En 2021, con la primera imagen de lo que luego pasó a ser Towerborne, aquella torre acompañada de pequeñas casas construidas a su alrededor y en su propia estructura, con una estética cartoon y de fantasía, asumí que el nuevo proyecto de Xbox sería un city builder que apelase al creciente interés por los "juegos relajados". Al más puro estilo Tiny Glade, pensé que Towerborne no sería sino otro cozy game, y no tenía nada en su contra; al contrario, apenas me he despegado de los city builders en mis 30 años de vida. Así que imaginaos mi sorpresa cuando, la pasada semana, se me ofreció la oportunidad de jugar al nuevo proyecto de Xbox Game Studios y descubrí que no solo estaba equivocado, sino que lo que tenía enfrente era un RPG de acción y fantasía tremendamente adictivo.
Comprendo que, para muchos, este tipo de sorpresas ya quedaron en el olvido con la era de la información, pero con la masiva cantidad de la misma que recibimos todos los días, es imposible tener todos los juegos en el radar, y Towerborne pasó por debajo de mis escáneres. De hecho, no debería haber ocurrido, ya que no solo hablamos de un producto "made in Xbox", firmado por un equipo estadounidense de la casa, sino que estamos ante el quinto juego de Stoic Studio.
Estos, los padres de The Banner Saga, con un equipo veterano formado por exmiembros de BioWare, ahora bajo el paraguas de Xbox tras la inversión millonaria de los de Redmond para aliarse con los texanos, firman un proyecto con mucho corazón, mucha alma, y aún más camino por recorrer. Y es que Towerborne no solo es un proyecto aún a medio cocinar, que se expandirá con un acceso anticipado de tiempo indefinido, sino que aún no está disponible en Xbox. Y esto, amigos y amigas, es un problema, porque Towerborne es tan divertido y bueno en sus quehaceres que necesito que más gente pueda probarlo.
Fantasía medieval de imaginería propia
Durante un tiempo, Towerborne se presentó ante nosotros con un nombre en clave: Project Belfry, filtrado por primera vez en 2021. Casi como para tirar de las orejas a los insiders, el equipo de Stoic ha rescatado ese mismo nombre para dar vida a la ciudad del juego. En este caso, los texanos nos llevan a un mundo de fantasía que no se inspira en nada, ni busca posar sus ojos en otros universos, sino crear, desde la experiencia que da The Banner Saga, un producto propio y tremendamente imaginativo.
Con una estética preciosa, a medio camino entre animación estilo Pixar y dibujo a mano —tremendamente diferente a la de sus primeros proyectos—, Towerborne nos lleva a la Ciudad de los Números, un enclave que, tras un cataclismo, se ha erigido como la urbe del entendimiento, la razón y la paridad. Es la capital del mundo, y todos viven en paz y armonía, hasta que los monstruos atacan. Éstos, animales humanoides que buscan la guerra, emulando a los orcos de El Señor de los Anillos, diezmaron la ciudad y obligaron a todos los supervivientes a fundar Belfry, una torre que, al más puro estilo de la de Babel, busca reunir a todos bajo una misma bandera, aunque en este caso para recuperar la Ciudad de los Números.
Como uno de los Ases, nuestro objetivo es recorrer el mundo del juego, dividido en un overworld que se despliega por casillas estilo juego de mesa, y escenarios 2.5D que acogerán todo tipo de batallas encarnizadas mientras ganamos terreno y expulsamos a los monstruos. La narrativa no es la más profunda, apenas da un porqué fatuo a lo que hacemos mientras ganamos terreno poco a poco hasta llegar a la Ciudad de los Números y sus lindes, y es que creo que Towerborne entra más por los ojos y su imaginería que por todo lo demás.
Los diseños estilo Disney, aunque me recuerda enormemente al excepcional Cris Tales, ese tipo de animación y el mimo y cuidado de unas animaciones trabajadas y con espíritu propio son lo que realmente destaca en Towerborne. Sin embargo, no deja de ser interesante su planteamiento. Desde Belfry, iremos gestionando las partidas de "caza" que siempre tendrán como objetivo subir de nivel y mejorar. Un concepto muy looter shooter, donde, para avanzar, debemos conseguir más materiales y mejorar para volver a salir en busca de recuperar nuestro reino en una iteración tremendamente adictiva. Podremos mejorar nuestro equipo, cambiar entre las cuatro clases diferentes que hay en el juego sin límite ni requisitos, evitando que nos encasillemos en un estilo de juego y permitiéndonos mutar rápidamente según las necesidades de nuestro escuadrón.
