Hemos jugado 5 horas a la gran apuesta de ciencia ficción de PS5 para 2024. Probamos antes de tiempo la demo de Stellar Blade

Parecía que Stellar Blade iba a ser uno de esos juegos destinados a segregar acción por todos sus poros pero, con el estudio como gran culpable de que la conversación sobre él se haya pervertido, podríamos decir que finalmente se ha hecho famoso por las razones equivocadas. En concreto, las que su protagonista Eve se encarga de ponernos en la cara una cinemática tras otra.

Pero más allá de la polémica servida en bandeja como estrategia de marketing, o lo poco que personalmente me guste ver como los asiáticos se empecinan en forzar los límites de la vergüenza ajena cada vez que utilizan un personaje femenino como protagonista, vamos a intentar que, al menos durante este texto, el tema no nos desvíe demasiado de lo que hemos venido a contar. Tras varias horas exprimiendo su demo, Stellar Blade parece dejar bastante claro que quiere ser un juegazo.

El juego de acción que no sabíamos que necesitábamos

Al menos para aquellos que, siempre con hambre de novedades respecto a la acción y el hack'n slash, a menudo vemos cómo son otros los géneros que reciben ovaciones y secuelas mientras nosotros nos quedamos a dos velas. Y es que por alguna extraña razón que nunca alcanzaremos a entender, los espadazos y los combos siguen sin ser el plato más deseado del menú.

Pero el caso de Stellar Blade resulta especialmente curioso porque, aunque lo cierto es que tras ver los primeros vídeos de presentación habría dado por hecho que estábamos ante un hack'n slash de manual, uno de esos juegos plagados de combos demenciales en el que nosotros llevamos la voz cantante mientras todo lo que se planta ante nuestra espada termina insultantemente desmembrado entre espectaculares acrobacias a cámara lenta, en realidad el nuevo exclusivo de PS5 no es exactamente eso.

Pese a que Stellar Blade cuenta con la profundidad necesaria para alcanzar ese espectacular éxtasis epiléptico en el que los numeritos se van acumulando y solo las medallas con una S o un platino nos dejan un buen sabor de boca, de entrada lo que me he encontrado durante la hora y poco que dura la demo de Stellar Blade (más un par de vueltas adicionales que no he podido evitar por puro vicio), es en realidad una mezcla de ideas que está lejos de ser una copia de los clásicos del género que tienes ahora mismo en la cabeza. De hecho, demuestra tener bastante más personalidad de la que muchos habíamos imaginado.

Por los ataques especiales bombásticos, la posibilidad de soltar golpes fuertes y flojos sin descanso aporreando el cuadrado y el triángulo en distintas combinaciones -sin preocuparnos de una barra de energía o stamina que nos frene-, y de la mano de satisfactorias esquivas a cámara lenta y parrys de los que hacen temblar la pantalla y vibrar el mando hasta alcanzar ese característico gustito cuando lo clavamos de forma perfecta, podríamos decir que Stellar Blade tiene bastante de la Bruja de Umbra o el ninja cibernético de Kojima.

Más de Sekiro que de Dark Souls

Pero el tema está en que la otra cara de la moneda la ofrecen unos enemigos que están lejos, a kilómetros, de querer darnos un mínimo de tregua. Poco o nada tiene que ver con los masillas a los que personajes como Dante o Bayonetta nos tenían acostumbrados, y en aquellos ejemplos que por su tamaño y diseño parecen simples insectos esperando a ser pisoteados, sobre todo si te pones a compararlos con los grandes jefes finales que apuntan desde el primer vistazo a ponernos contra las cuerdas, en realidad todos, absolutamente todos, demandan tanta concentración como respeto.

Si a partir de esa afirmación la cabeza se te está yendo un poquito a los Souls, no vas en absoluto desencaminado. Me atrevo a pronosticar que, si te asomas al vídeo que acompaña a este texto, es probable que las distintas peleas que se muestran te dejen apreciar cierto aroma a Sekiro. Pero la cosa no sólo se queda ahí.

