Aunque no alcanza la popularidad de opciones como Windows o macOS, es innegable que Linux ha tenido un impacto tremendo en el sector tecnológico. Una muestra de ello es la destreza de sus usuarios, ya que los mismos han conseguido jugar a títulos AAA con el sistema y, además, llevar el mismo a un procesador del año 1971. Sin embargo, Linus Torvalds, creador de Linux, asegura que ya empieza a estar bastante harto de los cambios que debe hacer para solucionar fallos del hardware.
Como señala el portal TechSpot en una reciente publicación, Torvalds empieza a estar frustrado con los cambios que debe hacer a raíz de los fallos en el hardware de Intel, asegurando que el problema no es su sistema operativo, sino los productos defectuosos de la compañía. Por ello, Torvalds sugiere a los desarrolladores de Linux que no cedan y realicen cambios, ya que dicha posibilidad debería recaer en los fabricantes de hardware. De hecho, asegura que empresas como Intel tienen recursos ilimitados para resolver estos problemas en lugar de descargar esa responsabilidad en desarrolladores de software libre.
El creador de Linux está agotado
De esta forma, Torvalds está especialmente molesto por los parches que tratan de abordar vulnerabilidades teóricas que, según él, nunca se han explotado en la práctica y solo complican el desarrollo. Así, aspectos como los parches para hardware defectuoso o los cambios en el kernel para admitir funcionalidades como LAM de Intel provocan diferentes problemas (véase, por ejemplo, errores de compatibilidad). Y, de hecho, la propia Intel reconoce que la función LAM debería haber sido deshabilitada hasta que LASS estuviera lista, pero nunca aplicaron ese parche y dieron pie a una vulnerabilidad potencial.
Por desgracia para Intel, no es la primera vez que apuntan a la compañía a la hora de hablar de errores y fallos masivos. Hace unos meses, los problemas con la 13ª y 14ª Gen de procesadores de la compañía provocaron miles de quejas de usuarios y desarrolladores. Por ello, Torvalds, conocido por su franqueza y sus opiniones radicales, ha dejado claro que los fabricantes de hardware deberían resolver los problemas de forma interna. Y, de esta forma, dejarían libres a los desarrolladores de Linux, ya que estos estarían llevando a cabo un trabajo adicional que, además, no recibe compensación económica.
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