Yo no tendría más de cinco o seis años y apenas juntaba las palabras al leer, pero ya andaba encandilado por los coloridos pijamas de los tebeos, especialmente las aventuras de Spider-Man. Y claro, me encantaba el Doctor Octopus. De ahí que me emperrara en que mi abuelo me comprara un tebeo de Los 4 Fantásticos en los que aparecía el villano: El legendario número 44 de los Los 4 Fantásticos de la edición española de Forum, con una espectacular e icónica portada de John Byrne. Y claro, el tebeo no decepciona, porque John Byrne (que firmaba guión y dibujo) no fallaba con aquellos en años: Mr. Fantástico se pegaba contra Octopus en las azoteas de Nueva York. Pero lo que debería haber sido una espectacular pelea entre los dos personajes terminó conmigo aflojando la lagrimilla y pensando "¿es que la Mujer Invisible ya no va a ser mama?"

Ese tebeo, que corresponde al número 267 de la edición original de Marvel, es famoso por contar la historia de cómo Sue Storm pierde a su segundo hijo, una historia que dejó una marca imborrable en millones de lectores de 1984, incluidos los más jóvenes como yo. Confieso que en aquel momento no entendía la magnitud del drama emocional, pero me llegaba un eco de tristeza que no me dejó indiferente. Mis superhéroes de pronto eran gente muy triste. La tragedia personal de los personajes, tratada con una complejidad y madurez sobresaliente, era un tema que no solíamos ver en los tebeos de este tipo. Para un niño, temas como el aborto o la pérdida de un hijo no eran lo que se esperaba encontrar en un tebeo. A través de los ojos de Sue y Reed Richards, sentí por primera vez lo que era el dolor y la impotencia de la vida, que las cosas te vienen y hay poco que hacer. y mi visión sobre el mundo de los cómics se transformó de forma definitiva.
"Problemas con la bebida, problemas con el juego, problemas con las drogas y las armas de fuego"
Algún tipo después (porque en aquellos tiempos lo de leer los tebeos en orden era un concepto que ni estaba ni se le esperaba) leí el número 28 de Los Vengadores, de nuevo en la edición de Fórum: La Corte Marcial de Chaqueta Amarilla. ¡Qué chulo! ¡Van a juzgar a Chaqueta amarilla!. Bueno, yo pensaba que sería algo parecido a El Equipo-A, que como a tonchos chavales de la época me tenía obsesionado. Pero a Hank Pym sí que le juzgaban por un crimen que había cometido: le juzgaban por pegar a su mujer, Janet Van Dyne.
El cómic contenía el Avengers 213 del primer volúmen de la edición americana. Una de esas historias que dejaron una huella profunda en el Universo Marvel. En ella, Hank Pym, bajo la identidad de Chaqueta Amarilla, está desesperado por demostrar su valía como Vengador y trata de recuperar la confianza del equipo mientras atraviesa una dura crisis personal. Sin embargo, su inestabilidad emocional lo lleva a discutir violentamente con su esposa, Janet Van Dyne (La Avispa), y en un momento de furia, la golpea. Este acto conduce a su expulsión de los Vengadores, y su arresto y proceso penal por malos tratos.

Antes he dicho que yo imaginaba que a Pym se le juzgaba por un crimen que no había cometido, y en realidad, tenía razón. Y es que Jim Shooter, el mandamás de Marvel en los años 80, explicó en su momento que en realidad esta historia se debe a una mala interpretación del dibujo en el momento en el que Hank golpea a Janet, pero que como no daba tiempo a corregir el error, el dibujo se editó tal cual, el impacto fue tan grande entre los lectores que decidieron no corregir nada y contar la historia de malos tratos y el juicio tal como la conocemos, mucho más interesante que idea original.
La historia causó un gran impacto en los lectores y se sumaba a la estupenda lista de historias de Marvel en la que se demuestra que el verdadero interés de sus cómics está en los personajes bajo la máscara, no solo en las aventuras típicas de superhéroes. Si Peter Parker podía perder a su novia, si el Capitán Marvel podía morir de cancer, si los Richards podían superar el trauma de un abaorto, también un Vengador podía ser un canalla y pagar el precio de su terrible conducta. Con el tiempo, la narrativa evolucionó para explorar los problemas de salud mental de Hank Pym, abordando su depresión, crisis de identidad y un intento fallido de suicidio, algo inusual en las coloridas aventuras superheroicas de Los Vengadores.

El impacto de estas historias en mí fue tremendo. Los cómics dejaron de ser solo un entretenimiento y se transformaron en un medio en el que la vida real a veces se abría paso a dentelladas. A través de la historia de Hank Pym, entendí por primera vez que los superhéroes no eran solo luchadores contra el crimen, sino personas reales con defectos, vulnerabilidades y problemas complejos. O simplemente, ser mala gente.
Lo mismo ocurrió con la historia de Sue Storm, quien, al igual que cualquier madre real, podía sufrir la pérdida de un hijo. Como joven lector, a lo mejor no estaba preparado para enfrentar esos temas de cerca, pero los cómics me ofrecieron una manera amable para procesarlos y entender que la vida a veces trae estas cosas, y que todos tenemos problemas. También Los Vengadores. Nadie es perfecto. Estos tebeos de Marvel, me hicieron más empático, más consciente de las complejidades de las relaciones humanas y más maduro emocionalmente.
Sin embargo, como adulto, me cuesta mucho más encontrar historias como aquellas en las páginas de Marvel. No porque ya tenga el callo hecho, sino porque los cómics se han suavizado. Sé que suena un poco a esa falacia de que "todo antes era mejor". Pero objetivamente, y en general, las historias han sido dulcificadas, y el tono maduro que tanto me impactó en los años ochenta parece haber desaparecido. sí, muchas historias siguen siendo violentas, no es raro ver a Venom comiéndose la cabeza de alguien, pero me refiero a que son menos conflictivas, menos desafiantes moralmente. Aunque de vez en cuando aparecen relatos con un enfoque más serio, yo no puedo olvidar el impacto que estas dos historias tuvieron en mí siendo un canijo. ¿Cómo olvidar que Karen Page vendió a Daredevil a sus enemigos por una dosis de heroína? ¡Ah, los años ochenta!
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El Berberecho Azul
Señora, que si quiere bolsa.