En los videojuegos, películas o novelas hay dos tipos de historias que ocupan el 99.99% de las tramas: el camino del héroe (monomito) y la búsqueda de venganza. De hecho, en muchas ocasiones se entrelazan para dar vida a cosas tan dispares, y la vez muy similares en su fondo como Harry Potter, Dune o Final Fantasy VII. Pero nunca el motivante de esa venganza había sido una colección de bambas robada... Hasta la llegada de Anger Foot.
La nueva obra de los sudafricanos Free Lives, en cuyo haber tienen experimentos tan variados como el genial arcade Broforce, el controvertido party-game sexual Genital Jousting o el ingenioso city-builder invertido Terra Nil, no es otra que un frenético juego en el que nuestra principal arma son nuestros pies.
Concebido como una divertida prueba para itch.io lanzada hace unos cuatro años, Anger Foot consiguió la oportunidad de ser un juego completo gracias a la ayuda de Devolver Digital, una editora siempre atenta a juegos independientes que puedan llamarte la atención con dos únicas cosas: su premisa y una un par de segundos de gameplay.
Aunque el terreno del juego frenético en primera persona se ha visto empujado a una etapa dorada con la nueva juventud de los boomer shooters, Anger Foot se hace de notar gracias a una receta basada en potenciar una idea mecánica al extremo, y salpimentarla con un humor tan vulgar como efectivo.
Patapún parriba
Anger Foot, su protagonista, habita las calles de Shit City. En un lugar donde el crimen campa a sus anchas, nuestro avatar simplemente está obsesionado con las zapatillas deportivas. Y ambos mundos se cruzan cuando descubrimos que unos pandilleros tienen una serie limitada que falta en nuestra colección, la cual le arrebatamos a puro patadón. La mala noticia es que uno de los cárteles se darán cuenta y arrancarán de cuajo la pared en la que tenemos expuestas nuestras bambas.
"Un videojuego relativamente corto, pero con una gran rejugabilidad"
Por suerte, Anger Foot es temido por casi toda la ciudad por su capacidad para dar puntapiés tremendamente potentes... De hecho es su única interacción con el entorno. Ya desde el principio, cuando volvemos a nuestra casa, vemos que en el pasillo del bloque de edificios hay como cuatro puertas apoyadas contra la pared. No hay otra cuando la única forma de entrar en lugares es rompiéndolas.
La acción se desarrolla a través de niveles que pueden durar desde apenas unos segundos a un par de minutos, articulando un videojuego relativamente corto, pero con una gran rejugabilidad. Esto es así porque la progresión se mide en base a los tres desafíos que otorgan una estrella en cada uno de ellos, y con cinco estrellas, conseguiremos unas zapatillas nuevas.
La belleza del arcade puro
Y esto no es moco de pavo, porque cada par de estos accesorios te permitirán hacer cosas tan dispares como tener una carga poderosísima, que los enemigos tengan las cabezas más grandes y faciliten tus disparos, o incluso la posibilidad de revivir en una ocasión por nivel. Pueden entenderse como ventajas, sí, pero también como coleccionables con la capacidad añadir diversión y profundidad al juego.
Las sandalias son una buena referencia a Cristo.
Todos los niveles otorgan una estrella al ser completados, pero las otras dos requieren de cosas concretas como completarlo en cierto tiempo, hacerlo usando sólo las patadas o sin saltar, por poner algunos ejemplos. Esto es así porque el diseño de estos niveles puede recordarnos a Hotline Miami, donde cada habitación te pedirá una combinación de estrategia y habilidad, pero con un toque de divertida impredecibilidad.
Esto es así porque el genial diseño de Anger Foot, donde la disposición de cada enemigo, recurso y puerta está medida al milímetro, se conecta con un motor de físicas repleto de momentos ragdoll y un aumento en asuntos como las explosiones o la complejidad de los niveles propuestos. Por no hablar de la rejugabilidad que aportan las habilidades de las zapatillas.
Pero quizás el punto más fuerte de Anger Foot es su sentido del ritmo. En cada nivel tenemos una novedad; ya sea un arma nueva, un enemigo nunca antes visto o una mecánica concreta, el título apuesta por lanzarnos contenido a la cara de una forma descarada. Sí, quizás eso haga que el título pueda resultar corto con sus algo más de 60 niveles, pero a cambio te riega de diversión incluso en las sesiones más cortas de juego.
El humor es otra de las patas principales de Anger Foot. Este se articula dentro de los propios niveles en base a ese slapstick generado a través de las patadas, así como a pequeños huevos de pascua en ciertas habitaciones; pero sin olvidar el uso de pequeños niveles sin acción, a modo de interludios, donde podemos hablar con personajes y descubrir la obsesión por el crimen de los habitantes de Shit City.
"Los desarrolladores de Anger Foot le han puesto mucho cariño a los logros"
No contentos con eso, los desarrolladores de Anger Foot le han puesto mucho cariño a los logros, dejando más de un regalito para quien se quiera sacar todos y cada uno de ellos. Alguno te servirá para explorar y ser completista, pero hay joyas como el que te pide hacer que bajen los FPS por debajo de 20 al llenar la pantalla de objetos, o el que te invita a tomar tres sustancias psicotrópicas a la vez.
Y es cierto que vivimos en un mundo que ya conoció la irreverencia y el estilo cartoonesco de High on Life, pero es que Anger Foot, al menos su primera versión, es anterior. Tiene mérito caminar la fina línea que separa el humor chusco de la genialidad, y más haciéndolo con los pies más grandes posibles. Sea como sea, nosotros seguiremos queriendo jugar un nivel más al entrar en nuestros oídos esa música machacona.
Anger Foot es un juego en el que pensarías si alguien te dice Devolver Digital: Gameplay arcade, humor incorrecto y una aproximación artística llamativa. Además, cuenta con un sentido del ritmo muy especial, que clava a la perfección lo que necesita un juego tan corto, pero a la vez tan rejugable. Sin lugar a dudas una de las joyas independientes de lo que van de año.
Comprar Anger Foot- Acción frenética en niveles muy cortos.
- Exuda humor por los cuatro costados.
- Quizás al final se apoya demasiado en las armas
- Es extremadamente rejugable.
- Tiene un gran sentido del ritmo.
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