uno en cada punta de la isla, así que evitando a toda costa la vergüenza de una rendición, el grupo más desfavorecido del batallón nipón decidió tomar un camino mucho más peligroso, que sus casi 1.000 soldados superasen los 16 kilómetros de manglares que les separaban del otro grupo.
La historia detrás de la mayor masacre animal de la historia
Allí, junto a francotiradores británicos que intentaban frenar el avance pero no se atrevían a romper la línea, deberían lidiar no sólo con el terreno fangoso plagado de arbustos y árboles adaptados al agua marina que debía servirles de protección. Con el agua y el barro superando las rodillas y dificultando su avance, también tuvieron que enfrentarse a un peligro llamado Crocodylus porosus, el mayor reptil actual del planeta Tierra con unas dimensiones capaces de alcanzar los ocho metros y los 1.500 kilogramos de peso.
Tal y como recogía Bruce S. Wright, naturalista que formó parte de aquél batallón de las tropas británicas, la noche del 9 de febrero de 1945 se convirtió en una absoluta pesadilla en la que los gritos de los japoneses se fundían con los disparos de su batallón, el castañeo de los cocodrilos y el ruido que hacían al girar para arremolinar a sus presas. Al llegar la mañana, los buitres se daban un festín con los soldados mientras los británicos capturaban a apenas una veintena de japoneses que se había librado de tan trágico final.
El relato de Wright hizo que el Libro Guinness recogiera el evento como la mayor masacre de la historia perpetrada por animales, pero estudios posteriores han puesto en tela de juicio hasta qué punto todo aquello fue cierto. Tras investigar el caso, National Geographic puso en duda que allí hubiesen miles de cocodrilos por una simple cuestión de superpoblación. Es poco probable que todos esos animales pudieran mantenerse con vida hasta la llegada de los nipones.
Frente a teorías que aseguran que la explicación se debe a que los cocodrilos se encontraban en estado de brumación, una situación en la que reducen su frecuencia cardíaca y actividad metabólica similar a la hibernación para sobrevivir a condiciones adversas de alimentación, el investigador S. G. Platt se entrevistó con varios supervivientes planteando que, aunque los cocodrilos también formaron parte de la masacre, en realidad fueron los soldados británicos, la falta de alimentación y las enfermedades lo que puso fin al batallón japonés.
Imagen | Alex
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