Casi cualquier ciudad con un pasado medieval esconde entre sus calles un museo de tortura. Lugares emblemáticos como Carcassonne o el Monte Saint-Michel, que han convertido la belleza de sus murallas y calles en una suerte de parque temático, se valen de esa mirada hacia el lado más oscuro de la Edad Media como si fuese una atracción más entre sus tiendas de souvenirs y puestos de gofres.
De la mano de ese turismo oscuro ahora en auge, junto a la fascinación que parece despertar todo lo que ocurría en las mazmorras de un castillo, series como Juego de Tronos y videojuegos como Diablo no han dudado en abrazar esa estética. Entre sus escenas y niveles se incluyen todos esos toros de Fálaris, damas de hierro y cinturones de castidad que se han hecho un hueco en nuestra cultura en forma de lección de historia. La realidad, en cambio, cuenta otra muy distinta.
Del toro de Fálaris a la dama de hierro
Es esa misma cultura popular la que ha hecho que en Crusader Kings 3 podamos personalizar nuestro personaje hasta despertar un rasgo de tortura. La que ha conseguido que, en mayor o menor medida, todos sepamos lo que son el citado toro de Fálaris, la dama de hierro o el cinturón de castidad. Repetidos hasta la saciedad para representar a gobernantes sin escrúpulos en la literatura o el cine, son el mejor ejemplo de ese sadismo y violencia desbordada con la que a menudo se pinta a la Edad Media.
Pese a proceder de la antigua Grecia, nada ha impedido que la idea del toro de Fálaris desentone en ese tipo de museos de tortura. La salvajada de pensar en un toro de bronce hueco en el que se introducía a la víctima, para luego encender una hoguera bajo la estatua que la quemase viva mientras los gritos sonaban como bramidos del toro, ofrece esa mezcla de fantasía y fascinación frente a la que es difícil no quedarse perplejo.
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Como la famosa dama de hierro, el sarcófago con pinchos en su interior en el que se introducía a los condenados, a menudo añadiendo un girito en forma de reina loca que se duchaba bajo su fuente de hemoglobina, son retazos de un pasado que refuerzan esa época oscura y realzan la nuestra. El "qué salvajes eran", también esconde un "qué civilizados somos nosotros".
Hasta el cinturón de castidad, paneles de metal cerrados con una llave que el marido se llevaba consigo para evitar la infidelidad de su esposa hasta que volviese, nos parecen lo más normal del mundo para aquella época. Ni siquiera nos planteamos que en realidad decía más sobre él que sobre ella. Que parece un chiste destinado a cuestionar su hombría y satirizar su complejo de inferioridad. Que tal vez, ya sea en forma de toros de bronce o cinturones de castidad, no sea nada más que eso, un chiste.
Una retorcida mentira medieval
Que en la Edad Media había zumbados capaces de cualquier locura es innegable de la misma forma que, lamentablemente, también lo es ahora. Que la tortura existía como método de castigo y para obtener confesiones por parte de procesos judiciales y eclesiásticos, tal y como ocurre hoy en muchos sitios del mundo, también. Que la pera de la angustia, la flauta de la vergüenza, la cuna de Judas, o los ejemplos citados anteriormente son una invención moderna que no está apoyada en datos históricos, es un hecho igual de tajante.
Puede que ahora mismo estés recordando la vez que estuviste en uno de los muchos museos medievales de la tortura que hay repartidos por Europa y te sientas engañado. La realidad es que tú estabas acudiendo para ver objetos históricos y, en cierto sentido, tal vez lo fueran. Simplemente no pertenecían a la época que tú crees porque la gran mayoría de ellos, año adelante o año atrás, se inventaron durante el siglo XIX.
La época victoriana miraba a la Edad Media con una mezcla de romanticismo y desprecio, ampliando la comparación sobre su elevada Ilustración y pasión por la ciencia, y hundiendo ese pasado marcado por la religión y el fanatismo. Para reforzar la identidad protestante en la Inglaterra de la época valía todo, así que lo que empezó como chistes en panfletos mofándose del medievo, no tardó en saltar hasta las herrerías que transformaba aquellas locuras en instrumentos reales.
Los vendedores no tardaron en ver que aquellas locuras despertaban una fascinación inusual entre el público, que se arremolinaban ante ellas para destacar ese "qué salvajes eran" mientras pensaban "qué civilizados somos nosotros", y decidieron crear un negocio de ello en forma de las piezas y museos que han llegado hasta hoy. Si paseando por Path of Exile 2 te topas con una sala llena de instrumentos de tortura deberás agradecérselo a esa retorcida mentira. Sin embargo, ten en cuenta que no es más que otro ejemplo de la fantasía medieval.
En 3DJuegos | Si eres de los que eligen ballesta en los RPG o Dragones y Mazmorras, la Edad Media de hace 900 años tiene algo que decirte
En 3DJuegos | Me he cansado de la fantasía medieval. Necesito un RPG ambientado en el año 536, el peor año de la historia de la humanidad
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