La verdad es que 2023 no fue un mal año. Si bien este año estamos en el clímax de los desarrollos que comenzaron poco antes de la pandemia, que lo paró todo en 2020, con grandes juegos previstos para salir a finales de este 2024 o ya en 2025, los jugadores amantes de los RPG hemos disfrutado de un buen menú a lo largo del último lustro, y 2023 no fue la excepción. Sé que, al pensar en un juego de rol del año pasado, a muchos os vendrá a la mente Baldur's Gate 3, pero hubo otro gran RPG que me robó el corazón: Warhammer 40,000: Rogue Trader, un proyecto del que apenas esperaba nada y que ahora me ha mantenido enganchado durante horas con su DLC, casi un año después de su lanzamiento.
La trayectoria de Owlcat Games y Larian Studios ha sido muy parecida. Aunque no cuentan con un currículo tan prolífico como los belgas, los chipriotas se lanzaron a la fantasía y al rol en 2018 con Pathfinder, el universo de rol que compite en protagonismo con Dungeons & Dragons. Este proyecto les hizo crecer como estudio y como un equipo a tener en cuenta, hasta que en 2023 adaptaron el universo de Warhammer 40K, alejándose de la épica de este mundo y centrándose más en la narrativa y la exploración que en la acción.
Owlcat Games nos sumerge en una versión aún más retorcida del universo Warhammer 40K
Ahora, con Void Shadows, el estudio europeo expande un juego que ya de por sí era tremendamente largo —con nada menos que 140 horas de campaña si queríamos exprimirlo al máximo—, añadiendo otras 20 horas de crudeza, terror, gore y la misma mano firme en una narrativa que bebe mucho del rol de mesa tradicional. Pero lo mejor de todo es que estas dos decenas de horas me han capturado con la misma intensidad que el juego base. Y no solo eso, como seguidor de Warhammer 40K, me ha obligado a tomarme un descanso entre tanta seriedad, sangre y, en definitiva, lo peor de la galaxia conocida.
15 horas del mejor rol de Warhammer 40K
El DLC Void Shadows para Warhammer 40,000: Rogue Trader añade un nivel considerable de profundidad al ya impresionante juego base, enriqueciéndolo en términos narrativos, mecánicos y jugables. A lo largo de sus 15 horas, lo que nos da aproximadamente una hora de juego por euro invertido, Owlcat Games nos sumerge en una versión aún más retorcida del universo de Games Workshop. Porque sí, eso parece ser posible. De hecho, Void Shadows parece sacado de una lluvia de ideas destinada a deformar universos y llevarlos al terror, al más puro estilo de Alice: Madness Returns, pero dentro del ya macabro lore de Warhammer 40K.
Esto se debe, en parte, a que Void Shadows introduce al Culto a la Muerte, cuyos miembros veneran al Dios-Emperador a través de rituales relacionados con su figura como deidad de la muerte, en lugar de esa imagen de adoración como salvador de la humanidad. Lo mejor es que Owlcat Games introduce este DLC de forma tan orgánica en el juego base que, honestamente, me costó encontrar cómo acceder a sus misiones. El motivo es simple: este contenido nos lleva a explorar las cubiertas inferiores del Voidship, la nave que controlamos en todo momento en el juego principal.
El combate mejora con los nuevos arquetipos, que expanden las posibilidades en las peleas cuerpo a cuerpo
Si sabéis algo del lore de Warhammer 40K, las naves del Imperio son auténticas monstruosidades que funcionan como ciudades en sí mismas. Hay personas que nacen y mueren en una de estas naves sin siquiera pisar el exterior, los conocidos como "nacidos en el Vacío", y dependiendo del nivel en el que se encuentren, la vida será mejor o peor. Teniendo en cuenta que la vida en estas naves es siempre difícil, encontrarse en el escalafón más bajo no es sino una tortura en vida.
Void Shadows consigue que la megalofobia sea palpable dentro de un ambiente de juego de rol con perspectiva semi-cenital, mientras exploramos zonas previamente inaccesibles, como la Capilla del culto y la Cripta de los antiguos Rogue Traders, todo ello manteniéndonos en un constante dilema moral sobre la necesidad de destruir esta hierarquía pagana o dejarla vivir, sabiendo en nuestra conciencia que hemos fallado al Emperador.
