
Max Payne lo ha perdido todo. No tiene trabajo, se quedó ya hace tiempo sin su familia y sin todo lo que quería, y la venganza cumplida no ha hecho sino acrecentar su desgracia. Rockstar, los creadores de GTA, se encuentra una vez más en su salsa retratando las peores miserias del ser humano. Max Payne nunca estuvo más lejos de ser un héroe.
Las primeras imágenes han causado sensación, y en los foros y blogs de todo el mundo el núcleo de fans de Max Payne se pregunta si éste se parece en algo al Max que conocieron en el pasado. La saga creada por Remedy presentaba a un policía atormentado y caído en desgracia en un contexto urbano, y Rockstar recoge el testigo tras hacerse con los derechos de la franquicia con una tercera entrega que, salvo el envoltorio, en realidad no dista tanto de lo visto con anterioridad.
“Está siendo complicado, porque estamos continuando una franquicia que no creamos desde cero”, ha declarado Rob Nelson, de Rockstar, a la revista GameInformer. “Tenemos que mantener elementos que son especiales y que la gente recuerda, pero también debemos evolucionar. No somos Remedy, pero tenemos un gran respeto por lo que hicieron”.
Max Payne vive ahora en Sao Paulo, Brasil, una asfixiante ciudad con más de 20 millones de habitantes y un calor tropical rigurosamente insoportable. Un lugar donde las chabolas y los rascacielos se mezclan de forma casi obscena, y una ciudad tan sucia y grasienta –a su manera- como han podido ser el Liberty City que tan magistralmente ha retratado Rockstar en última instancia.
People of the Sun
Max Payne 3 dice adiós al romántico amor por el cine negro norteamericano de los años 50 que respiraban las primera y segunda entregas, y da la bienvenida al estilo Rockstar. ¿Qué significa esto? Un escenario fresco y un cambio diametralmente opuesto en el telón de fondo para una historia que, en su corazón, conserva idénticas las virtudes del estilo Remedy.
Así pues con la desaparición de Remedy y la entrada de Rockstar en la ecuación vamos a vivir una experiencia menos cinematográfica y más seca y dura. Si con el estudio europeo –ahora mismo ocupado en el desarrollo de Alan Wake- vivíamos situaciones peliculeras, personajes con un gran carisma e historias de crimen organizado en núcleos densamente urbanos; lo que los creadores de Grand Theft Auto van a incluir a esa fórmula es su toque. Una historia más cruda, donde el 100% de los personajes sean antipáticas recreaciones de gente que podría ser perfectamente real, y donde nuestro protagonista tendrá más dudas, cuestiones éticas y problemas morales que nunca. Al más puro estilo Niko Bellic, probablemente la composición más profunda, compleja y rica en texturas que ha disfrutado el género de la acción.
Max Payne es, en la tercera parte de la saga que lleva su nombre, un alcohólico y adicto a los medicamentos que ha malvivido en una espiral de autodestrucción durante los doce años que siguieron a los sucesos del segundo capítulo de las series. Tratando de escapar de los demonios que le persiguen, nuestro (anti)héroe abandona la ciudad de Nueva York con la intención de establecerse en Sao Paulo, un lugar que potenciará todavía más su peculiar travesía hasta tocar fondo.
En la ciudad brasileña Max se dedica a la seguridad privada, donde hace rápidos trabajos aquí y allá con los que costear sus adicciones. Entraremos en acción con uno de estos encargos, a cargo de una empresa de seguridad privada, y que no será en absoluto lo que Payne esperaba. Rockstar se mantiene en secreto sobre las condiciones que rodean este encargo y que, por ende, compondrán la trama del videojuego; sin embargo sí han dejado claro que será esta propuesta la que traerá consigo la visita del protagonista a los más bajos fondos de la ciudad.
The Fall of Max Payne
Hay cambios, sí, pero… ¡Que nadie se asuste! No desaparecerá ninguna de las peculiares “imágenes de marca” made-in Max Payne, con especial atención al clásico Tiempo Bala, uno de sus más reconocibles valores, que seguirá en boga.
Volveremos a contar con un medidor que nos permitirá saber cuándo podremos activar la cámara lenta, y de nuevo será esta la mejor herramienta para acabar con grandes conglomerados de enemigos.
Por si la espectacularidad de este slow-motion fuera insuficiente, contaremos con una cámara de bala con el que seguir el trayecto de las balas desde que abandonan nuestra arma hasta que impactan en el cuerpo de un enemigo. Esto ya se ha visto en multitud de videojuegos recientes como Stranglehold o el interesante Sniper Elite, pero nunca con la espectacularidad y el grado de impacto con el que lo hará en Max Payne 3.
Otro detalle de agradecer es la eliminación de una de las animaciones más irregulares y molestas de las primeras entregas de las aventuras de este atormentado policía. Cuando nos lanzábamos en el aire para abatir a los enemigos, Max podía quedarse unos instantes tendido en el suelo disparando y, acto seguido, y casi por arte de magia, se levantaría en un ágil e imposible brinco. Pues bien, en Max Payne 3 el levantarse supondrá el esfuerzo lógico para una persona del tamaño y musculatura de nuestro protagonista, con lo cual en lugar de recuperar la verticalidad de la irreal forma que en sus predecesores, podremos emplear el arma de una mano para acabar con los enemigos, mientras con la otra nos apoyamos sobre el suelo para iniciar la maniobra.
Este movimiento será fundamental para salir con vida de los tiroteos, como lo será también el del emocionante y adrenalínico disparo mortal. Nos explicamos. Si estamos a punto de morir porque nuestra barra de energía se encuentra al borde de extinguirse, tenemos una última oportunidad de salvar el pellejo. ¿En qué consistirá? La pantalla comenzará a degradar los colores hasta quedar en blanco y negro, y será en ese preciso instante cuando dispondremos de una última bala con la que acabar con nuestro asesino. ¿No conseguimos acertar? Morimos y retrocedemos hasta el último CheckPoint. ¿Logramos abatirlo? Una salvaje inyección de adrenalina se inyectará en nuestras venas de forma ficticia, permitiendo a Max vivir más tiempo.
En resumen, y antes de cerrar este Primer Contacto con el esperadísimo Max Payne 3, queremos aportar un par de detalles más que hemos encontrado primordiales. El primero es que, pese a la afición de Rockstar por los Sandbox, en el nuevo videojuego del antiguo detective no habrá ni rastro de la libertad de, por ejemplo, la saga Grand Theft Auto. En Max Payne 3 el planteamiento de misiones será lineal, y todo transcurrirá por los clásicos cánones del viajar del punto A al B y acabar con todo lo que encontremos por el camino.
En segundo término hay que destacar también que el videojuego cuenta a sus espaldas con el respaldo del fantástico motor RAGE de Rockstar, que nos ha regalado mundos tan gigantescos y detallados como el de Grand Theft Auto IV, y modelados tan impresionantes y veraces como el de Table Tennis. Será esta una nueva prueba de fuego para el Engine, ya que en lugar de retratar una ciudad sin tiempos de carga, en esta ocasión le tocará dotar de mucha mayor carga poligonal a escenarios y personajes de un juego de acción en tercera persona sin más complicaciones.
De momento poco se sabe acerca del lanzamiento de Max Payne 3, salvo el hecho de que presumiblemente llegará en la primera mitad de 2010 a PlayStation 3, PC y Xbox 360. ¿Será una digna continuación de las brillantes dos primeras partes? Sólo el tiempo nos lo dirá. Desde luego el desarrollo a cargo de Rockstar es toda una garantía.