Se suele decir que no hay mejor cura del insomnio, especialmente si lo que se busca es una buena siesta en el sofá, que una etapa de ciclismo. A mi me gusta mucho el mundo de la bicicleta, especialmente con la generación dorada de corredores que estamos presenciando, pero sería de iluso no aceptar que verse 260 kilómetros entre Lieja, Bastón y de vuelta a Lieja, no es para todo el mundo.
Por eso, si unimos el mundo del ciclismo al de los juegos de gestión deportiva, seguramente os bajaréis ya mismo del artículo. Pero hacedme caso, que como sucedió en otras ocasiones en las que cambié el destino de Irlanda o tuve una legión de niños japoneses ganando ligas en Taiwán con Football Manager, os aseguro que merece la pena lo que os tengo que contar en mi partida de Pro Cycling Manager.
La nueva edición de este simulador, como sucede con el de la F1, llega a mitad de temporada; concretamente de cara al Tour de Francia. Aunque sea la mayor prueba del planeta en cuanto a bicis se refiere, la realidad es que en verano ya se han disputado 4 de 5 monumentos, el Giro de Italia y un puñado de clásicas importantísimas.
El caso es que si empiezo a jugar ahora, arranco a principios de 2022. Y da la casualidad de que fue una de las temporadas más divertidas y emocionantes de los últimos años para el principal equipo español, el Movistar. ¿La razón? Pues que se estaban jugando el descenso del Pro Tour. Por si esto fuera poco, a final de temporada se retiró el gran Alejandro Valverde; lo cual en términos de manager, nos liberaría la mayor ficha del equipo para poder reconstruir tras la primera temporada.
Una plantilla sin demasiado sentido
Además de esto, el carisma del equipo es muy interesante. Si no lo habéis visto, el documental El Día Menos Pensado narra cada temporada del equipo. En apenas un puñado de episodios tenemos grandes piques entre corredores, drama por caídas y fallos técnicos, o incluso el salto a la fama del Director Deportivo y ex ciclista Chente García Acosta. Sus gritos por el pinganillo a los corredores repletos de palabras malsonantes, o su mantra "la fuga de la fuga", le han valido para conseguir ovaciones en cada etapa de La Vuelta.
Lo primero que detecto durante los primeros meses de competición, es que la plantilla está completamente descompensada y no responde a la actualidad del ciclismo. Apenas tenemos unos cuantos buenos escaladores, pero no contamos con nadie que pueda luchar por los sprints o en las clásicas; y esto es la mayoría del calendario.
La temporada no es que sea una maravilla, pero logramos salvar la categoría. Gracias al buen hacer de Enric Mas, con un quinto puesto en el Giro y un séptimo en La Vuelta, pudimos cumplir ese objetivo. Eso sí, Cycling Manager tiene un sistema de patrocinadores, en el que se te marcan varios resultados y competiciones prioritarias. Si logras satisfacer al patrocinador, te dará más dinero al próximo año.
La reconstrucción soñada para el Movistar
Valverde cobra más de un 20% del presupuesto del equipo.
Con Movistar el asunto es que la plantilla apenas tiene nivel y unos perfiles que sólo dan para centrarnos en un par de grandes vueltas al año. Toda la primavera ciclista es una drama en el que apenas lograrás entrar con el pelotón, por no hablar de que cada contrarreloj y sprint es una derrota segura. Y en los objetivos de Movistar sólo se nos marca un buen resultado en La Vuelta, por lo que la gran mayoría de ellos será casi imposible satisfacer al patrocinador.
A esto hay que sumarle los requisitos de fichajes y plantilla, que nos piden corredores de Colombia, España y Portugal, ya que es ahí donde el patrocinador tiene su negocio. Cual fue mi sorpresa al ver que apenas había corredores de nivel de estos países en el mercado. Si sigo al pie de la letra lo que pide Movistar, no ganaré absolutamente nada.
¿La solución? Traicionar a todo un país
Hasta el azul Movistar se ha ido.
El caso es que cerca del día de apertura del mercado de fichajes, el 1 de agosto, se me propone hacer algo radical. Resulta que mi contrato de patrocinio con Movistar se terminaba ese año, y había la posibilidad de firmar con otra empresa. Las otras dos ofertas, aunque me darían el mismo dinero durante el primer año, sí que me permitirían optar a unas subidas presupuestarias muy suculentas: de los 700.000 euros máximos de Movistar al mes, a más de 1.000.000 de este nuevo patrocinador.
Por si esto fuera poco, se trata de un patrocinador belga, que además tiene otras prioridades. Ya no tendría que centrarme en firmar mediocres corredores españoles, sino que podría optar a los que de verdad logran victorias en etapas y agitan el cotarro a lo largo de todo el año. Además, sería una gran oportunidad para "resetear" la confianza del patrocinador, que la de Movistar estaba tremendamente baja.
Sin embargo, esto conlleva un precio: el de la traición. El Movistar Team lleva siendo uno de los equipos más importantes del ciclismo español desde su fundación en 1980. Empezó siendo el Reynolds, luego el Banesto, Caisse d'Epargne y desde 2011 el Movistar Team. Y en los últimos años es el único equipo español en el UCI Pro Tour.
Aunque hace más divertida mi partida, y seguramente sea la mejor decisión, cambiar el patrocinio del equipo deja huérfano al ciclismo español. Ahora cuento en el equipo con grandes promesas como el neerlandés Thymen Arensman o una gran estrella como Mads Pedersen, y afronto una ilusionante temporada, pero en el fondo de mi corazón me duele que Chente no pueda gritar "cagonsos" desde el coche de carrera como antaño.
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