Sé que no estoy solo cuando digo que echo de menos los Zeldas "de antes", es decir, los que no planteaban un mundo abierto lleno de posibilidades, sino una historia más lineal con varias mazmorras y objetos a utilizar. Aun así, que Nintendo le haya cogido el gusto a la fórmula de Breath of the Wild no significa que otros equipos no puedan traernos "Zeldalikes", y eso fue lo primero que me llamó la atención de Dungeons of Hinterberg. 25 mazmorras, unas vacaciones diferentes y muchos personajes que conocer son los pilares de este juego que también se inspira en Persona. Pero ¿es solo un cúmulo de buenas ideas ya conocidas o tiene algo más que decirnos?
La problemática del turismo moderno hecha videojuego
Somos Luisa Dorfer, una asistente legal quemada con su trabajo que decide tomarse una excedencia para ir al pueblo más misterioso de todos los Aples: Hinterberg. Allí, la actividad turística por excelencia es enfrentarse a monstruos mágicos y completar mazmorras, como si de un videojuego traído a la vida se tratara, y esto es lo que nuestra protagonista busca para lidiar con el peso de la vida diaria que tanta desesperación le está causando.
La historia del juego no solo es una excusa para ponernos delante de estos calabozos, como podría parecer en un principio, sino que viene a tocar uno de los debates más grandes de nuestra generación: la problemática del turismo y el equilibrio entre los visitantes y quienes viven allí. Hinterberg existe por y para sus visitantes, dejando su cultura y a sus propios residentes en un segundo plano. Dependiendo de en qué localidad española vivas, muy seguramente esto te cuadre con las realidades más duras del turismo, y ese es un tema que Dungeons of Hinterberg no tiene miedo de desarrollar.
Lo que empieza como un emocionante viaje hacia lo desconocido poco a poco se transforma en un debate sobre todo lo que no vemos y que hace daño a las localidades turistificadas, además del daño que, evidentemente sin quererlo, podemos causar a los habitantes de estas al ser partícipes del turismo de masas. Aunque el mensaje del juego esté más que claro, Hinterberg no se siente como un sermón hacia el jugador. Luisa es la visitante buena que planta cara a lo establecido y busca liberar al pueblo de un ciclo insostenible que está haciendo que los monstruos y la magia estén fuera de control, llegando incluso a atacar a los ciudadanos. Quizás sea por no querer complicar demasiado el mensaje, o puede que haya cierto miedo en el juego a plantar cara al propio jugador, pero la realidad es esa: Dungeons of Hinterberg va sobre los efectivos negativos del turismo, pero no se atreve a cuestionar que tú, el jugador, formes parte de esta industria sin, quizás, ser consciente de su lado más oscuro.
Mecánicamente tan rico como irregular
En lo jugable, el título de Microbird Games es un clon de The Legend of Zelda contenido dentro de un clon de Persona. Tu objetivo es ir a las mazmorras y completarlas —y de esto hablaremos más adelante—, pero el ciclo jugable del juego está regido por el calendario. Te despiertas por la mañana y vas a una mazmorra; la terminas y vuelves al pueblo por la tarde, durante la cual puedes hacer compras para terminar haciendo una actividad o quedando con alguno de los personajes del pueblo para estrechar tu relación con ellos; y a la noche decides si quedarte despierto viendo la tele o leyendo, o ir a dormir. Esta estructura importada directamente de los juegos de Atlus es inamovible, y también trae consigo un equivalente a los Social Links, aunque con algo más de implicación mecánica: los niveles de aprecio que consigas de los distintos personajes desbloquearán sendas mejoras para ti: desde conseguir el modo foto hasta aumentos de estadísticas y nuevas mecánicas.
Con estos sistemas tengo un pequeño conflicto interno: me encanta el concepto de poder conocer a los habitantes y visitantes de Hinterberg, y el hecho de que haya recompensas mecánicas ayuda a incentivar esta socialización, pero el problema es que es un arma de doble filo. Más de una vez no he quedado con la persona que quería conocer más en profundidad solo porque la recompensa de otro NPC, alguien que no me interesaba en absoluto, era más atractiva. Es un equilibrio delicado este, pero con tantos elementos en juego, verme obligado a elegir entre el talante narrativo y el mecánico del juego no me terminó de encantar.
Algunas armas y armaduras cambian según tu fama
Y es que a la hora de construir tu personaje y prepararte para las aventuras, las estadísticas que puedas ir acumulando a lo largo del día van a jugar un papel importantísimo. No, estas no son ataque, defensa y magia, y no afectan directamente a tu aventura, pero sí que cambian las bonificaciones que te da tu equipamiento. Algunas armas y armaduras doblan sus propiedades si tienes la fama, familiaridad, diversión o relajación necesarias. Ahora bien, la decisión es tuya: ¿prefieres poder sacarle el máximo provecho a tu equipo, aunque eso te lleve por caminos narrativos que no te gusten, o te pierdes estas cualidades extras? Quizás sea culpa mía por querer maximizar mi potencial en combate, pero al final, acabé optando por lo segundo.
