Análisis de Zelda: Echoes of Wisdom. Tras el bombazo de Breath of the Wild, Nintendo quiere revolucionar de nuevo The Legend of Zelda

Análisis de Zelda: Echoes of Wisdom. Tras el bombazo de Breath of the Wild, Nintendo quiere revolucionar de nuevo The Legend of Zelda

Nintendo Switch suma con el nuevo Zelda un RPG único que lleva la saga por un camino muy distinto

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Zelda Echoes

Sin duda se ha convertido en una de las apuestas más arriesgadas que ha hecho Nintendo durante los últimos años. Porque The Legend of Zelda: Echoes of Wisdom deja atrás a Link en favor de Zelda como protagonista, porque abandona el combate clásico a base de espada y escudo con un personaje que no puede atacar tal y como hemos hecho desde 1986, y porque deja atrás el precioso mundo abierto de los últimos Zelda para crear algo mucho más pequeñito y humilde que tiene más sabor a indie y doble A que a lo que nos ha acostumbrado la saga. Por todo eso, y por mucho más, durante la realización de este análisis me ha resultado aún más sorprendente lo bien que les ha salido la jugada.

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Igual que ocurrió con Breath Of The Wild y Tears Of The Kingdom, las comparativas a primera vista entre el no tan reciente Link's Awakening (cinco años, hace ya) y este de The Legend of Zelda: Echoes of Wisdom se desmontan tan pronto te pones a los mandos y descubres lo que, tras esa fachada tan cuqui, tienen preparado en forma de mecánicas, cambio de rumbo y lore.

El Breath of the Wild de los Zelda clásicos

Es cierto que aquí vuelven las mazmorras y los jefes finales, la necesidad de solventar algunos puzles para poder avanzar, y que hay cierto peso a la hora de necesitar objetos concretos para poder seguir la historia con cierta comodidad. Sin embargo, tal y como ocurría en los Zelda más recientes, y pese a que su relación con el Link's Awakening de 2019 es evidente, aquél era mucho más encorsetado y aquí, lo que prima por encima de todo, es la sensación de libertad.

Libertad no sólo para moverte por todo el mapa al ritmo y de la forma que quieras, también para elegir cuál es la siguiente mazmorra que quieres completar, pero sobre todo, libertad, total y absoluta para encarar todos y cada uno de los muchísimos puzles de objetos y plataformas con los que te vas a encontrar a lo largo de la aventura.

Libertad total para encarar todos y cada uno de los puzles de objetos y plataformas con los que te vas a encontrar

La clave de ello está en los dos poderes que ganará Zelda al poco de empezar su particular odisea. De la mano de un simpático personaje y la varita mágica que nos cede, podremos capturar y almacenar copias de gran parte de los enemigos y objetos que vayamos encontrando por todo el mapeado, desde grandes tanques con hachas gigantes hasta plataformas que suben y caen en picado cuando pasas por debajo, pero también tendremos la posibilidad de atarnos a ellos con un hilo mágico para que se desplacen siguiendo nuestra dirección, o nosotros hagamos lo mismo siguiendo la de ellos.

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El poder de la copia es tan simple como acercarte a un objeto que brille de forma especial y pulsar el gatillo para que se añada a tu inventario, y en el caso de los enemigos, tendrás que acabar con ellos antes para poder realizar el proceso. La pregunta que muchos teníamos en la cabeza cuando vimos que Zelda no iba a ir con los bolsillos cargados de armas era: vale, pero si tienes que luchar creando copias de monstruos... ¿Cómo narices te enfrentas entonces a ese primer enemigo?

La otra cara de Zelda: Echoes of Wisdom

Que Zelda no tenga armas desde el principio de la aventura no significa que no sea peligrosa, así que basta con un primer vistazo a esa lista en la que se van acumulando todas tus copias, y que puedes ordenar en base a distintos parámetros como último uso o novedades, que arrojará la solución en forma de objeto que puedas levantar, lanzar o dejar caer desde las alturas para poder aniquilar a ese primer bicho y hacerte con su copia para invocarla cuando quieras, y que se convierta en el mejor de tus guardaespaldas. También puedes atarlo con tu poder y empujarlo hasta dejarlo caer al vacío del que nunca debería haber salido, claro. El caso es que la interacción con tus copias va mucho más allá de simplemente crearlas y dejarlas ahí tiradas para que hagan lo suyo.

