De todas las leyendas que han llegado hasta nuestros ojos o nuestros oídos, la de Libertalia es la única que no parece esconder un oscuro y peligroso secreto. Maldiciones mayas, momias de las pirámides y ciudades perdidas que se hunden bajo tus pies, poco o nada pueden hacer ante la utópica nación pirata que perseguimos en Uncharted 4 y se ha convertido en inspiración para cientos de historias. Sin embargo, sin pruebas que sustenten su teoría, ¿por qué hay quienes siguen empeñados en creer que existió?
La única prueba de la supuesta existencia de Libertalia, también conocida como Libertatia en el mundillo anglosajón, está en dos capítulos del libro Historia General de los Piratas escrito por el Capitán Charles Johnson. Un completísimo compendio de hazañas y curiosidades de la historia de los piratas plagado de ejemplos reales e históricamente precisos De todo lo que se cuenta en él hay pruebas. De todo, excepto de Libertalia y su nación pirata.
Lo que sabemos sobre la nación pirata de Libertalia
La historia cuenta el periplo del Capitán James Misson y de cómo su barco se topó con un sacerdote dominicano llamado Caraccioli que se declaraba deísta. Es decir, que creía en Dios pero no en la iglesia, a la que consideraba una forma de controlar a las masas que había abandonado sus senderos originales hasta el punto de permitir actos como el esclavismo a pesar de que todos los hombres habían nacido libres e iguales a ojos de Dios.
Las ideas de Caraccioli no tardaron en hacerse un hueco entre la tripulación y el propio Misson, así que cuando el capitán de la nave en la que viajaban perdió la vida en una batalla, tanto ellos como la tripulación decidieron tomar otro camino. A partir de ese punto, y bajo la bandera de la libertad, viajarían como hombres libres mientras luchaban contra la opresión.
Convertidos en piratas, se dedicaron a batallar y rescatar a todos los barcos de esclavos que encontraban, rodeando el cuerno de África y liberando a quienes allí se encontraban intentando causar el menor daño posible a sus captores (porque tampoco creían en la pena de muerte o la tortura), e invitando a quienes quisieran sumarse a su causa a hacerlo libremente y sin condiciones.
Con lo conseguido de todos aquellos saqueos, el barco y su tripulación terminarían llegando hasta Madagascar, donde aprovechan lo robado para hacer que su mensaje suba un escalón más creando la nación libre de Libertalia. Una isla con su propio sistema de gobierno democrático en el que todos tienen algo que decir y aportar.
El fin de Libertalia y la verdad detrás de su utopía
Lamentablemente para la historia de Misson, un ataque inesperado de nativos terminaría arrasando con su colonia, acabando con la vida de Caraccioli y cientos de ciudadanos, y obligándolo a huir con lo poco que habían conseguido recopilar. Ante la posibilidad de fundar una nueva colonia y empezar de nuevo, decidió repartir lo que habían conseguido salvar entre la tripulación y desaparecer por completo.
Hasta aquí llega la historia de Libertalia, y hasta aquí cualquier otro registro de la citada colonia, del Capitán Misson o del sacerdote Caraccioli. A diferencia del resto de piratas del libro, ellos no vuelven a aparecer en ningún papel oficial o relatos, lo que sumado al descubrimiento de quién estaba detrás del libro y utilizaba el nombre de Capitán Charles Johnson como seudónimo, termina arrojando dos teorías.
El libro Historia General de los Piratas se atribuye hoy en día a Daniel Defoe, escritor mundialmente conocido por haber dado forma a Robinson Crusoe, y según creen algunos, la inclusión de esta historia falsa entre historias reales se trataba de un experimento para intentar empujar a las masas hacia la creencia de que una nación deísta, democrática y antirracista también era posible, que las riquezas podían repartirse de forma equitativa y que, bajo la bandera de la libertad también había hueco para el orden.
La otra teoría dicta entre los expertos de la historia pirata que, especialmente en la zona de Madagascar, no sólo existió una Libertalia, sino que hubo muchas de ellas. Con barcos capitaneados por gentes de múltiples culturas, muchos de ellos esclavos, la idea de una sociedad en la que gozasen de la justicia y libertad que no habían podido disfrutar hasta entonces no sólo no es descabellada, también es razonablemente probable.
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