No era muy complejo destacar en el último Summer Game Fest, especialmente cuando se entró en "el valle", ese momento de los eventos de Geoff Keighley en el que claramente la tasa de "ha pagado" sube con respecto a la media del directo. Pero eso fue lo que pasó con Wandershop, el nuevo juego de Davey Wreden, padre de la obra maestra llamada The Stanley Parable.
En su caso estamos hablando de un título que parece un simulador de cafetería cozy más, pero hacia el final del tráiler vemos que no es así, y que hacemos bien en esperamos que subvierta las expectativas una vez nos pongamos a los mandos. Pero no fue el único que apareció por los eventos estivales, con otro más asomando la cabeza en el PC Gaming Show.
The Crush House tiene un pretexto que ya es suficientemente interesante por lo poco tratado que está en el mundo del videojuego, y es el de ser el realizador de un reality show, sí de esos que han hecho que Telecinco sea un imperio y que Netflix tenga enganchada a millones de personas a las citas a ciegas que acaban en matrimonio.
Puede parecer frívolo, especialmente para quienes hacen gatekeeping de la "verdadera experiencia de los videojuegos", y más con cosas que pueden asimilarse a la telebasura de la que huyen muchos usuarios de internet que renegaron de la televisión tradicional.
Gamer, tengo imágenes para ti
Pero la realidad es que hay que pensar en Crush House como un videojuego que se basa en unos sistemas muy robustos y bien pensados, así como deja en manos de los personajes y el propio jugador, muchas de las narrativas que se van creando. Y esto se nota desde el primer momento, en el cual elegimos el casting. En la demo sólo tenemos cuatro "solteros", pero en la versión final habrá más.
En cierto modo, esto me recordó a Bugsnax, o incluso a Pokémon Snap, juegos en los que se producen todo tipo de reacciones según los actores que tengamos en pantalla, sus filias y sus fobias. Por ejemplo, es normal que un concursante que habla mucho y otro más parco en palabras, choquen durante la convivencia y produzcan una pelea en directo.
Armados con una videocámara, estaremos dentro del propio concurso y decidiremos qué retransmitir
Es importante comentar que esto no va tanto de usar las cámaras para grabar la acción, como podemos tener en Five Nights at Freddy's o el patrio Do Not Feed the Monkeys, como de ser el realizador en primera persona. Tomaremos muchas decisiones, porque armados con una videocámara, estaremos dentro del propio concurso y decidiremos qué retransmitir al público, así como lo que no.
Pero es que además de esto está, claro, el "girito"... Y está relacionado con ello. Nada más empezar la partida, entraremos a nuestro cuchitril debajo de la casa, donde descansaremos y empezaremos cada uno de nuestros días de emisión al recoger la videocámara que reposa en la mesa.
Pues en ese pasillo hay un letrero que deja claro que tenemos dos únicas reglas para triunfar: "no hablar con los concursantes" y "la audiencia siempre tiene la razón". Además, mediante un walkie por el que nos habla una ayudante de producción, mantenemos el contacto con los deseos de la cadena, claves para que el programa logre espectadores sea posible terminar la temporada.
La cuestión es, evidentemente, que llega un momento en el que hay que romper las reglas. El día de trabajo se ordena en salir a grabar desde por la mañana, volver al caer la noche para ver los ratings, aparecer fuera para invertir el dinero conseguido mediante los anuncios en nuevos "juguetes" para los concursantes, e irte a la cama y empezar un nuevo ciclo.
Mucho más que grabar veinteañeros dándose besos
Pues bien, no tardaréis mucho en ver que durante las noches, los concursantes también salen a tomar el aire y entablarán conversación contigo. De hecho, te harán peticiones como que les grabes haciéndose amigos de dos personas porque tiene fama de ser antipático, o que no grabes ningún culo, porque su abuela está viendo el concurso.
La cuestión es que en muchas ocasiones hacer caso a estas peticiones irá en contra de satisfacer los gustos del público, y cada día que pasa necesitas darle a la gente lo que quieren ver... O el programa se cancela. En este encaje de bolillos está parte de la salsa de un Crush House que además apuesta por hacer este tipo de gameplay su bandera.
Por ejemplo, los anuncios sólo se muestran cuando no estás grabando, lo que genera una mecánica de riesgo recompensa: más dinero, pero menos tiempo para grabar lo que te piden. De igual forma, aunque la casa no es gigante, sí que no podrás enfocar a todos los concursantes y situaciones a la vez, haciéndote tomar decisiones en tiempo real para cumplir todo tipo de requisitos con una única cámara.
Me puedo imaginar cómo escala la dificultad y cómo evoluciona el gameplay con sólo jugar la hora que dura la demo disponible en Steam, pero quizás no hacer tanto lo propio con mi búsqueda del "girito". Al terminar la demo sabrás más sobre qué está pasando durante las grabaciones, pero no será hasta la llegada del juego final cuando el pastel se destape. Bien jugado, Nerial.
Aún así, creo que Crush House se merece una oportunidad incluso sin la subversión que parece estar tan de moda en el ámbito indie de los videojuegos (llegando incluso a salpicar a la propia conferencia de su publisher, Devolver). Más allá del misterio subyacente a la grabación del programa, el loop jugable funciona y convertir un reality en un Pokémon Snap de besos y peleas, es muy inteligente.
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