Pocos personajes de videojuegos han conseguido llegar a un nivel de popularidad tan grande como el de la legendaria Princesa Zelda. Desde 1986, la saga The Legend of Zelda ha sido protagonizada, y tras más de 30 añazos de ver al mitiquísimo espadachín protagonizar los juegos más importantes de la saga, por fin Zelda protagoniza un videojuego a la altura de tan poderoso legado. He podido probar una hora y media de The Legend of Zelda: Echoes of Wisdom, y puede ser una grata sorpresa para muchos fans de la saga, porque es un juego que engaña para bien.
Ahora sí, llegó el momento de la Princesa Zelda
Cuando Nintendo anunció Echoes of Wisdom por primera vez, no pude evitar emocionarme. Me gustan Breath of the Wild y Tears of the Kingdom y me parecen juegos excelentes, pero mentiría si dijese que no echo de menos la fórmula más clásica de la franquicia. Las mazmorras, los objetos, las Piezas de Corazón y una experiencia algo más lineal son, para mí, las marcas de identidad de la franquicia. Al ver Echoes of Wisdom, me pareció que estábamos ante un Link's Awakening con menos combate pero con todos esos elementos, y ya con eso me valía para ser feliz. Ahora que he podido probar el título, tengo que decirte una cosa: es mucho más de lo que aparentaba ser en un principio.
Con un cambio de protagonista, llega un cambio de paradigma. Echoes of Wisdom no es solo un juego de Zelda en el que el personaje principal tiene otro aspecto, es todo un traslado de prioridades y filosofías de diseño a otra esfera. A nivel de controles, Zelda se siente exactamente igual que Link en A Link to the Past, pero es cuando llegamos a la miga del título, sus poderes, donde notamos de manera instantánea que estamos ante un título diferente y con personalidad propia. En la demo que pude jugar, comenzábamos en una celda con Tri, nuestro acompañante que nos permite replicar objetos, y ya desde el momento cero las diferencias están a flor de piel.
La réplica, un cambio de paradigma para la saga
Donde Link habría tenido que escabullirse ocultándose entre las sombras o peleando, Zelda debe copiar objetos que hay en los niveles para poder usarlos con ingenio. Usar varias mesas para crear elevaciones, bloquear caminos con cajas, construir sus propias plataformas… los primeros minutos me hicieron pensar en los usos básicos para este poder, y mi mayor temor era que la cosa se quedara aquí. Que fuese otro juego de la saga en el que solamente tuviera que rellenar vacíos de diseño colocando mobiliario. Por suerte, Nintendo tiene una filosofía de diseño muy concreta: centrarse en una mecánica y evolucionarla, hacerla mutar y llevarla hasta el límite, y mi tiempo hasta acabar la primera mazmorra del juego me dejó claro que esta nueva aventura no iba a ser ninguna excepción.
Para empezar, los objetos poco a poco se volvieron más únicos y relevantes. Además de las típicas mesas, cajas y camas, también pude hacerme con señales, macetas, piedras, y en los tráileres ya hemos visto elementos como trampolines. Una de las mejores cosas del sistema de réplicas es que los objetos tienen relevancia más allá de sus formas. Me explico. Si, por ejemplo, tiras desde una altura una cama o una caja, al ser de madera, serán destruidas. Si haces lo mismo con una enorme roca, no. Si tiras una roca para que caiga encima de una estructura de piedra, esta la destruirá. Si en tu camino hay madera, podrás quemarla con un objeto u enemigo que esté en llamas.
Los objetos copiados importan no solo por su tamaño, sino por sus propiedades
Y así un poco con todo, Los objetos copiados importan no solo por su tamaño y el espacio que ocupan, sino por sus propiedades. El hecho de que puedas, simplemente, quedártelos para siempre, va a hacer que la progresión de este título sea mucho más vertical que la de otros Zeldas. Ya no hablamos de un gancho que se puede usar en situaciones muy concretas, hablamos de mezclas con varias características a tener en cuenta, y esa es parte de la genialidad de Echoes of Wisdom. Es un sistema fresco y con la suficiente sustancia para ser interesante por sí solo, pero es en conjunción con cómo funciona la réplica de enemigos, y el coste de todo esto, cuando de verdad brilla.
A medida que derrotes enemigos, también podrás quedarte con estos como parte del mismo sistema de réplica. Si con los objetos lo que importaba era su forma y sus características, los enemigos tienen todavía más profundidad. Sí, su uso básico será el esperable: invocarlos para que peleen por nosotros y acaben con los monstruos que hallemos en el mundo y las mazmorras del juego, y eso de por sí tiene su aquel. Cada uno de nuestros sirvientes tiene una característica y un comportamiento diferente: ubicar a un moblin que dispare lanzas en una plataforma elevada nos dará ventaja táctica, mientras que un caballero es capaz de cubrir amplias secciones del nivel de un espadazo. Cada una de estas criaturas tiene su manera de defenderse, pero también podemos usarlas dentro de los propios puzles que se nos planteen.
Nada tiene una única solución
Como ya mencioné con los objetos, las propiedades de estas "invocaciones" también son importantes. Un enemigo envuelto en llamas puede quemar madera, mientras que uno que vuele alcanzará lugares fuera de tu alcance. Esto último, de hecho, encaja perfectamente con otra de las mecánicas del juego: vincular y vínculo inverso. Gracias al primero, nos podemos enlazar a objetos o enemigos para que copien nuestros movimientos, mientras que, al hacer la versión inversa, seremos nosotros los que seguiremos la trayectoria y los movimientos de a lo que nos estemos enganchando. Hay usos bastante obvios para esta mecánica —si una enorme piedra está en tu camino y tienes un precipicio al lado, con vincular podemos moverla y tirarla—, pero, como todo en Echoes of Wisdom, tiene más sustancia de la que podría parecer.
