Hacer una crítica de la segunda temporada de Los Anillos de Poder es un desafío complicado. No porque la serie, que busca adaptar la vasta mitología de J.R.R. Tolkien, no se preste a ello. Todo lo contrario: hay muchísimo que comentar. Sin embargo, las restricciones impuestas para poder visionar la serie dificultan la tarea. Resulta complejo desarrollar una crítica detallada cuando no podemos profundizar en el desarrollo de la trama ni en los giros argumentales. A pesar de esto, puedo decir que el arranque de esta segunda temporada es soberbio y fascinante. Pero, antes de entrar en detalles, hay que tener en cuenta una premisa básica que quedó muy clara en 2022: esta serie es una adaptación bastante libre, muy libre, asalvajada y desbocada de la obra de Tolkien.
Un comienzo prometedor y mejorado
El primer paso que debe dar cualquier fan de los libros de Tolkien es asumir que Los Anillos de Poder es una fantasía épica que solo se parece, en esencia, al material literario original. Si te considerar un firme conocedor de su obra, lo mejor es olvidar que Los Anillos de Poder tiene algo que ver con sus novelas y tomarlo como un show de fantasía épica que se parece mucho. Porque si eres un amante del lore de los libros del escritor británico, seguro que te duele ver cómo se lía a patadas con él hasta dejarlo completamente irreconocible. Sin embargo, si eres capaz de aceptar que esta adaptación es más una reinterpretación que una fiel representación, podrás disfrutar de una historia que, en sus mejores momentos, captura a su manera la magia de la Tierra Media.
Entramos ya en materia. Desde su episodio inicial, la segunda temporada muestra una notable mejora en el tono y ritmo respecto a la primera. La serie deja atrás la sensación de ser una amable introducción a la fantasía para adentrarse en un relato mucho más épico y centrado en la creación de los Anillos de Poder. Este cambio de enfoque es crucial, ya que la historia de los anillos es el corazón de la serie y merecía un tratamiento más serio y emocionante.
Este enfoque más concentrado mejora la fluidez narrativa y permite que la serie explore con mayor profundidad los temas que realmente importan
El número de tramas y personajes que heredamos de la primera temporada es considerable. No obstante, se ha realizado un esfuerzo titánico por simplificar y reducir aquellas subtramas que resultaban innecesarias. Por ejemplo, la historia de Arondir, que ocupó un espacio significativo en la primera temporada, se ve aquí reducida, permitiendo que otras tramas más centrales ganen peso. Incluso la protagonizada por el misterioso (o no tanto) personaje de El Extraño va al grano y se centra en la búsqueda de identidad de este personaje, reduciendo al mínimo la presencia de sus comparsas Nori Brandyfoot y la insufrible Poppy Proudfellow. A pesar de liberar lastre, no nos ahorramos algunos momentos de auténtico sonrojo y vergüenza ajena de la mano de Poppy, pero en general la serie tiende a acercarse más a las intrigas políticas y los momentos espectaculares siguiendo el ejemplo de las adaptaciones de la obra de George R. Martin en HBO Max. Este enfoque más concentrado mejora la fluidez narrativa y permite que la serie explore con mayor profundidad los temas y personajes que realmente importan.
Así ganan peso, por ejemplo, las historias de los enanos de Khazad-dum, a expensas de otras tramas que hacen pequeños avances, aunque ciertamente muy interesantes, como la de Galadriel, Enrold o Isildur. Todas tienen sus momentos estelares, pero en general el tiempo de la serie se dedica al gran protagonista de la historia, que no es otro, claro, que Sauron.
Sauron: la sombra omnipresente
Los anillos de Poder hacer un tremendo esfuerzo por presentar al Señor Oscuro (interpretado por Charlie Vickers) a un público generalista y mayoritario, un personaje y concepto que incluso en la mitología de Tolkien resulta por momentos vago, confuso e incluso contradictorio, y que aquí se convierte aquí en el núcleo de la narrativa. En este sentido, es interesante establecer un paralelismo entre Sauron y figuras clave de la mitología como Odín, con su anillo Draupnir, o el Anillo de Giges de la mitología griega. Ambos representan el poder absoluto y sus peligros inherentes, un tema que la serie explora de manera efectiva y que deja de lado las sutilezas literarias de Tolkien para cargarse de un evidenteme mensaje político. No obstante, la simplificación del personaje puede también verse superficial para aquellos que esperaban una representación más fiel al complejo antagonista creado por el Profesor Tolkien.
De su mano, y de la historia de la forja de los anillos que dan nombre a la serie, se expande la mitología de Tolkien, tratando territorios y personajes que apenas se mencionan en los libros. La exploración de lugares como Rhún, que podría compararse con la Anatolia de la Tierra Media, o la aparición del siempre enigmático Tom Bombadil, son ejemplos de cómo la serie intenta enriquecer el universo tolkieniano con nuevas historias y perspectivas.
