Incluso para quienes no tienen que lidiar con el precio de la cesta de la compra, casi nadie es ajeno a lo ocurrido con el aceite de oliva durante el último año. El aumento de los precios ha provocado que uno de los bienes esenciales de la dieta mediterránea crezcan como la espuma y, en busca de un abaratamiento de los costes y una mayor eficiencia a la hora de cosecharlo y recogerlo, los campos andaluces han acudido a una fórmula que los jugadores de los juegos de estrategia conocemos a la perfección.
Gracias a juegos como Anno 1800 y otros títulos de gestión, los jugadores de PC y consolas llevamos muchos años lidiando con guías de maquetación y disposición, las archiconocidas production layouts, destinadas a maximizar la eficiencia de los bienes esenciales con un único objetivo, aprovechar el terreno al máximo en zonas lo suficientemente pequeñas para que eso suponga un reto. En el cultivo de la aceituna ocurre algo similar.
La revolución de los olivos intensivos
Lo que hasta ahora eran hectáreas de una producción salvaje, más cerca de la artesanía que de la revolución industrial que presumiblemente requiere ser una potencia internacional en el mundo del aceite de oliva, han empezado a cambiar de la mano del olivo superintensivo, una solución capaz de “disminuir los altos costes de recolección y optimizar el aprovechamiento de la superficie”, tal y como explican desde el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación para justificar el cambio que está viviendo el paisaje andaluz.
De la mano de plantones de olivo colocados en hileras a menos de dos metros de distancia, el objetivo es alcanzar una densidad de entre 2.000 y 2.500 árboles por hectárea. Un tipo de plantación que no sólo reduce la recolección hasta las 2,5 horas por hectárea, sino que también reduce los costes de producción de la misma.
Tal y como ya habréis descubierto quienes hayáis caído por primera vez en juegos como Manor Lords, la clave para entender la necesidad de acudir a este tipo de fórmulas de cara a abaratar los precios y aumentar la eficiencia de cada producción, está en que la tierra cultivable es la que es, así que lejos de acudir a estrategias caóticas, la necesidad de aprovechar al máximo el terreno es vital para salir adelante.
El origen de las cuadrículas en los juegos de estrategia
De hecho, es una ciencia a la que el mundo de la estrategia lleva acercándose desde que, de la mano de la planificación urbanística de los Estados Unidos, los diseñadores de este tipo de juegos procedentes del país se agarraron a lo que mejor conocían, el sistema de cuadrículas que daba forma a su territorio.
El sistema PLSS, nacido a finales del siglo XVIII, dividió la tierra en cuadrados regulares con secciones de 6x6 millas que, a su vez, se dividían también en secciones de milla cuadrada. Fue la mejor forma que encontraron de repartir las tierras frente al colonialismo y la venta de tierras y, desde entonces, la idea de una cuadrícula para dar forma a sus ciudades se convirtió en estándar.
Cuando los juegos de estrategia empezaron a aparecer, vieron este tipo de planos y mapas no sólo les resultaban más cómodos a la hora de programar los juegos, también añadían un desafío en el que maximizar la eficiencia de cada espacio se convertía en parte del reto. Tal y como ocurre en el mundo virtual, la industria agrícola empieza a entender que los riesgos que implica este tipo de organizaciones más centradas en la planificación urbanística que en el caos natural pesan menos que las bondades que propone.
Imagen | Martinmcdarren en Midjourney
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