Se habla mucho de los vendeconsolas, esos juegos que por sí solos consiguen convencer al público de comprar un aparato. No hacía falta ninguna consola para jugar a Happy Wheels, pero si había un juego con el poder de convocatoria suficiente para unir a cualquiera a la fiebre de los juegos flash era este.
Fue en 2010 cuando el juego llegó a navegadores. Creado mayormente por una sola persona (Jim Bonacci), su premisa era tan efectiva como simple. Tomaba los juegos 2D de motos tipo Trials y basados en físicas que tan populares eran en aquel momento y les daba un giro morboso: permitir golpes y accidentes a lo largo del circuito para desgracia de nuestros pobres pilotos, en partidas que se transformaban rápidamente en un espectáculo de sangre a borbotones en el que lo raro era que nuestro piloto acabase el nivel de una pieza.
El gore y la comedia negra era uno de los reclamos principales en aquella era de los juegos flash. Sin muchas leyes que rigieran aquellos sitios, era habitual tener juegos cuyas mecánicas degenerasen rápido en el gore fácil para llamar la atención. Ocurría con títulos como Apple Shooter, un juego de arqueros donde el objetivo era darle a una manzana en la cabeza de un señor, pero si fallábamos íbamos causando heridas irreparables en él.
Había miga en Happy Wheels más allá del morbo. El gran as bajo la manga del título era su herramienta de creación de niveles, que se complementaba con una entusiasta comunidad para crear experiencias tan descacharrantes como creativas. Algunas ni siquiera apostaban por el espíritu violento del original, como un nivel que encajaba a nuestro personaje en el sitio y nos ponía a encestar canastas.
Con un séquito fiel de jugadores desde sus inicios, no tuvo que pasar demasiado tiempo para que el juego llegara al conocimiento de los grandes youtubers del momento. Creadores como PewDiePie, Jacksepticeye o el Rubius cambiaron su programación habitual para centrarse en contenido del juego, y poco después se adueñó de Youtube por completo.
La muerte de los juegos flash acabó con su reinado
Aunque el éxito de Happy Wheels era masivo (llevó incluso a la creación de una web serie propia en 2016), era representativo de una era completa del videojuego. Nacidos en los noventa junto con JavaScript, y popularizados por webs como Newgrounds, fue una época bastante democrática tanto desarrolladores como para jugadores, que tenían cientos de juegos de todo tipo disponibles de forma rápida y legal a un par de clicks.

No todo era positivo. La omnipresencia del humor negro dio lugar a propuestas de muy mal gusto, como aquellas basadas en la tortura, en ocasiones incluso de personalidades famosas. Las webs eran además un hervidero de virus y todo tipo de problemas de seguridad, también por el lado de los desarrolladores, que con la llegada de otros motores de videojuegos pivotaron a otras herramientas y en última instancia fueron dejando atrás estas páginas.
Aunque hacía tiempo que habían perdido popularidad, fue en 2020 cuando estos juegos dejaron de existir por completo. La desaparición de Adobe Flash Player y la llegada de HTML5 fue el movimiento definitivo para terminar de forzar la migración de jugadores y desarrolladores.
Desde entonces solo unos pocos juegos flash (como el propio Happy Wheels) han hecho su transición a plataformas modernas (el propio Happy Wheel tiene versiones para Android e iOS), pero el resto prefirió quedarse atrás. Actualmente los juegos de navegador son una rareza, e incluso en webs como itch desarrolladores independientes prefieren apostar por el formato descarga. Tras años de espíritu indómito y gamberro, los juegos flash son también una etapa imprescindible en la historia del videojuego, y claros predecesores de la rica escena indie que tenemos hoy.
Imagen: elrubiusOMG
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Arcal
¿14 solo? Pensé que eran muchos mas