Los juegos deportivos se han ido convirtiendo en unos de los más predecibles del sector. El alargamiento de los procesos de desarrollo en cualquier título dentro de los videojuegos ha hecho que este género, alimentando en gran medida de las entregas anuales, esté supeditada a ajustes menores entre cada entrega. Por no hablar de lo cada vez más relevante que es su componente de juego como servicio.
Y, a pesar de que estén en máximos de recaudación y ventas, cada vez más jugadores miran con desdén a este tipo de franquicias deportivas. Por ello, el caso de EA Sports College Football es tan llamativo. Ausente desde hace 11 años por problemas de licencias, la saga de fútbol americano universitario está de vuelta por la puerta grande.
Aunque el juego no sale a la venta de forma oficial hasta el viernes 19, la realidad es que más de 700.000 jugadores concurrentes ya estaban ayer jugando (es decir, que una cantidad total superior lo está haciendo). ¿Cómo? Pues, además del acceso de 10 horas del servicio EA Play, principalmente mediante la compra de la Edición Deluxe de 100 dólares, o el MVP Bundle de 150.
La clave es la nostalgia y un gameplay distinto
Aunque estos accesos adelantados de pago son una práctica cada vez más común en los videojuegos, que de hecho hemos visto en su hermano EA Sports FC hace menos de un año, la situación es relativamente distinta con este videojuego. La razón es que, aunque posee un modo Ultimate Team donde acceder antes de tiempo es una ventaja competitiva como pasó con el anteriormente conocido como FIFA, la realidad es que la joya de la corona es un modo que se puede jugar offline.
Fotograma del streamer Davo, con más de 700.000 jugadores conectados a los servidores.
Estoy hablando de Dynasty, el modo en el que tomaremos el control de una universidad hasta convertirla en un bastión del fútbol americano universitario. La fantasía de conseguir que una universidad de nivel bajo vaya progresando y consiguiendo los mejores jugadores, así como las particularidades del sistema competitivo dentro de la NCAA (portal de tránsfers, máximo de 4 años en plantilla de los jugadores, rating de estrellas desde high school...), hacen que tengamos una experiencia distinta al deporte europeo, pero también a las franquicias norteamericanas.
De hecho, quizás el segundo modo más jugado sea en el que controlamos a un único jugador y nos ponemos a sus mandos para simular su carrera. De nuevo, podemos usar un deportista de dos estrellas (60 de media) y conseguir que acabe su periplo universitario siendo un crack. Eso sí, sin perder de vista aspectos tan inmersivos como nuestro rendimiento académico.
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