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Pero aunque la jugada parece una gozada, y la creación de un mundo sistémico en el que objetos arden expandiendo el fuego y el calor es capaz de derretir el hielo son un juguete divertidísimo en el que perderse y experimentar durante toda la aventura, antes de empezarla tenía el miedo de saber hasta qué punto esa libertad iba a jugar en su contra. De cómo la posibilidad de moverme hasta una zona cercana al final del juego sin impedimentos podía ayudarme a conseguir un objeto que se convirtiese en una suerte de truco. Por ejemplo echando a volar, o agarrándome a una araña capaz de trepar hasta el infinito. Algo capaz de arruinar todos los puzles o que pudiese llegar a engañar al juego para convertirlo en un paseo.

Es ahí cuando entra en juego la buena mano de Nintendo y la curiosa pero formidable estrategia que ha seguido al darte esa libertad. En The Legend of Zelda: Echoes of Wisdom resulta especialmente llamativa porque, durante las primeras horas, tienes la sensación de que realmente estás engañando al sistema. Que es un juego más enfocado a que todos los públicos puedan superarlo sin quebraderos de cabeza.

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Un aventura RPG que engaña

Pudiendo dividir el juego en dos tramos muy concretos, la sensación de que las primeras mazmorras son fáciles y que estás superando gran parte de los puzles haciendo cabriolas al copiar camas una encima de otra para superar sus retos de con relativa facilidad, en realidad es sólo un espejismo.

En las cuevas y caminos secretos el juego saca a relucir su lado más puñetero y desafiante

Junto a un inicio mucho menos guiado y cansino, en el que Nintendo abandona aquellas soporíferas chapas y tutoriales para fortuna de quienes perdimos la paciencia en una caja y mandamos la caja de vacaciones, lo que antaño era un tutorial lento y específicamente guiado es ahora una colección de retos y mazmorras en las que el juego te va dando las miguitas justas para que sigas el camino adecuado mientras tú eliges tus propias decisiones de la mano del que, probablemente, es uno de los inicios más acertados de Nintendo.

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Conforme vas avanzando en ese primer tramo, mientras el juego te va soltando desafíos cada vez más enrevesados pero siempre asequibles, The Legend of Zelda: Echoes of Wisdom inicia una cuidadísima curva de dificultad que, sin suponer un bloqueo para los que quieren disfrutar de la aventura y llegar hasta el final rompiéndose lo justo la cabeza, ni abusar de aquellos desafíos que te obligan a abandonar el mando y acudir a la almohada en busca de inspiración, sí hace eso mismo retorciendo al máximo las mecánicas que tienes a tu disposición para convertir en un divertidísimo reto la búsqueda de secretos en forma de corazones adicionales, objetos especiales y demás parafernalia sobre la que sería una pena hablar de más y chafar alguna sorpresa.

Si las mazmorras clásicas son el camino fácil al principio, y algo un poco más complejo en la segunda mitad del juego, tanto los secretos que en ellas se esconden como en las decenas de cuevas y caminos secretos que hay repartidos por todo el mapeado, el juego saca a relucir su lado más puñetero y desafiante.

El girito de The Legend of Zelda: Echoes of Wisdom

Digamos que el sistema de copia de objetos y enemigos plantea ciertas limitaciones, como por ejemplo crear un número limitado de ellas o basarse en el coste de las mismas para que, conforme avances en la aventura, progreses aumentando lo primero y reduciendo lo segundo. Eso sí, no hay limitación de tiempo, y lo que hayas creado se mantendrá en pantalla, o incluso te seguirá si puede hacerlo, hasta que quieras recuperar esos puntos creando objetos nuevos o archivándolos de nuevo.