Los Anillos de Poder una serie que no teme tomar riesgos en su intento por ofrecer algo nuevo, y es justo valorarlo
Incluso algunos de los aportes completamente originales de la serie, como el personaje de Adar (con cambio de actor entre una temporada y otra incluido) resultan grandes aportaciones. Adar, un líder orco con motivaciones complejas, aporta una nueva dimensión a la serie, mostrando un lado de los orcos que raramente se explora en otras adaptaciones de la obra de Tolkien. Estas expansiones y adiciones, aunque controvertidas, contribuyen a hacer de Los Anillos de Poder una serie que no teme tomar riesgos en su intento por ofrecer algo nuevo, y eso, también, es justo valorarlo.
Espectáculo visual y épica en pantalla
Visualmente, Los Anillos de Poder se hace todavía más impresionante. Los efectos especiales son de altísima calidad, con escenas que logran capturar la majestuosidad de la Tierra Media. Desde la imponente ciudad enana de Khazad-dum hasta ciertas bestias mitológicas que pueblan este mundo, cada detalle está cuidado al extremo. Las batallas, por su parte, son épicas y están coreografiadas con un nivel de precisión y escala que hace honor a la obra de Tolkien. Sin duda, un necesario "sense of wonder" que tan bien le sienta a la obra de Tolkien cuando es llevada a pantalla. El resultado es sobresaliente. Hay efectos visuales gloriosos, de una calidad altísima, algunas ideas y diseños de producción preciosos, como la representación del funcionamiento de los Palantir, o la representación de ciertas criaturas, maquillajes increíbles, y momentos que se quedan clavados en la retina durante días. Todo en conjunto hacen de la segunda temporada de Los Anillos de Poder una propuesta imprescindible para los aficionados al género. Pero no es perfecta.
Problemas persistentes
A pesar de todas las mejoras, la serie sigue teniendo algunos problemas. Aunque el ritmo ha mejorado considerablemente, incluso después de la poda narrativa algunos de las tramas y personajes siguen sintiéndose accesorios, apareciendo en la historia solo para cumplir un papel en eventos futuros. Esto es especialmente evidente en la segunda temporada en personajes importantes como Elrond o Galadriel que se mantienen en juego solo por la importancia que tendrás en próximos acontecimientos. Debido a la naturaleza de precuela de El Señor de los Anillos de la serie, cualquier sensación de peligro o drama se ve mermada, ya que el espectador sabe que estos personajes estarán sanos y salvos cuando Frodo destruya el Anillo Único.
Estuche Tolkien 2 (Silmarillion, Cuentos Inconclusos, Hª Tierra Media 1 y 2) (Biblioteca J. R. R. Tolkien)
Además, algunos personajes aparecen de la noche a la mañana solo para servir de interés romántico o para pronunciar unas pocas frases antes de caer en el olvido. Es una torpeza narrativa que si bien a lo largo de la serie no llega a ser terrible, llegado el último episodio la segunda temporada deja un mal sabor de boca. Y es que llegados al final del sexto capítulo de los ochos que forman esta temporada, la serie no podía ser más interesante. Pero el desacierto con el que el séptimo episodio emplaza las diferentes tramas es tremendo. Es un episodio tan empeñado en cerrar por todo lo alto la temporada que todo resulta artificial, previsible y gratuito. Y es una auténtica lástima. Si a la serie, en general, se le puede echar en cara un esfuerzo por poner constantemente en pantalla todo lo que resulta emblemático de las adaptaciones cinematográficas de Peter Jackson, en algunos momentos con un descaro alarmante, en ese episodio desencadena una falta de personalidad que desdibuja casi por completo el buen trabajo hecho hasta el momento.
Los Anillos de Poder logra ser una propuesta atractiva para los aficionados al género, y para aquellos interesados en esta mitología moderna en concreto, pero lo hace de manera imperfecta. A pesar de su buen trabajo en expandir el universo de la Tierra Media en ciertos momentos, y en ofrecer un espectáculo visual impresionante, la serie sigue estando lastrada por problemas narrativos y decisiones creativas que no siempre funcionan y que en su mayoría vienen heredados de la primera temporada.
Con todo, para los fans de la fantasía épica y del universo de Tolkien, Los Anillos de Poder sigue siendo una serie que merece la pena ver y que en esta segunda temporada logra dar su mejor cara. Pero aquellos que buscan una adaptación fiel y respetuosa del material original pueden seguir sintiéndose decepcionados. La serie tiene potencial para crecer y mejorar, y habrá que esperar para ver si en futuras temporadas logra alcanzar el nivel de excelencia que muchos esperaban desde el principio. Los tres primeros episodios de la segunda temporada se estrenarán el 29 de agosto, con un nuevo episodio disponible cada semana en Prime Video, hasta la emisión del octavo el 3 de octubre.
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