Todos sabemos que Henry Cavill no pasará a la historia como el mejor actor de su generación, pero su carisma, buena presencia y lo bien que ha sabido ganarse al público hacen que, cada vez que sé de alguna de sus cintas, tenga que verla. Ese es mi mantra, y lo que pensé con El ministerio de la Guerra Sucia cuando buscaba algo que ver en Prime Video, aunque ni siquiera sabía de qué iba. La adaptación de la novela de Damien Lewis bajo la dirección de Guy Ritchie es como una versión descafeinada y sin el mismo encanto que Malditos Bastardos, pero basada en hechos reales y perfecta para pasar el rato. Aun así, y lejos de dar una opinión sobre la película, la historia del SOE, el grupo de operaciones encubiertas británico, me hizo recordar que hace ya 15 años un videojuego de mundo abierto abordó las historias de este particular escuadrón suicida: el olvidado The Saboteur.
Porque sí, el juego de Pandemic, su último proyecto antes de cerrar para siempre tras haber tenido un desempeño regular en sus últimos años, es uno de los muchos títulos de medio presupuesto de la primera década del milenio que pasaron a mejor vida sin apenas dejar huella a su paso. No obstante, el tiempo pone a todos en su lugar y nunca es tarde para dar el salto a la Francia ocupada de 1940 con el SOE, el Special Operations Executive. Yo, tras ver la cinta de Cavill, lo voy a hacer.
Cavill contra nazis en una isla española: esto es lo que cuenta la película
Como toda película basada en hechos reales, fidedignos y contrastados, el 100% de los acontecimientos que suceden en el metraje de 120 minutos de Ritchie están adulterados. Es normal, no vamos a discernir aquí si una película de comedia y acción debe o no ser un reflejo exacto del hecho ocurrido; ninguna película lo es. De hecho, la cinta abre con un mensaje que reza "los hechos fueron desclasificados en 2016", cosa que tampoco es cierta, ya que hay información desde 2010 de lo sucedido con el equipo de Gus March-Philipps, el personaje de Cavill en la cinta.
No eran los mejores armados, pero sí con el corazón más noble | National Army Museum
Sin embargo, aunque el SOE no es desconocido, hablamos de un grupo de operaciones encubiertas formado por asesinos, espías y casi cualquier persona que quisiera luchar contra el régimen de Hitler. Este grupo operó de 1940 a 1946 bajo las órdenes de Churchill, lo que ya genera un halo de curiosidad en torno a qué hizo durante esos seis años. Con 13.000 activos en su existencia y operaciones en la Europa ocupada, incluso en la región soviética y África, el SOE ejecutó una buena lista de misiones de sabotaje, asesinato u obtención de activos prioritarios para ganar la guerra, como la que se muestra en la película, y que alejó a la España de Franco de entrar en la Guerra Mundial.
Parece un buen punto de partida para una historia en la sombra, ¿no? Lo es, y el cine ha sabido sacarle jugo a este particular grupo de operaciones negras, pero el videojuego no supo sacarle partido, más allá de una mención en Call of Duty 2, hasta que llegó Pandemic.
The Saboteur o la lucha de guerrilla en la Francia nazi
Estrenado en 2009 como un proyecto con una ambición sorprendentemente alta, al menos dentro del estudio, nos lanzó de lleno a la París ocupada por los nazis apenas tres meses después de la fundación del SOE británico, y ahí radica la magia y el porqué de este texto. La idea del estudio estadounidense fue moldear el mundo abierto de GTA y Assassin's Creed, con las mecánicas de escalada de este último, agregar una pizca de épica palomitera y abrazar una historia de bajos fondos en la lucha contra el Tercer Reich.