Y es que Towerborne es, en realidad, un MMO disfrazado. Belfry, este hub central de la experiencia que se abre ante nosotros como una plaza desde donde tendremos acceso a sastres, herreros, tiendas de entrenamiento y tareas a completar, es un entorno multijugador. Para entender Towerborne, hay que pensar en Destiny, por ejemplo, donde La Torre supone el pilar troncal sobre el que se erigen las ramificaciones del juego. Este es un espacio multijugador donde iremos viendo a otros Ases controlados por jugadores ir y venir mientras exploran la zona y se preparan para la siguiente misión. La interacción, al igual que en el juego de Bungie, es limitada, pero hablamos de una experiencia social donde puedes hacer migas con otros jugadores y lanzarte al mapa del mundo para completar misiones.
Eso sí, Towerborne no se limita únicamente al online para erigir su concepto jugable, aunque sí nos exigirá conexión permanente a la red. Podremos lanzarnos al overworld, que se abre ante nosotros con una clásica disposición cenital y en escala al estilo de los RPG más clásicos, en solitario, y todo lo que consigamos, veamos o liberemos de los monstruos quedará asociado solo a nuestra cuenta —esto implica que no perderás contenido por no estar atento a cómo avanza la comunidad; si un jugador avanza kilómetros lejos de Belfry, lo hará solo él, no nosotros—, pero ten en cuenta que Towerborne busca la cooperación.
No quiero frenarte los pies. De las 9 horas que he jugado, el 90% las he hecho en solitario y la diversión está garantizada, pero cuanto más explores su mundo y más te alejes de Belfry, explores las grandes regiones colindantes y nos acerquemos al centro del mapa —algo que, por ahora, no es posible en la versión actual del juego—, mayores serán los desafíos, y el juego irá mutando hasta pedirte, casi de rodillas, que compartas la experiencia con amigos.
Stoic cambia el rol táctico por un RPG de acción beat'em up
¿Pero cómo se juega a Towerborne? Lo cierto es que aquí no puedo decir aquello de "si conoces The Banner Saga, ahí tienes la respuesta", porque son tremendamente opuestos. Si bien rescata ciertos elementos de aquella saga, como el movimiento 2.5D en parajes de ensueño y con una profundidad milimétrica, en todo lo demás es un proyecto muy diferente. Stoic se adapta, no a los nuevos tiempos, sino a nuevos géneros, y se lanza a la piscina de los beat'em up con alma de RPG de acción.
La idea jugable de Towerborne es la misma que podríamos encontrar en Double Dragon o Streets of Rage: tú contra el barrio en combates tremendamente visuales y con un desplazamiento 2.5D. Para reventar a todo monstruo que se te ponga enfrente, tendrás cuatro clases a elegir, siendo estas Sentinel, Pyroclast, Rockbreaker y ShadowStriker —perdonadme, pero el juego no está traducido al español, ni en textos ni en voces, por lo que tocará referirnos a ellas en inglés—, cada una con sus ventajas y desventajas, aunque todas con una máxima: divertir. Cada una de las cuatro clases no solo está brillantemente animada, con una serie de combos de ataque fuerte, débil, defensa o habilidades especiales que incluso a las nueve horas aún me sorprendían, sino que Towerborne tiene claro que para que un juego triunfe, el jugador a los mandos debe sentir no solo que lo que hace tiene un efecto claro, sino que lo entretenga.
Tu As, como mencioné un poco más arriba, puede variar de clase a su antojo —aunque solo en la ciudad o en el mundo del juego, no en los combates—. Stoic no quiere que nos sintamos cohibidos ni limitados a un estilo de juego, sobre todo porque, emulando a los looter shooters, el loot que encontraremos al acabar las misiones es aleatorio y variado. Esto implica que, como Sentinel, una clase centrada en el combate con escudo y espada, podremos encontrar un pyro, una vara que actúa como arma pesada que podemos imbuir con fuego, y que no podremos usar con esta clase. Por ello, Stoic no quiere frustrar ni hacer que gastemos nuestro tiempo en vano.
