Nacido en el seno de una familia desestructurada, a Samuel L. Jackson le tocó crecer en una época en la que la segregación racial se veía como algo normal, pero fue precisamente ese problema el que, indirectamente, le catapultó hasta la fama que años después conseguiría trabajando en franquicias como Marvel o Star Wars. No fue un camino fácil.
Apoyado por su tía, que era profesora, el actor de cintas como Jurassic Park o Pulp Fiction fue desde pequeño un muy buen estudiante que pasaba los días entre ver películas en el cine de su pueblo y pelearse con quienes se mofaban de él por su inteligencia o su color de piel. Pero para cuando llegó a la universidad con la intención de convertirse en biólogo, la situación de Estados Unidos puso ante él otras prioridades.
La cruda adolescencia de Samuel L. Jackson
Tras el fallecimiento de su primo en la Guerra de Vietnam y la muerte de Martin Luther King, que le pilló en el cine viendo una película que se detuvo para dar a conocer la noticia, Samuel L. Jackson se unió a las protestas violentas que se produjeron por todo el país y que acabaron destrozando su barrio y vecindario.
Afortunadamente, no fue el único camino que se abrió ante ellos. "Un par de días después, estos tipos nos dijeron que Bill Cosby y Robert Culp querían que compartiéramos un avión con ellos y volar a Memphis para marchar con los trabajadores de la basura". Pese a la presencia de la Guardia Nacional, las instrucciones de mantener una marcha calmada y sin violencia consiguieron que la huelga se resolviese sin mayores incidentes, lo que consiguió que se replantease cómo y hasta qué punto podía ayudar a cambiar las cosas.
Sin embargo, aunque terminó colaborando en el funeral de Luther King como acomodador, no tardaría mucho en llegar a los periódicos acompañado de ese mismo apellido familiar. El detonante fue la necesidad de provocar un cambio en su universidad, que obviaba la historia de los afroamericanos en las clases y se resistía a dejar participar a los miembros de su comunidad en posiciones de poder.
Para intentar llamar la atención y conseguir dar un vuelco a la situación, Jackson y un grupo de estudiantes se unieron a una manifestación que terminó tomando como rehenes a los miembros de la junta de la universidad. Un encierro de dos días que terminó de forma abrupta cuando uno de los secuestrados empezó a sentir fuertes dolores en el pecho. Era el padre de Martin Luther King, el doctor en teología Martin Luther King Sr.
De ser buscado por el FBI a Marvel y Star Wars
Tras sacarlo por una ventana para no lidiar con el peligro que suponía abrirle la puerta a los cuerpos de emergencia, Jackson y su grupo accedieron a liberar a los rehenes si prometían no expulsarlos de la universidad. Se lo prometieron, y luego los expulsaron, pero dejar a medias su carrera no fue el único cambio que provocó en su vida aquella situación.
Ese mismo verano el FBI se plantó en su casa para alertar a su madre. Sabían que Samuel L. Jackson tenía armas en casa para usar en una posible revolución si se producía una revuelta armada y le avisaron del peligro que corría. O lo sacaba de ese círculo, o iba a terminar disparado en algún momento.
Tal y como recordaba Jackson en varias entrevistas, ese fue el momento en el que su vida dio un giro de 180 grados, "ella apareció y dijo que me iba a llevar a almorzar. Subí al coche y ella me llevó al aeropuerto y me dijo: Sube a este avión, no te bajes. Hablaré contigo cuando llegues a casa de tu tía en Los Angeles".
Aquellas tardes en el cine tomaron aún más peso en su llegada a Los Angeles, donde comenzó a explorar el mundo de Hollywood y terminó acercándose a papeles secundarios hasta que, de la mano de la película Jungle Fever de Spike Lee, un papel como adicto le granjeó el premio a Mejor Interpretación Masculina en el Festival de Cannes. El resto, como se suele decir, es historia.
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