Las últimas semanas del verano de Google han estado marcadas por dos situaciones diametralmente opuestas en lo que a estabilidad y tranquilidad se refiere: por un lado, la firma se ha visto salpicada por una investigación de Estados Unidos que está analizando el mercado para determinar si se trata de un monopolio ilegal; por otro, por suerte para los intereses de Google, la presentación del Pixel 9 ha sido todo un éxito y el interés de los usuarios no ha parado de crecer. Sin embargo, también hemos tenido tiempo para conocer una historia de lo más curiosa.
Tal y como revelan los compañeros del portal Genbeta en una reciente publicación, Sam Curry es un empleado de Google que se encarga de identificar y corregir vulnerabilidades de seguridad. Para su sorpresa, Curry recibió un pago de 250.000 euros de la compañía tras un error. Y, lejos de quedarse con el dinero, decidió actuar con honestidad e informar a la firma norteamericana de la situación. No obstante, para su sorpresa, la propia Google ignoró los mensajes de Curry durante mucho tiempo y nunca llegó a ofrecerle una explicación sobre el pago.
Consiguió su cometido a través de Twitter
Sorprendentemente, Curry consiguió que su propia compañía le hiciera caso a través de otra: X, la plataforma antes conocida como Twitter. Ante la falta de respuesta, decidió publicar la situación en la red social y, una vez se viralizó su contenido, consiguió captar la atención de Google y estableció una vía de comunicación. Así, después de ver cómo la situación estalló en redes, Google procesó la devolución del dinero y recibió los 250.000 euros que había ingresado al trabajador por error.
Hasta el momento, se desconoce cuál es el motivo detrás del excesivo pago que recibió Curry. Por el momento, la mayor parte de las hipótesis apuntan a un error humano durante el proceso administrativo, ya que es posible que se hayan equivocado al introducir una cifra. No obstante, la firma norteamericana no reconoció por qué llevó a cabo dicha transacción. Y, por suerte para Curry, la operación terminó con final feliz, ya que pudo devolver el dinero a la compañía y olvidarse de posibles consecuencias legales.
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