Las mazmorras, la estrella del show
Ahora bien, ¿qué pasa cuando salimos del pueblo y vamos a por las mazmorras que llevaron a Luisa a este pueblo? El título está separado en 4 regiones que contienen los 25 calabozos, que vas a tener que encontrar por tu cuenta. Eso sí, aquí el juego da un giro a la fórmula Zelda, pues no vas a encontrar objetos que te ayuden en tu misión, sino que cada una de las cuatro secciones del juego tiene 2 poderes mágicos para que desbloquees. Estos solo van a ser utilizables en su región correspondiente y van a marcar el ritmo, los desafíos y las mecánicas de los calabozos que allí te encuentres. Por norma general, siempre vas a tener un ataque a larga distancia y uno especial —como hacer que bombas caigan del cielo, patinar sobre raíles, o invocar un tornado—. Son efectos variados que vas a poder usar tanto en combate como para resolver puzles, y acaban por convertirse en uno de los mayores aciertos mecánicos del título.
En cuanto a las mazmorras, estas son relativamente cortas, durando las más largas alrededor de 30 minutos, mientras que las primeras son considerablemente más cortas. Cada una tiene desafíos únicos a superar, iterando constantemente sobre lo previamente andado para darte puzles cada vez más complicados y enrevesados. Además, cada una de las regiones tiene un calabozo especial donde pelearás contra un jefe. Por último, pero no por ello menos importante, esto no significa que los niveles sean exclusivamente sucesiones de acertijos, y es que también vas a tener encuentros contra los monstruos que deberás resolver a golpe de espada.
Las mazmorras son francamente excelentes
El mayor reclamo del juego, las mazmorras y sus puzles son francamente excelentes. Tienen una identidad visual propia basada en las zonas en las que las encuentras, una curva de complejidad ideal, desafíos variados y te van a obligar a comerte la cabeza y pensar en el uso óptimo de tus poderes para progresar. No te desafían con una dificultad enorme, pero tampoco la necesitan. Les basta con ser imaginativas e ingeniosas por encima de difíciles para cautivar y llevarte a ese momento "¡Eureka!" que tan satisfactorio es.
El combate de Dungeons of Hinterberg uno de los puntos más divisivos para mí. El uso de la magia dependiendo de la región donde estés hace que, en un principio, sea variado, y el hecho de que también puedas equiparte dos habilidades especiales te da un amplio repertorio de movimientos. En las primeras horas del título, la verdad es que lo estaba gozando, e incluso creía que el punto flojo de esta aventura iban a ser las mazmorras por tener puzles demasiado fáciles, pero todo cambió a medida que seguí avanzando.
Un combate prometedor, pero detiene su evolución prematuramente
Y es que, a medida que aumenta la dificultad del juego, los enfrentamientos contra los bichos se vuelven más y más rutinarios en el peor de los sentidos. Estos aguantan más y te quitan más vida, sí, pero no introducen novedades mecánicas pasada la mitad de la historia. Si bien esto es algo relativamente normal en juegos largos, de estos que se van a las decenas o centenares de horas, ver que la novedad de los encuentros se esfuma rápido en un título que puede durarte entre 12 y 15 horas es preocupante. Las técnicas añaden un poco más de variedad mecánica, pero lo normal es que, una vez encuentres la combinación que encaja con tu estilo de juego, no la cambies nunca, ya que no están pensadas como elementos de progresión, y hasta las más básicas te van a servir hasta el final del juego.
Dungeons of Hinterberg tiene una evolución mecánica curiosa: al principio del juego, las mazmorras me parecían demasiado básicas, mientras que el combate estaba afinado a la perfección. Alrededor de la mitad del título, había un equilibrio perfecto, áureo, entre ambos apartados, pero para el tercio final, me dio pena comprobar que los combates empezaban a flojear, mientras que eran las mazmorras las que se reservaban el disfrute y los desafíos curiosos. Con menos énfasis por hacer el combate exponencialmente desafiante, la proporción de desafíos habría sido perfecta, pero la realidad es que no lo es.
Altos y bajos en los Alpes
En general, Dungeons of Hinterberg cumple con su premisa, aunque tropieza en algunos aspectos clave. Su historia es contiene un comentario más que interesante que hacer sobre nuestra sociedad actual, aunque a veces se queda a tan solo algunos pasos de profundizar sobre ello; su combate se siente bien en las manos, pero no tiene la mejor vida útil; y sus mazmorras, las estrellas del show, brillan con luz propia cuanto más avanzas en el título. No me lo he pasado mal, con él, todo lo contrario, pero lo que veo es un título bueno que podría haber sido genial de haber afinado un poco más su puntería. Actualmente, lo tienes en Game Pass, y su corta duración puede hacerlo ideal para que sea un pequeño descanso vacacional durante este verano.
La premisa de Dungeons of Hinterberg es inteligentísima y más compleja de lo que pueda parecer, tanto para lo bueno, como para lo malo. Es un título divertido, con una fórmula ganadora y muy buenas ideas que tiene ciertos problemas para que todos sus elementos encajen como deberían. A medio camino entre la prioridad jugable y la prioridad narrativa, choca consigo mismo más de lo que me gustaría. Aun así, esta simpática aventura sobre los problemas del turismo es una carta de amor a Zelda y sus mazmorras, y puede ser un acompañante perfecto si lo que buscas es algo no muy largo que te distraiga este verano.
Comprar Dungeons of Hinterberg- Tiene un sistema de calendario parecido a Persona.
- También hereda el sistema de Social Links de este.
- Hay 25 mazmorras que terminar, cada una con sus puzles y enemigos.
- Está dividido en 4 áreas, y estas te dan poderes únicos.
- Cada área tiene un jefe único.
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