Hasta ahora, me he abstenido de dar una valoración a todos estos sistemas porque no creo que se los pueda juzgar por separado. Echoes of Wisdom apunta a ser un videojuego de sinergias donde tu triunfo dependerá no solo de tu habilidad en el combate, sino de tu imaginación y las ganas que tengas de enlazar todas estas mecánicas con el repertorio de objetos y enemigos tienes a tu disposición. Es una aventura con evolución especial en el sentido de que en vez de solo ir consiguiendo elementos, también vas aprendiendo a combinarlos y aprovechar, cada vez más, sus diferentes propiedades y características. Con esto en mente, la verdad es que estoy absolutamente enamorado del concepto.
Eso sí, no todo son posibilidades, pues estas, sin limitaciones, no tendrían ningún sentido. Y es que cada objeto o enemigo que copies va a tener un coste. Al lado de Tri, verás varios pequeños triángulos, y estos indican la capacidad de réplica que tienes. En la demo que jugué, dispuse de 3, y esto significó que podía invocar un solo caballero, el cual costaba 3 triangulitos; o montar una estrategia con un murciélago, una bola de pinchos y una serpiente, todos ellos con el coste de un punto de energía. Estos puntos, a medida que desaparezcan tus invocaciones, volverán a ti, y también se aplican a los objetos utilizados. Es decir, no puedes construir plataformas sin ton ni son, sino que vas a necesitar ser inteligente. Vas a necesitar usar tu sabiduría.
Esta telaraña de posibilidades demuestra la maestría de Nintendo
Esta telaraña de posibilidades demuestra dos cosas: la primera es la maestría que tiene Nintendo para crear sistemas que se complementan, elevan y evolucionan entre sí, y la segunda es que Echoes of Wisdom es un juego mucho más ambicioso de lo que podría parecer. En un principio, las cartas que mostró lo hacían parecer un Link's Awakening con Zelda y pequeños puzles, pero, tras probarlo, me ha quedado claro que se trata de un Tears of the Kingdom en miniatura, una versión más comedida del último mundo abierto de Nintendo, pero también con un diseño más milimétricamente medido y compacto. Si tenemos todo esto en cuenta, llegamos a la conclusión de que nada tiene una única solución, y es así. Echoes of Wisdom no quiere que usemos nuestra inteligencia para descifrarlo, sino que busca el uso del ingenio para superarlo.
Un Hyrule contenido, pero extremadamente inteligente
Evidentemente, todo este ingenio no serviría de nada sin un contenedor a la altura, y tanto el mundo como la primera mazmorra del juego ya apuntan maneras. En este nuevo Hyrule vas a tener montones de rincones a los que llegar para obtener recompensas. Si bien lo normal es que sean rupias o Piezas de Corazón, también pueden venir en forma de enemigos únicos que no encontrarás en otra parte del mapa —al menos en esa sección del título— y que te permitirán aprovechar sus propiedades para poder llegar a lugares previamente inaccesibles.
Es un tipo de progresión inteligentísimamente satisfactorio, pues estamos acostumbrados a que, en un Zelda clásico, el 90% de esta se dé en mazmorras, y aquí cualquier cueva puede darte nuevas posibilidades. Si a eso le sumas puzles de movimiento y plataformeo al aire libre, lo que queda es un precioso diorama lleno de rincones que explorar y maneras de comerte la cabeza.
Mazmorras con talante clásico y trucos nuevos
Las mazmorras no se quedan atrás, como cabría esperarse. Usando como plantilla las que vimos en Zeldas cenitales clásicos, como A Link to the Past o Link's Awakening, el ADN de Echoes of Wisdom no se echa de menos aquí. Sí, hay combates, pero también más énfasis en el uso de nuestro ingenio y el plataformeo a través de diferentes obstáculos. Además, no podían faltar los jefes y minijefes, que no se desvían lo más mínimo ni de la estructura clásica de Zelda, ni de las ideas de Echoes of Wisdom. Son puzles de combate, y en un título con tanta libertad, tienen un potencial de expresión para el jugador absurdamente satisfactorio.
Ahora bien, me encanta el diseño inteligente del nuevo Zelda, pero también me gusta la acción clásica de la franquicia. Por suerte, para eso está el modo espadachina de Zelda, en el que imita al mismísimo Link para repartir leña durante un periodo de tiempo determinado. Si bien al principio puede parecer un comodín para saltarse batallas, es durante los combates contra jefes donde brilla, haciendo que necesites mezclar el pensamiento directo de atacar a los contrincantes con la filosofía vertical de utilizar tus monstruos para maximizar el daño.
Al final, tras una hora y media de The Legend of Zelda: Echoes of Wisdom, no solo me muero de ganas de ver la versión final, sino que me queda claro que es un Zelda hecho y derecho, además de una de las mejores demostraciones del ingenio de Nintendo. Con una mezcla de sabores conocidos y propios, y una filosofía de diseño extremadamente orgánica y emergente, estamos ante un título que no te da una única solución para todo, sino que quiere que busques la tuya propia. Desde luego, apunta a ser un lanzamiento digno de una de las princesas más conocidas de todos los videojuegos.
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