Un nuevo personaje que expande la experiencia jugable
Al margen de su ambientación e historia, que no comentaré para evitar destripar detalles interesantes (además de la imposibilidad de explicar todo sin hacer un texto por fascículos), una de las mayores adiciones del DLC es el personaje de Kibellah, una asesina del Culto a la Muerte que se une a la tripulación como guardaespaldas del Lord Capitán. Kibellah, además de ser un personaje con el que podremos formar un romance, introduce dos nuevos arquetipos: el Bladedancer y el Executioner.
Lo mejor de todo es que, si tenías quejas sobre cómo Owlcat gestionó el combate en el juego base —quejas completamente legítimas—, los nuevos arquetipos expanden las posibilidades en los enfrentamientos cuerpo a cuerpo, que en ocasiones se resolvían con el clásico intercambio de golpes. Ambos se especializan en combate cuerpo a cuerpo y destacan por su capacidad para infligir daño en áreas de efecto con unas animaciones excelentemente trabajadas —como si de un baile se tratase—, lo que añade una dimensión táctica que estaba ausente en el juego original. Claro está, puedes iniciar una nueva partida en Rogue Trader con cualquiera de estos arquetipos para tu protagonista, pero si no quieres pasar por todo el proceso, tienes la opción de disfrutar de sus movimientos viendo a Kibellah ejecutarlos con maestría en una partida ya iniciada.
Tras 15 horas de juego, puedo decir que el desarrollo de Kibellah no es meramente superficial, ya que su historia personal refleja temas más amplios dentro del universo del juego. La asesina experimenta una crisis existencial al interactuar por primera vez con las cubiertas superiores, destacando las diferencias de clase entre los habitantes de las cubiertas bajas y los oficiales de mayor rango. Este conflicto de clases se refleja en misiones adicionales, que nos llevan a relajar o acrecentar las tensiones entre los privilegiados y los oprimidos, siempre bajo la fría y juzgadora mirada de Kibellah.
Esto, lejos de ser un problema, añade una carga emocional interesante a lo que Owlcat hace con el guion de Void Shadows. Una tarea particularmente dura de ver puso de relieve la tensión entre los habitantes de las cubiertas inferiores y los oficiales de las cubiertas superiores, lo que culmina en un motín y una decisión tiránica para oprimir aún más a los ya oprimidos, lo que empeora la situación del grupo. Empatizar con Kibellah, pero ser dogmático con lo establecido por el Imperium, generará un conflicto emocional y un cisma en el equipo que será imposible ignorar. Este tipo de narrativa social añade una dimensión política al juego, algo que rara vez se explora en otros títulos de Warhammer 40K, más centrados en la matanza de especies alienígenas.
Además del contenido principal de Void Shadows, el parche gratuito que acompaña al DLC añade mejoras importantes, como el modo Grim Darkness, que introduce un estilo de juego similar al "Ironman" de juegos como XCOM. Aunque no soy muy aficionado a este tipo de modalidades, la idea es sencilla y Owlcat apenas añade algo nuevo al desafiar al jugador con una única partida guardada, aumentando la tensión en cada decisión y obligándonos a reiniciar si fallamos.
Aunque las misiones comienzan a partir del Capítulo 2, el DLC se siente como una expansión orgánica del juego principal. Sin embargo, Owlcat recomienda empezar una nueva partida para garantizar que todo el contenido se active correctamente. Para aquellos que ya han completado el juego base, puede ser una desventaja tener que reiniciar, por lo que, si estáis en mi misma situación, donde ya he iniciado y completado el DLC con una partida en curso, no tener acceso a los nuevos arquetipos para tu Lord Capitán difícilmente justifica empezar de nuevo. Dicho esto, no temáis: las aproximadamente 15 horas de juego de Void Shadows valen tanto la pena y están tan bien integradas en el juego base que os recomiendo lanzaros ya mismo a las cubiertas inferiores.
En 3DJuegos | Es un RPG de acción tan bueno que me duele que tropiece justo al final. Análisis de Diablo 4: Vessel of Hatred
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