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Durante todo el juego no ha dejado de sorprenderme hasta qué punto todos aquellos objetos que consideraba imprescindibles por cómo podía explotarlos hasta la saciedad, han terminado cruzándose con un momento en el que el juego presentaba un reto en el que parecía querer decirme: "Oye, mira, ya sé que estás abusando de esto, pero lo estás haciendo porque yo te dejo, y aquí te vas a buscar la vida".

Que sus posibilidades y combinaciones sean enormes no sólo sirve para que tú te amoldes, te acostumbres, y tengas que readaptarte a ciertos vicios, sino también para crear la posibilidad de que, en una segunda vuelta o en un puzle similar pero con otras restricciones, descubras que en realidad eso mismo podría haberlo hecho de forma distinta y ni siquiera te lo habías planteado.

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De hecho, a los momentos eureka en los que descubres cómo resolver un puzle, también deberían sumarse aquellos en los que, por la inmensa cantidad de objetos y sistemas a los que te acabas enfrentando, llegado a cierto punto olvidas u omites lo que hasta ahora te había parecido importantísimo y, al redescubrirlo de nuevo horas después, termina fascinándote cómo es posible que hayas llegado hasta ahí sin recordar que también tenías esa solución a tu alcance.

No es oro todo lo que reluce

Sin embargo, ese olvido nos lleva otro tema, probablemente el más controvertido de todo el juego. Uno en el que, durante las muchas horas que llevo invertidas en intentar completarlo al 100%, que por sus puzles y desafíos en realidad es como un segundo juego al margen de la aventura principal, se ha convertido en el lo único que me chirría de este The Legend of Zelda: Echoes of Wisdom: su usabilidad.

Que no se aprovechen acciones como el acceso rápido a ciertos elementos, o categorización en distintas filas, es una incomodidad

Ni es nuevo, ni le pillará a nadie por sorpresa que lo de Nintendo y la experiencia de usuario en sus interfaces, desde el uso que se le da a cada botón para aprovechar cómodos atajos, hasta el diseño de su inventario, está a kilómetros de lo que uno podría llegar a pedirle a cualquier proyecto de cierto margen de presupuesto a estas alturas de la película. Pero por lo cuidado de todo lo demás, aquí sorprende que no hayan puesto un poco más de entusiasmo a la hora de intentar reinventarse.

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Con una inmensidad de objetos esperando a ser copiados, tener una lista lateral en la que acceder a ellos demandaba mucho más trabajo por parte del equipo de UX y UI que la simple opción de alterar su orden con un puñado de variantes. Si bien es cierto que tus opciones favoritas se van quedando en las primeras casillas si optas por el último uso, y que acceder a lo último que has recogido y aún no has utilizado es tan simple como pulsar en dirección contraria y acudir al último puesto de esa fila, aquí había mucho margen de mejora.

Que no se aprovechen acciones como el acceso rápido a ciertos elementos personalizables, o categorización en distintas filas que hagan la navegación más ágil -por ejemplo objetos en una fila y enemigos en otra-, es innegablemente una incomodidad a la que, por suerte para este The Legend of Zelda: Echoes of Wisdom y quienes están a los mandos, no tardas en acostumbrarte.

Una reinvención soberbia

En cualquier caso, no es menos cierto que es lo único que le puedo echar en cara un videojuego que se ha encargado de mejorar lo presente a base de otros cambios muy aplaudibles como el de ofrecer un completo detalle del mapa para que sepas qué has recogido en cada zona. Además, ha sabido modernizarse para crear un mundo abierto en el que, a diferencia de lo que ocurría en Link's Awakening, no hay que lidiar con scrolls de la pantalla mientras saltas de una zona a otra porque el movimiento de la cámara es continuo durante todo el recorrido.

