Si Death Stranding te aburrió, este (casi) mundo abierto a lo GTA es su versión dirigida por Michael Bay con un motor de físicas criminal y muchas risas

Los videojuegos están creados para inducir un grupo indeterminado de sensaciones, desde la épica de DOOM hasta la sobriedad y el drama de INSIDE. Sin embargo, pocas veces hablamos de aquellos juegos que solo buscan la diversión por la diversión, y Deliver at all Cost es un claro ejemplo de ello. Este título apela a un tipo de entretenimiento específico: el descerebrado. Y es que, en un medio que normalmente se toma demasiado en serio a sí mismo, especialmente en los últimos años, proyectos como este (casi) mundo abierto, centrado en repartir paquetes y todo tipo de objetos en unos Estados Unidos de los años 50 con un motor de físicas y destrucción de primera categoría, rompen con la norma para demostrarnos que, incluso con dudas, hay espacio para este tipo de juegos.

Ahora, tras probar su primera demo en Steam —que vosotros también podéis jugar en PC completamente gratis—, tengo muchas ganas, aunque también alguna que otra duda, sobre este Death Stranding dirigido por Michael Bay y con la épica de Just Cause.

Es como Crazy Taxi, pero de repartidores

Lo cierto es que, cuanto más jugaba a la demo de Deliver at all Cost, más me venían a la mente ideas similares a las de otros juegos conocidos. Desde los ya mencionados Death Stranding y Just Cause, hasta la sensación de estar ante una versión de la obra magna de Kojima, pero con el responsable de Armageddon a los mandos. Sin embargo, hay otro título que se le acerca en términos de jugabilidad: Crazy Taxi. Si aquella mítica saga de SEGA nos proponía algo inusual dentro de un medio que se erigió sobre los pilares de la épica y las historias imposibles, Crazy Taxi rompía con esa norma al darnos el control de un taxi para realizar carreras frenéticas contrarreloj sin mayor interés que hacérnoslo pasar bien.

Pero, ¿qué hizo grande a aquel primer juego? Lo alocado que era. Y Deliver at all Cost ha sabido tomar buena nota de ello. La propuesta nos sitúa en una típica ciudad costera estadounidense de la época del rock and roll y las conspiraciones sobre alienígenas y experimentos secretos del gobierno, un trasfondo que su modo historia aborda sin vergüenza, sin lógica y con una narrativa atípica en el género. Nuestro objetivo es empezar de cero tras varios despidos e intentar encauzar nuestra vida como mensajeros. Eso sí, aquí no hay historias humanas, ni unir a la humanidad, ni luchar contra el fin del mundo: la ciudad —un casi mundo abierto dividido en grandes secciones conectadas por túneles que sirven de pantallas de carga— es nuestro patio de recreo y la disfrutamos como niños.

Y es que, aunque las bases sobre las que se asienta Deliver at all Cost son bastante simples, lo que hace único al proyecto es la libertad con la que podemos afrontar los pedidos. Puede que debamos llevar un pez espada gigante o una treintena de sandías, y, en el proceso, el juego hará la vista gorda ante nuestras acciones. Aunque no todas las misiones cuentan con un contador de tiempo como en Crazy Taxi, la rapidez sigue siendo clave, pero también lo es que la carga llegue intacta. ¿El resto? Completamente prescindible. Si el destino está tras unas casas a dos manzanas, podemos rodearlas como haría una persona normal… o arrasarlas sin miramientos.

Aquí es donde Deliver at all Cost saca pecho con su impresionante motor de físicas. ¿Recuerdas cómo soñábamos con destruir edificios de forma realista en Battlefield? Pues esto es lo más cercano a ese sueño. Cada edificio tiene sus propias características físicas: los de ladrillo ofrecen más resistencia que los de madera, algunos tienen armazón de acero… pero todos están pensados para acabar en pedazos si así lo queremos. En este aspecto, Studio Far Out Games no sigue el enfoque de Teardown, que se basa en vóxeles —pequeñas unidades cúbicas que forman estructuras y reaccionan de forma independiente—, sino que apuesta por una destrucción más similar a la de Just Cause, donde los edificios se desmoronan por segmentos. Incluso así, visualmente es una pasada.

Un sandbox sin límites y con mucha mala baba

Eso sí, nada de esto impide que el juego nos regale secuencias espectaculares que recuerdan a la famosa escena de Bad Boys 2, en la que Will Smith y Martin Lawrence arrasan con un pueblo cubano en plena persecución. Sin embargo, aquí la policía no intervendrá… de hecho, ni siquiera existe. Deliver at all Cost es un sandbox, un patio de recreo sin límites para las locuras del jugador. Con un tono más cercano a Goat Simulator, el juego nos convierte en auténticos dioses del caos, permitiéndonos demoler edificios, atropellar a peatones y destrozar coches sin consecuencias. Lo peor que puede pasar es que nuestro vehículo se estropee, pero el juego incluye un sistema de mejoras para evitarlo… o para hacer la experiencia aún más loca, con propulsores, grúas y puertas automáticas que podemos usar para lanzar a ciudadanos por los aires.

Además, Studio Far Out Games ha añadido su propio toque de absurdez e irreverencia a los encargos para que la jugabilidad no se vuelva repetitiva. Desde transportar sandías con físicas hiperrealistas —lo que nos obliga a conducir con más cuidado para evitar que salgan volando— hasta llevar una bomba atómica en plena erupción volcánica mientras los lugareños nos persiguen furiosos y los edificios se derrumban a nuestro alrededor. Si fallamos, la bomba estallará y dejará un cráter en la ciudad. En definitiva, Deliver at all Cost está diseñado para que la mecánica —bastante sencilla— de repartir paquetes de un lado a otro nunca nos deje sin sorpresas.

Lamentablemente, no todo es positivo. Quizá sea porque el prólogo incluido en la demo es poco inspirado o porque la historia, el trasfondo y las cinemáticas son algo insípidas y, sobre todo, difíciles de seguir por lo delirante que es el conjunto. Sea como sea, Deliver at all Cost me deja un buen sabor, aunque con un regusto amargo. A esto se suma una cuestión crucial en este tipo de juegos: su capacidad de mantener el interés a largo plazo dependerá de cómo se recicle a sí mismo. Por ahora, solo puedo decir que me genera dudas, no certezas.

Aun así, necesitamos más juegos así. Porque, a diferencia de Goat Simulator, donde las físicas tipo ragdoll dominaban la experiencia, Deliver at all Cost se siente más único, incluso a pesar de estar claramente inspirado en otros títulos. Por ahora, el proyecto de Studio Far Out Games, con Konami a la cabeza de la distribución, promete cumplir con los pilares básicos de este tipo de juegos descerebrados. Y, qué queréis que os diga, en una industria plagada de experiencias súper serias, un juego que te pide apagar el cerebro y disfrutar sin más merece un lugar en nuestra lista de deseados.

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