Pandemic Studios
Pandemic no era ajena a los mundos abiertos, ya había repetido en dos ocasiones inmediatamente anteriores con Destroy All Humans! y Mercenaries 2: World in Flames, y de hecho se había ganado un nombre dentro de los multijugadores con Battlefront y El Señor de los Anillos: Conquest, un proyecto al que guardo mucho cariño. Sin embargo, The Saboteur tenía un aroma especial. El proyecto seguía la ola de juegos que nos llevaban a la Segunda Guerra Mundial, pero mientras la competencia lo hacía en campañas lineales y enfocadas en la épica, Pandemic te dejaba saborear su París de mitad de siglo.
Con un open world dividido en regiones, con la capital francesa como el mapa más grande e imponente, la Francia ocupada servía como un patio de juegos divertidísimo con la libertad propia de los mundos abiertos de la época y una verticalidad que bebía de Ubisoft. Podías recorrer el Arco del Triunfo acompañado de la simbología fascista, completar misiones con una dosis bien medida de acción y sigilo, o simplemente tirotear y sabotear estructuras nazis para aumentar la moral de los ciudadanos franceses.
Pandemic Studios
Esto último tenía cierto toque original, y es que, en una clara inspiración en Spielberg y su Lista de Schindler, la París nazi se representaba en blanco y negro con el único color siendo el rojo sangre. Sin embargo, conforme hacías perder el poder de las fuerzas del Eje, el mapa se coloreaba como un reflejo de las acciones positivas del jugador, para que este sintiera que, de verdad, estaba avanzando en su tarea.
Una clase de historia edulcorada, pero entretenida
Aunque en su momento quizá no noté su cariño por la historia de nuestro continente, todo ello bajo la idea de "esto es un proyecto interactivo y para el gran público, no un libro de historia". Aun así, con el paso del tiempo y habiéndolo rejugado, sí que he conseguido ver cómo, incluso apostando por la narrativa ficticia, hay mucho por lo que agradecer a Pandemic desde el lado de la historia.
Pandemic Studios
Como he mencionado, el SOE británico actuó en toda Europa y parte del globo, pero no estaba formado únicamente por personas nacidas en el país. En la propia cinta de Cavill podemos ver a Anders Lassen, oficial danés y único soldado con una Cruz Victoria sin pertenecer a la Commonwealth, y The Saboteur hizo lo propio con su protagonista: William Grover-Williams, un piloto de carreras francés que acabó actuando como agente encubierto para el SOE hasta su muerte en 1945.
Quizá sus personajes cayeran en el cliché arquetípico de estas historias, pero todo lo que rodeaba a su imaginario, con el trío de Bishop, Wilcox y Skylar St. Claire como contactos del SOE en París, mientras debíamos acatar las órdenes también de los revolucionarios parisinos, agregaba la misma dosis de grandilocuencia bélica que un Call of Duty moderno. Todo era sucio, barriobajero y peligroso, precursor de la narrativa de espías de la Guerra Fría; y con menciones y misiones que abordaban tramas reales que a su vez coqueteaban con elementos fantásticos: el fallido programa nuclear de Hitler salpicado por tecnología a lo Wolfenstein, el ocultismo del Tercer Reich llevado al extremo, o la carrera por tomar el Atlántico Norte con vehículos sacados de un cómic del Capitán América. Todo servía para añadir una pizca de originalidad a un proyecto que parecía ser "otro más en el mercado dosmilero".
Pandemic Studios
The Saboteur demostró una vez más que el realismo histórico en el videojuego no importa; es todo ficción incluso. Aun así, y por mucho que se saliera del molde, Pandemic patinó. El proyecto tuvo que eliminar mucho contenido, su final fue abrupto por la falta de tiempo tras rehacerse varias veces, y los problemas importantes en PC acabaron dilapidando el éxito del juego. A pesar de sus reseñas favorables y su casi millón de copias vendidas, Pandemic acabó cerrando y el juego pasó al olvido conforme avanzábamos al ecuador de la generación. Así que, ya sea por Henry Cavill, el halo de épica del SOE o su ambientación, nunca está de más revisitarlo.
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