El loot que encontraremos al acabar las misiones es aleatorio y variado
De hecho, aunque es cierto que cuanta más afinidad tengas con una clase, mejor para ti como jugador y para tu As, ya que el juego incluye una barra de habilidad tanto para el personaje como para cada clase por separado, cambiar entre clases no diluye la experiencia ni la limita para los usuarios que buscan una experiencia más profunda. Cada una de las clases está bien diferenciada, y lo mejor es que, aunque se busca que cooperemos con otros jugadores para conseguir un equipo sólido donde las desventajas de unos desaparezcan con las ventajas de otros, las clases de Towerborne están hechas para destrozar por sí solas.
En este contexto, el equipo de Stoic las ha cuidado hasta las últimas consecuencias. Como mencioné, el sistema de combate de Towerborne saca pecho de la combinación de golpes y de los combos devastadores. De hecho, apenas hay separación frame by frame entre los ataques, por lo que combinar golpes débiles y fuertes machacando los botones jamás generará la sensación de que vamos demasiado rápido para el juego. Towerborne está trabajado para que, cuando domines una clase, lo demuestres con una maestría espectacular. He llegado a combinar golpes con el ShadowStriker, una clase centrada en el movimiento rápido y en la combinación de dos cuchillas capaces de teletransportarse al siguiente enemigo cuando las lancemos y le impactemos, que jamás pensé que podría hacer.
Eso sí, no estaremos solos, y es que a la combinación de golpes, esquivas e incluso parrys —aunque solo como Sentinel, mientras que el resto incluyen pequeñas habilidades pasivas igual de vistosas—, tendremos un espíritu compañero súper adorable. Estos nos acompañarán en cada misión y, al igual que las armas y el equipamiento, tendremos la posibilidad de mejorarlos y encontrar nuevos compañeros. Su función es la de apoyo y abrir el abanico de posibilidades jugables.
El primero de todos, y con el que comenzarás, lanza una bola de energía —tres disparos disponibles antes de recargarse por completo—, mientras que otros atacan en área, siempre a nuestra orden. No son autómatas, más bien, y como indica su nombre, recuerdan al robot de NieR: Automata que nos acompaña durante toda la aventura. Sin embargo, y aunque tampoco son innovadores ni desbalancearán la experiencia, añaden cierta sazón al combate al ofrecernos un ataque más que combinar con el resto de golpes, en un festival de tortas tan vistoso, animado y divertido que es fácil que te atrape.
¿Qué queda ahora por delante para Towerborne?
La pregunta del millón cuando nos enfrentamos a un acceso anticipado. Lo que ha erigido Stoic es importante para la biblioteca de lanzamientos propios de Microsoft, pero también para su propio futuro como estudio apadrinado por los estadounidenses. En este caso, y aunque apenas he podido jugar 9 horas, el acceso anticipado de Towerborne promete, en su estado actual cuando salga al mercado en Steam hoy, día 10 de septiembre, nada menos que 40 horas de contenido.
Sin embargo, y por su condición de juego con un mundo expansivo y su fuerte espíritu cooperativo, Towerborne se irá actualizando poco a poco y ampliando su mapa hasta, llegado el momento de su estreno, abarcar todo su mundo de juego, con la Ciudad de los Números como parada final de la aventura. Sea como sea, aún restan varios meses para ello y, por ahora, la próxima parada del juego es Xbox Series X|S. Y es que, aunque hablamos de un juego con Xbox como padrino, Stoic decidió limitar su acceso anticipado solo a PC y Steam para pulir el juego antes de estrenarse, también en acceso anticipado, en consolas.
Por ahora, esta siguiente versión solo es una ilusión en la lejanía y no sabemos cuándo llegará. Eso sí, con los poderosos pilares fundacionales de Towerborne ya establecidos, ojalá reciba el buen recibimiento que se merece.
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