Los primeros portátiles basados en la arquitectura ARM ya están a la venta, pero el videojuego en PC sigue siendo uno de sus mayores desafíos con problemas de compatibilidad y rendimiento.
El mundo del PC está viviendo tiempos interesantes, que es una forma de intentar evitar la palabra "transición". ¿Por qué? Porque, aunque probablemente a Microsoft le gustaría hacer borrón y cuenta nueva, y dejar atrás la arquitectura x86 con todo su legado de software en pos del ARM tal y como hizo Apple con su chip Silicon, el PC tiene demasiados desafíos abiertos para poder hacer una transición pura como la compañía de la manzana. Uno de ellos, como decía, es el legado de la inmensidad de programas informáticos que dejarían de asegurar su compatibilidad. Entre estos, por supuesto, están los videojuegos.
Pongámonos en situación. Aunque Windows ARM no es nuevo, es la primera vez que se toma la arquitectura en serio. Acaban de llegar los primeros portátiles Copilot+ que funcionan con el nuevo chip Snapdragon Elite X que cambia la arquitectura tradicional por una más eficiente en términos energéticos. Es por esto por lo que se centra en competir en el mundo portátil, donde la hegemonía del MacBook hizo aún más imbatibles a sus ordenadores desde el cambio al chip M1 en cuestión de batería.
Los primeros análisis hablan por fin de un primer acercamiento a estos niveles de rendimiento y eficiencia, pero, para ello, Microsoft tenía que conseguir el mejor escenario posible; es decir, que el máximo número de aplicaciones fueran compatibles con la versión ARM de Windows. Lo cierto es que ya eran muchas las apps nativas que existían: desde el entorno Office, Chrome, programas de Adobe, Slack, Spotify, WhatsApp... Es decir, para un uso corriente y de ofimática, el cambio de arquitectura es imperceptible.
Sin embargo, aún había mucho trabajo que hacer con la capa de compatibilidad de aplicaciones que no tenían versión ARM o ni tan siquiera soporte. Para ello, la última actualización de Windows, la 24H2, contiene una versión de Prism que promete una alta compatibilidad con software de legado. Lo que Rosetta 2 consiguió para el ecosistema de Mac. La he podido probar con algunas aplicaciones y lo cierto es que los resultados son bastante buenos. Pero, aún así, los videojuegos siguen siendo un gran desafío.
PC gaming: la última frontera del ARM
Hay juegos que funcionan en ARM y otros que, directamente, no lo hacen. Microsoft dice que, actualmente, son más de 1200 lo que funcionan en la arquitectura, pero incluso los que lo hacen pueden tener fallos gráficos o, simplemente, obtener peor rendimiento que su versión nativa. Existe incluso un proyecto llamado Works on Windows on ARM en el que clasificar todos los juegos en cuatro categorías: Perfecto, Jugable, Funciona e Injugable.
Juegos como Assassin's Creed Valhalla, Fortnite, League of Legends, Hogwarts Legacy o Half-Life no funcionan en ARM, mientras que otros como Cyberpunk 2077, Diablo IV o Doom Eternal lo hacen, pero con algunos glitches y problemas de rendimiento, tearing o frame pacing. Es decir, no es el mejor escenario todavía para el PC gaming exigente.
Lo cual nos lleva a hablar del futuro de la plataforma: ¿Es cuestión de tiempo que se solucionen todos estos problemas? Es posible, pero que lo haga no significa que todos los usuarios apuesten por ella en vez de la arquitectura x86. En la actualidad, lo más probable es que ambas arquitecturas coexistan durante muchos años, y los jugadores con PCs potentes de sobremesa sigan apostando por la fuerza bruta y la compatibilidad del x86. Pero existe otro tipo de forma de jugar que últimamente ha cobrado fuerza gracias a los PCs tipo consolas portátiles como Steam Deck o Asus ROG Ally. Examinémoslo también.
Actualmente hay dos forma de jugar portátil. Un laptop tradicional puede contener versiones adaptadas de las GPUs externas de Nvidia o AMD. Son, a efectos prácticos, lo mismo que un ordenador de sobremesa, pero con la limitación de la batería. Quizá este campo pueda llegar a beneficiarse de la tecnología ARM para una mejor eficiencia energética, si se consigue una buena compatibilidad con juegos tanto modernos como clásicos. Pero claro, nadie te va a asegurar que toda tu biblioteca de clásicos funcione perfecta.
Las nuevas máquinas tipo consola portátil, sin embargo, son un animal muy diferente. Su arquitectura es ya la de un System on Chip con GPUs internas que buscan ofrecer las sesiones de juego más largas con los mejores resultados. Aquí sí es posible que, en el futuro, veamos algunas máquinas que apuesten por este tipo de tecnología, ya que ayudaría a aumentar ese nivel de batería incluso en los TDPs más exigentes. Eso sí, los últimos resultados con un SoC como el que monta la Asus ROG Ally X, con un Z1 Extreme que es un equivalente de un chip 7840 y una iGPU 780M, con una batería de 80Wh nos deja un tiempo de juego de entre 2 horas y 3 horas en juegos punteros, lo que para muchos es ya suficiente hasta la siguiente carga.
Con todo, creo que todavía es un muy pronto para que esta arquitectura llegue a conquistar a los jugadores de PC. Es algo que ya hemos visto con los intentos de Apple de meterse en el gaming una y otra vez, desde su Apple Arcade hasta sus constantes presentaciones como la de Hideo Kojima con Death Stranding o la serie Resident Evil en MacOS. A día de hoy, para comprarse un portátil con Windows ARM hay que ser completamente consciente de que se va a usar principalmente para el trabajo y que, con suerte, podrás jugar a unos cuantos juegos mirando primero su lista de compatibilidad. Esta lista irá aumentando con el tiempo, pero, a diferencia de lo ocurrido en el ecosistema de Apple, diría que nunca llegará a sustituir del todo al x86, y el motivo es (para unos por culpa de y para otros gracias a) el gaming.
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