En Japón llevan años volviéndose locos con la leyenda urbana de los 35 millones de euros en Tamagotchis que acabaron enterrados en una isla artificial

En Japón llevan años volviéndose locos con la leyenda urbana de los 35 millones de euros en Tamagotchis que acabaron enterrados en una isla artificial

Unas expectativas desorbitadas, sumadas a un problema de comunicación, provocaron que Bandai saliera mal parada de una de sus ideas más exitosas

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Tamagotchis

El Tamagotchi tiene el honor de ser uno de los juguetes electrónicos más característicos de finales de los 90 y principios de los 2000; para muchas personas, este huevo de plástico es el icono perfecto para ilustrar parte de su infancia. Sin embargo, y a pesar de que hablamos de un aparato que experimentó un boom de éxito sin precedentes, sus creadores guardan un recuerdo algo agridulce de esta época. Al fin y al cabo, Bandai (que en aquella época no se había fusionado con Namco) se llenó los bolsillos con sus entretenidos animalitos pixelados antes de registrar unas pérdidas millonarias que sentarían un precedente en su historia. Y todo por unas estimaciones exageradas y un problema de comunicación.

Los Tamagotchi, en sus inicios, no eran más que una máquina de dinero para Bandai. Su premisa, ya de por sí entretenida para miles de niños en todo el mundo, se complementó con el lanzamiento de nuevas versiones que incluían más opciones de mascotas, colores diferentes para la carcasa, minijuegos adicionales y mucho más. Por ello, cualquiera piensa en los Tamagotchi como uno de los juguetes más rentables de la historia; algo que sería verdad si no se hubiera producido un fallo tan grande en Bandai que, como resultado, dio vida a una leyenda urbana.

De un ascenso triunfal a un choque fatal

Empecemos por el principio, remontándonos al 1996: como bien recuerdan desde Automaton, Tamagotchi nació en noviembre de ese año y se convirtió rápidamente en uno de los productos más exitosos entre el público joven. De hecho, las cosas iban tan bien con el producto de Bandai que no tardó en extenderse más allá de las fronteras niponas para entretener a niños de todo el mundo. En primavera de 1998, se estimaba que la compañía había logrado vender 20 millones de Tamagotchi en Japón y una cifra similar de forma global. Sin embargo, esta bonanza no se mantuvo durante mucho tiempo.

Un problema interno de comunicación impidió que los departamentos relacionados con la producción del Tamagotchi no fueran conscientes de la demanda real del público.

Porque, con el paso del tiempo, Bandai empezó a recibir cajas llenas de Tamagotchis que no se habían podido vender en las tiendas del globo; una devolución masiva. Según parece, la compañía estableció unas estimaciones de ventas demasiado elevadas que no se correspondían con la demanda real del público fuera de Japón. A fin de cuentas, muchos usuarios reservaron su Tamagotchi en varias tiendas por miedo a que se terminara rápidamente el stock. Bandai, no obstante, confiaba plenamente en sus expectativas y no tardó en ponerse manos a la obra para fabricar miles de unidades que no encontrarían dueño.

Esta situación se prolongó un buen tiempo. Mientras parte de la empresa recibía devoluciones de Tamagotchis, las fábricas estaban creando miles de unidades adicionales. ¿Y por qué nadie ponía freno al asunto? Pues porque, debido a unos problemas internos de comunicación, los departamentos de Bandai relacionados con la producción del juguete no eran conscientes de la verdadera demanda del público. Esto, al final, provocó unas pérdidas financieras de 6.000 millones de yenes (más de 35 millones de euros) y la gigantesca eliminación de 2,5 millones de Tamagotchis no vendidos.

Tamagotchi

Una leyenda a lo E.T. de Atari

¿Conoces la historia del juego de E.T. de Atari? Básicamente, Bandai pasó por una situación similar y se vio obligada a descartar miles de Tamagotchis. Pero dice la leyenda que, tal y como hizo Atari al enterrar todos sus productos en el desierto (algo que se confirmó con el tiempo), el equipo sepultó los huevos de plástico en la isla artificial de Odaiba cuando estaba pasando por un periodo de remodelación comercial. Por desgracia, todo apunta a que este relato es falso y que los fabricantes se deshicieron de sus unidades sobrantes de una manera más tradicional.

Lo que sí podemos asegurar, sin embargo, es que el fenómeno Tamagotchi no desapareció debido al fallo de Bandai. Porque, con el paso de los años, muchas compañías crearon sus propias versiones de los Tamagotchi para aprovechar el tirón comercial de la marca; motivo por el que se distribuyeron unidades de Pokémon y hasta de la popular cantante virtual Hatsune Miku. Estas opciones, que destacaban tanto por su variedad de mascotas como por su bajo precio, provocaron que Bandai cayera finalmente de ese pedestal que había construido con su juguete electrónico.

¿Eso significa que los Tamagotchi originales murieron? Para nada. Si bien es cierto que el negocio inicial dejó de ser fructífero, Bandai reenfocó la marca para darle una nueva vida. Este esfuerzo dio como resultado un puñado de películas, series y hasta videojuegos basados en los animalillos que el público había estado cuidando entre finales del siglo pasado y principios del actual. Y, aunque su éxito nunca volvió a ser el mismo, los Tamagotchi siguen al pie del cañón viviendo nuevas y variadas aventuras.

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