Bungie ha sufrido otra ola de despidos. Esta semana, los padres de Destiny 2 han anunciado su decisión de prescindir de 220 empleados; un golpe que se complementa con el traspaso de 155 trabajadores a PlayStation y la formación de un grupo aparte que pasará a desarrollar en una nueva compañía de Sony. Esta noticia, que se establece como la segunda vez en menos de un año que los también creadores de Halo (ahora a cargo de 343 Industries) se ven salpicados por los despidos propios de la industria de los videojuegos, ha venido acompañada de un buen puñado de críticas hacia el CEO de la compañía. Ahora bien, ¿qué ha pasado exactamente para que el estudio experimente tal caída? Jason Schreier, periodista de Bloomberg, se ha puesto en contacto con 10 empleados y exempleados de Bungie para encontrar una respuesta a esta pregunta.
En resumidas cuentas, y como se sugería en el comunicado oficial de Bungie que informaba sobre la nueva tanda de despidos, todo se debe principalmente a una ambición desmedida. Según el periodista, los trabajadores "describieron una compañía que creció demasiado rápido e intentó desarrollar demasiados proyectos al mismo tiempo, distribuyendo demasiado sus recursos en lugar de priorizar su máquina de dinero principal, Destiny 2". Además, muchos señalaron la nefasta gestión de Pete Parsons, CEO del estudio, por su exagerado optimismo a la hora de abordar desarrollos y el uso, junto a otros directivos, del término 'magia Bungie' como mantra para convencer a los desarrolladores de que podían encarar cualquier problema.
Los problemas que derivaron en despidos
La mala situación de Bungie no es algo que ocurra de la noche a la mañana; se trata de una caída lenta pero constante que se inicia con la compra de Sony a principios de 2022. No es que PlayStation haya gestionado mal su entonces nuevo estudio, sino que los directivos no supieron administrar correctamente los 3.600 millones de dólares que les había inyectado la compañía nipona con su adquisición. Tras hablar con los trabajadores, Schreier lo define así en su reportaje: "Llena de dinero, Bungie contrató cientos de nuevos empleados y persiguió una miríada de proyectos de incubación, incluyendo versiones móviles de Destiny, remakes de juegos antiguos y nuevas franquicias".
No obstante, los problemas empezaron a aparecer con el paso de los meses: la expansión Lightfall no estuvo a la altura de las expectativas de la comunidad, hubo dificultades a la hora de enfocar Marathon (que está previsto para algún momento del 2025) y The Final Shape sufrió un retraso. Todo esto se complementó con la primera ronda de despidos anunciada en diciembre de 2023, la decisión de Sony de prescindir de 900 empleados a principios de 2024 y unas declaraciones de Hiroki Totoki, nuevo CEO de PlayStation, en las que aseguraba que Bungie debía mejorar "en lo que respecta a negocios".
El retraso de The Final Shape ayudó a que los desarrolladores pulieran el producto final hasta hacer una expansión que gustó a muchos miembros de la comunidad de Destiny 2. Sin embargo, y como mencionó el periodista Stephen Totilo esta misma semana a través de Game File, ni siquiera este hito conseguido con el DLC ayudó a que los directivos de Bungie recapacitaran con los despidos. De hecho, el proceso ya estaba en marcha y era muy difícil que se detuviera.
Payback, el proyecto cancelado
Aún sabiendo que la compañía estaba enfrentándose a numerosos problemas, los equipos de Bungie tenían esperanzas en Payback; un proyecto no anunciado de forma pública. Concretamente, los empleados familiarizados con su premisa lo definieron como una aventura "ambientada en el universo de Destiny que agitaría su fórmula de forma importante". A fin de cuentas, "cambiaría de una perspectiva en tercera persona a una en primera persona y permitiría a los jugadores usar los personajes de la franquicia para explorar un gran mundo mientras cooperan para combatir monstruos y resolver rompecabezas". De hecho, esta experiencia se inspiraba principalmente en Warframe y Genshin Impact.
Aunque Bungie nunca hizo público este proyecto, Payback ha provocado la aparición de varios rumores en las redes. Muchos atribuyeron este movimiento al desarrollo de un Destiny 3, pero Schreier desmiente todas estas especulaciones diciendo que los padres de la experiencia de ciencia ficción nunca empezaron a desarrollar una secuela de Destiny 2. Aún así, jamás podremos ver Payback en todo su esplendor; de acuerdo con el periodista, el proyecto se canceló hace dos meses y todo su equipo se movió a Marathon.
La nueva estrategia de Bungie
¿Y qué pasará ahora con Bungie? Según parece, la compañía cambiará su estrategia para regresar a lo que les estaba funcionando: actualizar Destiny 2 de forma regular. Sin embargo, el estudio dejará atrás el modelo de expansiones regulares de pago que hemos visto hasta ahora y se centrará en retener y atraer jugadores a través de pequeños packs de contenido creados tras el lanzamiento de Into the Light, la actualización que se estrenó el pasado mes de abril. Todo esto, claro está, se repartirá de forma gratuita junto a varias mejoras centradas en las diferentes actividades del juego.
Y es que los padres de Destiny 2 tienen buenas razones para llevar a cabo un cambio así; según la información que maneja Schreier, las ventas de estos DLC han disminuido cada año (incluyendo el más reciente The Final Shape), así que era imperativo idear una estrategia distinta. Además, se están estudiando otros planes como crear una historia con personajes y mundos de Destiny que no se hayan explorado hasta ahora.
Pese a este conjunto de malas noticias y alteraciones en el ritmo de trabajo habitual, los empleados de Bungie ven el futuro de Destiny 2 con algo de optimismo. A principios de año, los directivos colocaron a Tyson Green, un veterano del estudio, en el puesto de director; un movimiento que ha dado algo de esperanza a los equipos de cara al destino de su juego de ciencia ficción. No obstante, tendremos que esperar para ver cómo se desenvuelven los desarrolladores a lo largo de los próximos meses. Lo que es seguro, por desgracia, es que actualmente las cosas no están bien en la compañía.
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