Estas pasadas semanas he estado haciendo algo que, gracias a la producción inusitada del Ryu Ga Gotoku, hago cada año o incluso cada ciertos meses: jugar a un nuevo título de la franquicia Yakuza. Y, el que tocaba ahora es Like a Dragon: Pirate Yakuza in Hawaii, el título protagonizado por el carismático Goro Majima, y en el que viviremos una aventura pirata por los mares del océano Pacífico.
Estamos frente a un videojuego que puede encuadrarse sin mucho miedo en el escalón de los "juegos menores" de la franquicia, una fórmula usada en el pasado con entregas cortas como The Man Who Erased His Name, remakes/remasters como Ishin, o incluso spin-offs como Judgment para hacer tiempo hasta las entregas principales de la saga.
Cumple la casilla de usar como protagonista a un personaje secundario como Majima, así como ser una ida de olla completa como aquel Dead Souls de 2011. Se encuadra dentro del canon de la línea principal de juegos, sucediendo los hechos contados unos seis meses tras el final de Like a Dragon: Infinite Wealth, principalmente por el creciente peso desde la llegada de Ichiban Kasuga del factor locura.
El barbecho para hacer mejor sus juegos
Mientras antes se quedaba circunscrito a ciertas secundarias, lo estrafalario y las situaciones totalmente ridículas tienen mayor peso en los juegos hasta permitir que estas locuras no tengan que justificarse con un "sueño". Sea como sea, el hecho de tener un barco pirata, reclutar a mi tripulación o mejorar mis cañones, es el principal vector de frescura para una de las franquicias con mayor producción de títulos del momento; pero no es el único que he encontrado dentro de Yakuza a lo largo de todo estos años.

Hace un par de meses hice un artículo titulado "Justo cuando los videojuegos tardan más años en hacerse, tres estudios sacan juegos geniales como churros"; y uno de ellos era el RGG. Ahí me hacía eco de las palabras de Masayoshi Yokoyama, director del estudio, que afirmaba que su filosofía de desarrollo tenía mucho que ver con el cine y la TV, reutilizando emplazamientos para acelerar la producción. Pero ya no es que volvamos por enésima vez a Kamurocho, es que esto es cierto hasta en los minijuegos.
Los minijuegos son parte integral de la experiencia en Yakuza, de igual forma que sucede con las misiones secundarias, y también es algo que añade contenido a cada juego de forma muy barata. Por un lado tenemos los dardos, las máquinas de gancho para sacar peluches, el karaoke o los centros de bateo; todos ellos presentes en mayor o menor medida en la práctica totalidad de los títulos de la saga. Pero por otro están unos minijuegos algo más ambiciosos y que usan una técnica agrícola popularizada en el medievo.

Estoy hablando del barbecho, una parte esencial del cultivo basado en rotaciones y que deja zonas de labranza sin sembrar durante ciertos periodos de tiempo. El objetivo de dicha técnica es que se repongan los nutrientes esenciales, mejorando la productividad a largo plazo de las tierras. Pues esto es algo que también hace el Ryu Ga Gotoku.
Un caso muy claro sucede en este Like a Dragon: Pirate Yakuza in Hawaii que estoy jugando, el cual ve como vuelve Dragon Kart, un minijuego que nació con el Like a Dragon Original de 2020. Pero antes de eso, hay casos como el de Pocket Racing que estuvo Yakuza 0 y Yakuza Kiwami antes de volver en The Man Who Erased His Name, o la pesca de Yakuza 3 que volvió en Yakuza 5 y 0.
De esta forma, Ryu Ga Gotoku es capaz de rotar la ingente cantidad de minijuegos que ha ido creando a lo largo de estos lustros, permitiendo tanto que los jugadores generen ganas de volver a jugarlos, como darles tiempo a los desarrolladores para darles algún giro o crear contenido alrededor de ellos. Y lo digo con conocimiento de causa, porque me lo he pasado genial dándole caña a Dragon Kart de la mano de Majima.
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3 comentarios
gnesis91
A mi la verdad me encanta como hacen las cosas esta gente, hacen juegos para todos los gustos, si te gusta la acción siguen haciendo juegos enfocados a la acción, si te gustan los turnos también, si te van las historias dramaticas ahí las tienes, si te quieres desempalagar del drama ahí tienes las secundarias que seguro que alguna carcajada sueltas, si no te apetece hacer misiones tienes minijuegos y la mayoria bastante currados, y todo hecho con una calidad que muchos juegos con presupuestos gigantes querrían, lo único malo que veo es que no hayan traducido los juegos de Kiryu, pero a mi de momento Ichiban me tiene ganado y espero que siga muchísimo tiempo.