La Wii no estaba exenta de juegos rarunos, pero esta aventura de terror donde tenías que hacer ejercicio podría estar en el podio

Del mismo modo que muchos jugadores compraron en su día la Wii solo para jugar a "los bolos" o al tenis del Wii Sports, la Balance Board fue accesorio ideal para el público más casual. Llegando apenas un año más tarde del lanzamiento de la consola, la icónica tabla blanca de ejercicios fue el complemento ideal para aquellos que estaban interesados en la parte de la consola que implicaba levantarse del sofá.

También estuvo bien servida de juegos. Junto con el "vendeconsolas" Wii Fit hubo un buen número de juegos de deportes que le daban uso de alguna manera, incluído algunos con franquicias populares como Mario y Sonic o Super Monkey Ball. Lo que no esperábamos era ver ahí un juego de terror, pero es exactamente lo que se hizo con Night of the sacrifice. Un título tan marciano que no es de extrañar que pasase desapercibido.

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Tampoco ayuda que a nivel de distribución no parecieran confiar mucho en él. Ikenie no Yoru, como era su título original, se lanzó en Japón en 2011 y nunca salió de fronteras niponas. Es una decisión algo extraña, teniendo en cuenta que para aquel entonces el terror asiático era un género popular en el mercado internacional. El juego tiene además evidentes paralelismos con Ju-On, una saga bastante querida por los fans del terror japonés.

El mejor incentivo para hacer ejercicio: huir de fantasmas

La historia se centra en un grupo de chavales que viajan a Tsukuyomi Ravine, un pueblo tétrico donde hace años se hacían supuestos sacrificios a los dioses. El juego no hace demasiado énfasis en su componente narrativo, hasta el punto de que sus personajes tienen por defecto nombres de colores (Azul es el protagonista) si no les pones otro, y en el juego son representados con unos extraños modelos low-poly de colores no muy diferentes a los entrenadores del Wii-fit.

Es una decisión extraña en un título que por lo demás va a por todas con su atmósfera de terror. Suelos de madera que crujen, espacios abandonados, sangre en las paredes y tétricas visiones de espíritus plagaban estos niveles. La experiencia general es similar a la de un tren de la bruja: el personaje anda sobre raíles y tenemos que evitar a los espíritus que vagan las salas.

Es la jugabilidad donde estaba la mayor filigrana del título. Es imposible separar Ikenie no Yoru del Balance Board, que servía para andar dentro del juego al ritmo de nuestros pasos, mientras que el Wii mote se usaba como linterna. No había muchas más mecánicas, esta forma de jugar era tan simple como visceral. Por un lado reseñas del momento criticaron que su jugabilidad simple daba como resultados niveles repetitivos y que se parecían, pero también valoraban positivamente una experiencia que conseguía ser muy inmersiva.

Como suele pasar, no es hasta años más tarde cuando el juego se ha reivindicado, en especial por su particular conexión con uno de los accesorios más queridos de la Wii. Populares youtubers como PewDiePie o minimme han vuelto a él gracias a traducciones no oficiales al inglés, consiguiendo en el proceso casi un millón de visualizaciones combinadas y alcanzando así a un público al que el juego nunca llegó en su día.

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