Enemigos que te esperan tras las paredes para darte un susto de muerte, pequeños demonios que se amontonan hasta dejarte tan rodeado como vendido mientras te obligan a recular, patrones de ataque rítmico que te obligan a esquivar y hacer el parry como si estuvieses jugando a un Guitar Hero… Todo eso está ahí, sí, pero como decíamos al principio, lo hace con suficiente personalidad para que Stellar Blade no caiga en el saco de ser otro clon más de los Souls, de la misma forma que tampoco queda reducido a un simple Bayonetta.

El porqué está principalmente en su accesibilidad. En cómo hace que lo que hasta ahora era un dolor de muelas para cualquier fan de la acción que quisiese ponerse a pegar espadazos en un Souls, aquí sea una auténtica gozada. Es innegable que se presenta como un desafío, pero puedes plantarte ante un enemigo y soltar 27 espadazos mientras, simplemente, permaneces atento a cómo mueve sus brazos intentando adelantarte a la esquiva o el parry que requiere cada ataque.

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Ante ese momento del combate se te plantean tres escenarios distintos: o lo clavas y puedes desencadenar una habilidad especial que sirva como premio a la gesta que acabas de conseguir, o minimizas el daño que vas a recibir por el golpe, o te llevas un guantazo que sea capaz de darte un susto pero no de dejarte la vida temblando y sin opciones. Debes acertar, pero puedes permitirte fallar.

Un juego que no quiere dejar a nadie atrás

Digamos que los enemigos te pueden quitar mucha vida si te despistas y te lo tomas a risa, pero a poco que le pongas un poco de ganas e interés no te la van a destrozar. Pese a que sus ataques también saben ser demoledores, clavar las esquivas y los parrys no es especialmente difícil porque suele haber mucha apertura en los ataques. No hay esa manía de engañarte cada vez que levantan el brazo como sí ocurre en todos esos juegos que tú y yo conocemos (y yo personalmente aborrezco).

Tal y como harás tú, los rivales también tienen ataques flojos y fuertes. Los primeros no llevan señal que te avise de lo que va a ocurrir más allá de la animación, pero los poderosos, en forma de ataques iluminados de naranja te obligarán a huir de la zona, y los azules que te invitarán a pulsar la esquiva en el momento correcto para plantarte en su espalda y realizar un ataque devastador, hacen todo lo posible por ser transparentes sin llevarte de la mano.

La mezcla final de esos dos mundos a lo SoulsNetta la protagonizan la estructura de los niveles, con esa idea de invitarte a explorar para que encuentres secretos y abras atajos, y una demencial rueda de habilidades con las que ir profundizando en más opciones para el combate mientras abre las puertas a simplificar y adaptar aún más a tu estilo de juego todas sus posibilidades.

Por aquello de ponértelo lo más fácil posible, también añade un buen puñado de mejoras que puedas sumar en forma de trajes o accesorios, así como un modo entrenamiento para que aprendas a jugar en condiciones valiéndote de aquello de, la letra con sangre entra, probando una vez tras otra hasta que lo claves.

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Stellar Blade quiere ser desafiante sin resultar frustrante y lo consigue. Quiere ser tan espectacular como divertido, y lo borda. Y quiere llevarnos hasta la vergüenza ajena más absoluta a base de trajecitos y diseños nacidos de la mente de un adolescente en plena ebullición de hormonas y, por suerte o por desgracia, dependiendo de a quién se lo comentes, eso también lo clava.

Si me preguntáis a mí, ante la falta de exponentes en el hack'n slash, y ante la obsesión de la industria de hacerme abandonar los Souls por culpa de sus sobredosis de repetición, frustración y aburrimiento,  me vais a permitir que vista a Eve con el chandal menos sexy del juego y goce de sus espadazos como hacía mucho tiempo que no lo hacía. Creo que la ocasión lo merece.

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