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Sumemos ahí una increíblemente generosa lista de puntos de viaje rápido, una buena cantidad de opciones más allá de ir a caballo o a pie para que puedas desplazarte de un lado a otro de forma rápida. Alternativas ideales para que no se te atraganten en exceso todas esas misiones secundarias que, sin reinventar la rueda, si tienen hueco para una inmensa cantidad de sorpresas y minijuegos.

The Legend of Zelda: Echoes of Wisdom es uno de los juegos más innovadores, divertidos y completos de este año

La intención de apuntar al 100% del juego va precisamente por ahí. Porque habiendo ido de primeras en busca de completar la aventura principal y ver hasta dónde llegaba la originalidad de unos jefes que nunca defraudan, sin querer iba dejando atrás otra enorme cantidad de opciones que, muy probablemente, me habrían hecho la vida mucho más fácil. Pese a ello ha sido una grata sorpresa encontrarme con todas esas novedades para darle algo más de vidilla y sorpresas a mi último tramo de juego.

Que conste que he dejado esto último para el final porque, si llegados a este punto aún queda alguien por ahí que siga echando de menos a Link a base de espadas, escudo, flechas, y demás opciones clásicas, de los que piensan que el juego sería más divertido ciñéndose a lo clásico, The Legend of Zelda: Echoes of Wisdom completa esa ristra de mecánicas con Zelda espadachina.

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No sólo te da acceso a las armas que todos conocemos, también convierte esos objetos en parte de su acción y puzles con un sistema de progreso propio que da gusto abordar. Para poder alargar la barra de transformación que se va reduciendo lentamente o que lo haga más despacio, en todas esas misiones secundarias que comentábamos antes nos aguardan jugosos premios que, entre rupias y corazones, también nos ofrecen un sistema para mejorar nuestros ataques y, de rebote, añade la opción de sumar distintos perks a la princesa para mejorar muchas de sus habilidades, desde la altura de su salto hasta la velocidad a la que te mueves.

Lejos de ser una entrega menor con la intención de aprovechar el estilo visual de Link's Awakening y vivir de rentas, The Legend of Zelda: Echoes of Wisdom se postula como uno de esos spin-off que sabe jugar rematadamente bien sus cartas para convertirse en un título imprescindible dentro de la saga y de la consola. Que además sea uno de los juegos más innovadores, divertidos y completos de este año, también nos hace desear que funcione lo mejor posible y que, gracias a ello, esta no sea la última vez en la que vemos a Zelda convertirse en algo más que una leyenda.

La reinvención de la saga

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THE LEGEND OF ZELDA: ECHOES OF WISDOM

Por: Rubén Márquez
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Lo que tras Tears of the Kingdom bien podría parecer un paso atrás, The Legend of Zelda: Echoes of Wisdom lo convierte en un salto hacia adelante pero en otra dirección. Su reformulación del estilo clásico de la franquicia, que mantiene mazmorras y jefes finales esperando a ser superados, se convierte aquí en un juguete del que, gracias a las copias de todo tipo de objetos y enemigos que puede llegar a atesorar Zelda, nunca te cansas. Además, ofrece un giro hacia la libertad que te permite alcanzar casi todo el mapeado a base de explorar y reinventar la forma en la que utilizas las copias, lo que hace que sea una aventura mucho menos encorsetada y fresca en la que a menudo da gusto perderse por el mero hecho de hacerlo. Si este es el giro hacia el doble AA que prometía Nintendo, no veo ninguna razón para cuestionar su futuro. Ojalá muchos más juegos tan frescos, divertidos y entrañables como este.

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5 cosas a tener en cuenta
  • Una reformulación de los Zelda clásicos con lo sistémico por bandera.
  • La habilidad de copiar parece simple, pero se convierte en un auténtico desafío.
  • De la mano de Zelda nos adentramos en detalles de lore que nunca habíamos presenciado.
  • A nivel visual es una auténtica gozada de la mano de inspirados diseños.
  • Las mezclas entre los temas de Zelda y los clásicos de Link bien merecen un vinilo recopilatorio.
Jugadores: 1
Idioma: Español
Duración: 15-20 horas
VÍDEO ESPECIAL

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