Si eres de los que eligen ballesta en los RPG o Dragones y Mazmorras, la Edad Media de hace 900 años tiene algo que decirte

Aunque Legolas ayudó a despertar cierto auge de la herramienta de la mano de su arco en El Señor de los Anillos, la fantasía medieval que vino después terminó de enterrarlo por debajo de la ballesta. Desde Van Helsing al botín que encuentras en cualquier RPG, las estadísticas de daño, cadencia y agilidad parecían convertir a este lanzador de flechas en una clara evolución de la que está considerada como una de las armas más antiguas creadas por el ser humano.

Con una moda que juegos como Assassin’s Creed o The Last of Us han terminado de impulsar, sumándose así a la fiebre que el cine y la televisión siguieron encumbrando de la mano de series como The Walking Dead, la ballesta parece haberse convertido en el arco mecánico preferido de toda una generación de fanáticos del RPG. En la Edad Media de hace 900 años no estarían de acuerdo.

La no tan moderna invención de la ballesta

Aunque sabemos que el arco es una de las armas más antiguas de nuestra civilización, un invento que se utiliza desde hace más de 10.000 años y que revolucionó la vida por la seguridad que transmitía al poder atacar a enemigos o cazar grandes presas desde la seguridad que ofrecía la distancia, a menudo tendemos a creer que las ballestas son un invento mucho más moderno.

Si bien es cierto que la diferencia de años entre una y otra herramienta es considerable, su origen está lejos de ser algo "reciente" que pertenece a la carrera armamentística de la Edad Media. La creación de la ballesta nace en la antigua China, en concreto durante la dinastía Zhou que se extendió desde el año 770 a.C. hasta el 221 a.C. montando un arco convencional sobre un bastidor que funcionaba con un sistema de gatillo.

La principal baza de la ballesta frente al arco, que habían dominado a la perfección las legiones de persas y mongoles, radicaba en la posibilidad de armar a la población para que pudiese utilizar la herramienta sin apenas entrenamiento. Frente a la precisión que requería el arco, y el hecho de requerir años de entrenamiento para poder explotar todo su potencial, la ballesta se hizo un hueco entre las tropas chinas.

Para cuando el invento llegó a Europa en el siglo XI, los ingenieros de la época hicieron todo lo posible por explotar aún más esa posibilidad de armar rápidamente a la población de la mano de añadidos como materiales más resistentes y mecanismos con manivelas que hicieran la carga de flechas mucho más fácil y rápida. Sin embargo, apenas unos años después, durante el siglo XIII, el arco volvió a la carga.

El arco vuelve a la carga

A medio camino entre Inglaterra y Gales, alrededor del siglo XI se inventa el arco largo, conocido comúnmente como longbow por su nombre en inglés. La idea partía de un arco mucho más grande, con un tamaño de entre 1,8 metros hasta 2 metros que, de la mano de una mayor tensión, ofrecía un rango mucho mayor de potencia que los arcos convencionales.

A partir de ahí se inicia una evolución que seguiría en años posteriores adaptando los materiales como la madera de tejo y cuerdas de lino o cáñamo, para darle aún más flexibilidad y distancia de disparo. Tras introducirlos Inglaterra en su ejército de la Guerra de los Cien Años contra Francia, los arqueros armados con sus longbow barrieron por completo a los soldados y la caballería francesa.

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Desde ese momento, la potencia y versatilidad del arco largo quedó más que demostrada, convirtiendo en tradición que los niños entrenasen con el longbow desde pequeños para que, cuando llegase el momento de sumarse a las filas del ejército, pudiesen utilizarlo con la misma facilidad y precisión que un arquero entrenado.

La clave para no hacer lo propio con la ballesta fue que, pese a su facilidad de uso y la superioridad de fuerza que ofrecían aquellas manivelas añadidas al mecanismo, recargarlas resultaba mucho más lento. Además, la longitud de la tensión de la cuerda del arco largo jugaba un gran papel en la potencia que le confería a la flecha y, en manos de un arquero experto, el arco ganaba por goleada a la ballesta en potencia, cadencia y distancia de tiro.

Dicho esto, puede que en pantalla quede genial ver a un héroe con ballestas disparando como John Wick, pero en la Edad Media es probable que hubiese mordido el polvo a manos de un arquero antes de realizar el segundo disparo.

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