Rubén Márquez
Editor - TriviaDe los últimos 10 reels que me han saltado, nueve eran sobre restaurantes que sí o sí debía visitar porque eran la octava maravilla del mundo. Sólo uno de ellos reconocía abiertamente que, detrás de ese entusiasmo desmedido, en realidad había una promoción. La moda de los influencers de comida en Instagram y TikTok está en pleno apogeo, pero no parece que todos estén mordiendo el anzuelo ante su particular premisa.
Por lo visto en las colas de todos aquellos lugares que se viralizan, parece evidente que el público tiene pocas dudas frente al formato. Estos creadores de contenido centrados en descubrirte restaurantes que acaban de abrir, o se venden como joyas desconocidas, se agarran a críticas hiperbólicas sobre las bondades de cada local, exagerando sus reacciones al extremo y abriendo la boca sorprendidos con cada plato que le plantan delante. La Guild of Food Writers ha dicho basta.
Anuncios encubiertos vestidos de crítica culinaria
Chetna Makan, vicepresidenta de la GFW, una asociación de críticos de comida de Reino Unido, ha salido al paso de la moda para declarar ante la BBC que este tipo de prácticas le parecen "exageradas" y que "no se fía" de la mayoría de ellas. Pero lo que podría parecer la típica pataleta de un crítico frente a lo que a todas luces apunta a ser una amenaza frente a su forma de ganarse la vida, en realidad esconde algo mucho más profundo.
Para Makan, la clave detrás del auge de esta moda de influencers recomendando restaurantes está precisamente en la decadencia del papel, de cómo muchos críticos de comida han dejado de tener un hueco en el que expresar unas ideas con un bagaje mucho más amplio detrás. Mientras trabajaban con la confianza de tener una gran plataforma detrás, por el nombre del medio en el que escribían, el miedo a criticar lo que les parecía mal no estaba ahí. A la hora de cobrar era esa credibilidad la que les mantenía a flote.
La realidad detrás de ese entusiasmo y exageración que pueblan los vídeos de Instagram y Tiktok no sólo reside en que a los influencers se les haya invitado a comer gratis para aprovechar el tirón de sus seguidores, sino el miedo a que, si en algún momento dicen lo que creen realmente de un local y su comida, el resto de restaurantes dejen de acudir a ellos para esas promociones.
El dinero detrás de esos anuncios encubiertos, que priorizan el espectáculo al conocimiento real de lo que hay en el plato y ocurre en cocina, es la clave que les empuja a saltar de un espacio a otro dando soporte a cualquier marca que se les acerque, pero Makan considera que algo más de honestidad es beneficioso para todos: "Si está bien, entonces definitivamente deberían decir que está bien, porque ¿por qué no? Alguien ha trabajado mucho para hacerlo bien. Si simplemente añaden un poco más de honestidad cuando visitan estos lugares, creo que definitivamente se necesita eso”.
Imagen | Nate Johnston
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